
“Mi definición del éxito está ligada al nivel satisfacción; satisfacción con lo que uno hace en la vida y con lo que se es como persona. Por supuesto siempre habrá cosas que se quieren cambiar o mejorar, pero tener esa clase de conciencia hace parte del camino.
Creo que la vida se trata de estar en permanente crecimiento, aprendizaje y cambio. Un proceso de exploración que se me ha abierto a través de la formación académica. Me gradué como economista, aunque nunca la ejercí. Luego realicé una maestría en Estudios Latinoamericanos en Estados Unidos, una experiencia que me acercó a la historia de nuestra región y me permitió entender el continente desde una mirada más profunda.
Satisfacciones me trajo mi tiempo como Primera Dama. Cuando llegué a la casa de Nariño, en 1990, tenía la convicción de que iba a ser muy activa. Tenía tres áreas que me interesaban: los jóvenes —una generación especialmente expuesta al fenómeno del sicariato— las mujeres y la familia. El primer paso hacia ese propósito fue la creación de la Consejería para la Juventud, la Mujer y la Familia.
El periodo presidencial de César Gaviria fue crítico. En lo personal, la seguridad era un tema delicado, sobre todo por mis hijos, mientras que en la sociedad la zozobra era el pan de cada día. Tengo el recuerdo de una visita que le hicimos a una madre que había perdido a su hijo en el Centro de la 93. La señora dejó el niño en el carro y explotó una bomba.
Hay muchas cosas que se hicieron durante esos años y que hoy siguen vigentes. Los programas Colfuturo y Batuta son prueba de ello. Cuando veo el número de jóvenes que han podido ir al exterior —y que han ascendido de cientos a miles en pocos años—, me siento privilegiada de haber puesto mi esfuerzo para que fuera una realidad. Creo que poder salir del país, mirar otras culturas, conocer otras personas, es importante tanto para la formación de un individuo como para el desarrollo del país.
Hoy presido la junta directiva de Colfuturo, recibí el llamado de la Ministra de Cultura para desarrollar algunos proyectos en Batuta y hago parte de la junta de Artesanías. Roles que me mantienen viva, participativa y dentro de la solución.
Dejar de ser Primera Dama fue complejo porque estaba acostumbrada a trabajar 24 horas, dando el 100% de mi capacidad. Uno no sabe bien para dónde coger. El ritmo se disminuye y se empieza a dar prioridad a temas más personales. Quedó la satisfacción de saber que fue un tiempo en el que me entregué a las otras personas.
Terminado el periodo nos fuimos para Estados Unidos. Un viaje que duró 10 años. Regresé a Colombia en el 2010 y la arquitectura me llegó como parte de una búsqueda en la que aún dejaba vacíos pendientes. Allí la vida me cambió por completo. Llegué al salón de clase y bien podía haber sido la mamá de todos mis compañeros. Una experiencia muy interesante que decidí emprender en el momento indicado. Para ese entonces era una mujer que había vivido más, había viajado más y tenía más experiencia.
Que haya satisfacción, que haya felicidad, eso es el éxito para mí. Yo soy economista, ex primera dama, arquitecta... y la gratificación ha sido grande. Sin embargo, soy una persona que siempre se está moviendo. Quisiera hacer más, como, por ejemplo, incursionar en la escritura. No para crear cuentos o novelas, mi imaginación no es buena en ese sentido, sino como un proceso personal. Yo en la vida he ido llenando los vacíos que he tenido. Y allí los voy llenando”.
Fotos: Daniel Álvarez.

