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Ellas son las que mandan en la movida electrónica de Bogotá

Está de moda contratar mujeres DJ, algunas hasta se quejan porque las buscan solo por ser bonitas, pero ellas han demostrado que para poner a bailar al exigente público bogotano se necesita mucho talento.

Por El Espectador
08 de septiembre de 2015
Ellas son las que mandan en la movida electrónica de Bogotá
Ellas son las que mandan en la movida electrónica de Bogotá

Ellas son las que mandan en la movida electrónica de Bogotá

Cuando se habla de música electrónica, los primeros nombres que se vienen a la cabeza de los fanáticos son DJ's internacionales como David Guetta, Dimitri Vegas, Calvin Harris, Avicci, Tiesto, Steve Aoki, Nicky Romero o Armin Van Buuren. Profesionales que tocan por todo el mundo y ganan millones de dólares al año (66 recibió Calvin Harris el año pasado, según Forbes). Sin embargo, no muchos de los asiduos a este tipo de eventos han oído hablar de Miss Kittin, Misstress Barbara, Magda DJ, Nina Kraviz, Allen Alien, las australianas Nervo (Olivia y Miriam) o Anni Mac, quienes, a pesar de ser igualmente talentosas y muy exitosas, muchas veces no tienen el reconocimiento de sus colegas masculinos. “Este sigue siendo un medio muy machista”, asegura Patricia Abad. “Todavía hay quien me dice que toco muy bien para ser mujer”.
 

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Paty Abad. Su gran afición por la música fue la razón que llevó a una de sus amigas a proponerle que tocara en su primera fiesta. “Yo no soy dj”, respondió entonces. Ahora lo es.

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Abad (también conocida como DJ. Foxy Bitch), una venezolana de 45 años, que llegó a Colombia hace 10 como mánager de la agrupación Diva Gash, está en una pequeña cabina de un lugar del norte de Bogotá. El sitio se llama Monseñor Reyes (aunque el nombre no aparece por ningún lado) y queda en el segundo piso de un reputado restaurante. Hoy, un grupo de extranjeros que vive y trabaja en Colombia ha organizado una fiesta para conocerse e intercambiar experiencias. Paty, quien realmente se graduó como diseñadora de interiores, pero se considera DJ más que nada, es la encargada de amenizar la reunión con su dosis de “nu disco” y “deep house”. “Aunque nos cueste reconocerlo es un gremio dominado por los hombres –insiste–. En un mes puede haber 30 personas tocando en diferentes sitios y solo tres mujeres. A mí me ha costado ganarme mi espacio, es difícil que lo tomen a uno en serio”.

Paula Garcés, una manizaleña de 24 años, que además de DJ es actriz en formación y modelo, ha experimentado algo parecido. “Es un medio muy machista. Muchos dicen que si una mujer toca es porque es bonita y no porque es buena. Yo conozco muchos hombres feos que son muy buenos DJ’s, eso no tiene nada que ver. Lo que tienes que tener en este negocio es talento y constancia”. 

Paula está en la terraza de uno de los lugares más exigentes de Bogotá para los DJ’s, Theatron, un bar gay famoso por la afición de su clientela a la música electrónica. Son las dos de la mañana y tiene el reto de subir la fiesta a su máximo después de un grupo que hizo covers de rock en español y una participación inesperada de Marbelle. 

 

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Paula Garcés. Estudió diseño de moda, pero en el camino se encontró con la música. Hoy la combina con su carrera como actriz.

 

Cuando vivía en Manizales, lo suyo era el rock. “Escuchaba Kraken, Ángeles del Infierno, Aterciopelados, cosas como de esa onda”. Pero cuando viajó a estudiar a Bogotá se enamoró de la música electrónica; eso sí, no quería solo estar en la pista, quería ser ella la que pusiera a bailar a la gente. Comenzó a investigar por internet y a preguntar a sus amigos, a pesar de la oposición de su novio (un productor francés que no quería que ella fuera DJ). “Decía que esta vida no era buena, que él quería otra cosa para mí”.

No le hizo mucho caso. Ahora Paula se enfrenta a su público vestida con un entallado vestido blanco que deja apreciar un cuerpo torneado. Muchos en la pista ni siquiera la miran. “Si eres mujer y eres bonita siempre hay alguien que piensa que no tienes talento. Siento que al principio mi apariencia no ayudó, al contrario, a veces sentía que era algo que me perjudicaba”.

El problema, asegura Danielle Ordóñez, es que de un momento a otro se volvió atractivo contar en una fiesta con una DJ, y para algunos empresarios es más importante la belleza que la calidad del trabajo. “Muchas veces la gente contrata a una chica solo porque es guapa. Tengo que confesar que a mí me han contratado por mi apariencia o porque me visto chévere, y no saben muy qué es lo que toco”. 

 

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Danielle Ordóñez. Es bogotana, tiene 22 años y asegura que tiene “un alma vieja”. Si la ponen a elegir, lo suyo es el jazz, el blues y el swing.

 

Esta joven de 22 años comenzó su carrera con jazz y blues en un reconocido restaurante llamado El Bandido, hoy es una de las DJ residentes de un restaurante bar llamado Apache, otro de los lugares de moda de la noche bogotana.

Bella, delgada, ataviada con un sombrero que le da cierto aire cosmopolita, Danielle llama la atención de un par de comensales que se acercan a preguntarle por su música. A diferencia de otros lugares, aquí el DJ no toca en una cabina alejado del público, la gente no viene de fiesta y el trabajo de la joven es que los asistentes escuchen buena música mientras disfrutan de la cena y conversan con sus amigos.

Ordóñez comenzó su recorrido escuchando boleros en casa de sus abuelos, pero la vida, y un exnovio, le fueron mostrando otros caminos. “Pasábamos horas escuchando música y viendo videos y me introdujo en unos géneros que yo no conocía”. Fue el inicio de un largo proceso de escuchar, practicar, estudiar y seguir practicando, algo que, asegura esta arquitecta de profesión,  muchas jóvenes no entienden, por eso basan su trabajo en la apariencia “y luego no dan la talla. Por eso es que la gente critica”. El secreto, explica, es entender los lugares y la evolución de la noche. “Es importante que tengas claro cuál es la atmósfera que quieres producir”.

 

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“La verdad es que hoy en día hay algunas chicas que, antes de estudiar o prepararse, lo primero que hacen es tomarse fotos con un profesional y programar una sesión en su computador, y con eso viajan y tocan en otras ciudades”, anota Lina Jaramillo. “Es impresionante la cantidad de nuevas propuestas femeninas. Antes éramos muy pocas y para mí no fue fácil, yo grababa sets en CD's y los entregaba por toda la ciudad, lo importante era la música, hoy creen que cualquiera puede tocar, y no es que esto sea algo muy complicado, la tecnología ayuda, pero no pueden compararnos a nosotras con cualquier niña que lleve un mes tocando, cuando yo llevo 10 años en este cuento”.

Esta bogotana estudió hotelería, trabajó en producción de conciertos y en publicidad antes de regresar a lo que realmente la apasiona: la música. Llego a los platos por la fiesta. “Pensé que iba a estudiar Finanzas y Relaciones Internacionales, pero me encontré con la música electrónica y empecé a rumbiar”.

Luego decidió experimentar. Compró equipos y comenzó a practicar sola en casa, hasta que estuvo a la altura de aquellos a quienes admiraba. “Cuando era adolescente mi sueño más grande era tocar en Cinema (uno de los primeros y más exitosos clubes de música electrónica que se abrieron en Bogotá), pero cuando me invitaron no me sentía preparada y les dije que no. No me lo volvieron a proponer y después cerraron el lugar. Creo que fui la única persona que les dijo que no”.

Hoy Jaramillo no solo organiza sus propias fiestas sino que se da el lujo de ser DJ en dos de los más reconocidos sitios de la escena en la capital del país: Baum y Billares Londres. “Nunca voy a olvidar los sets en la terraza de Baum –reflexiona sobre su lugar preferido-, pero el salón principal de Billares Londres no tiene comparación”.

 

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Gabriela Posada. En 2013 se convirtió en la primer Dj residente de Armando Records, uno de los lugares más reconocidos de Bogotá.

 
Gabriela Posada es diseñadora, artista plástica, tiene su propia empresa de esculturas de yeso y cerámica y, además, es DJ. Parada frente a uno de los mejores hoteles de la ciudad apura un cigarrillo antes de comenzar una larga jornada, que la llevará hasta las dos de la mañana. El día anterior estuvo tocando en El Coq, uno de los lugares donde todos se mueren por actuar. Al sitio, como se dice popularmente, no le cabía un alma y la fiesta se extendió hasta bien tarde en la noche y ella fue todo un éxito. “Tienes que saber llevar a la gente, saber leerla y mirar en qué momento subir la intensidad para que se paren y bailen”.

Esta noche, en medio de uno de los muchos puentes festivos de este país, la cosa no pinta tan bien. Bogotá, por lo menos en el norte, parece deshabitada. Gabriela se quita su chaqueta y deja ver un felino tatuado en su espalda. Toma los audífonos y comienza con su sesión de “nu disco” y “house”. Tocó aplicarse al máximo, la fiesta depende de ella, de su talento, no de su belleza.

 

Donde las chicas tocan:

 

- EL BANDIDO BISTRO

Calle 79B # 7 -12

Este bar restaurante se posicionó como un buen lugar para pasar la tarde, cenar y calentar para la fiesta. Los fines de semana a partir de las 6 de la tarde es posible encontrar a alguna chica poniendo la música.

 

- APACHE

Carrera 11 # 93 – 77

Este restaurante, ubicado en la terraza de un moderno hotel en el norte de Bogotá, es uno de los que más programa mujeres en los tornamesas. Es bueno llegar alrededor de las 8 de la noche y salir antes de la media noche a seguir la fiesta.

 

- EL COQ

Calle 84 # 14 – 02

Sus dj's residentes son hombres; sin embargo, se precian de haber invitado a tocar a algunas de las más reconocidas dj's del país.

 

- BAUM

Calle 33 # 6-24

Es el lugar de moda en la ciudad y donde todas quieren tocar. La fiesta comienza tarde (después de las 11 de la noche).

 

Fotos: David Schwarz.

Por El Espectador

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