"el fútbol no me da una casa o un carro, pero me da la posibilidad de conocer otras culturas” Yoreli Rincón
No sabemos por qué hay desdén hacia el fútbol femenino. Por los periodistas es que la gente sabe que existimos, sin embargo, son más visibles los hombres. Si al país solo se le muestra fútbol masculino, la referencia va a ser una no más.
Aquí te mueres de hambre como futbolista mujer. Hay opciones en algunos países, como Brasil y Suecia, lugares en los que recibía mi sueldo mensualmente. Un equipo profesional femenino ficha por una sola temporada y a la hora de renovar aparecen otros interesados en tus servicios. Cuando estuve en el fútbol sueco, tuve la oportunidad de irme a otros dos equipos de esa liga, pero salió la oportunidad de Estados Unidos. El fútbol femenino no me va a dar una casa o un carro, pero me da la posibilidad de conocer otras culturas y, si es al lado de mi familia, yo feliz.
A Suecia me llevé a mi mamá y ahora me voy a Italia con mi novio. Fue difícil aceptarle que se viniera a vivir conmigo, porque siempre he vivido sola. Compartir la vida con un hombre es difícil; joden mucho. Mi novio es apasionado por el fútbol, trabaja despachando aviones y, además, es chef empírico. Esto último fue lo que más me enamoró de él, porque a veces llego cansada de entrenar y me sabe preparar sus platos. Cuando te dedicas a esto, es difícil tener una relación sentimental. Mientras estamos en concentración yo soy muy alejada, no nos hablamos por teléfono, pero vivimos juntos. Lo acostumbré a hacer ejercicio, le cambié los hábitos alimenticios. Ahora está muy flaco y me toca subirle el peso.
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Mis papás me dicen que para el fútbol femenino de Colombia soy el Pibe Valderrama, por ser la primera en jugar una Champions League. No me gusta que me comparen. Ahora hay buenas jugadoras en la Selección, vamos para nuestro cuarto mundial y fuimos campeonas a los 16 años en un Suramericano. Somos una camada tan representativa como la masculina en los ochentas y noventas, que nos dieron al Pibe, a Redín, a Leonel, a Rincón, a Higuita para ir a los mundiales de Italia 90, Estados Unidos 94 y Francia 98.
La selección es lo mejor que nos ha pasado a las futbolistas, porque es nuestra vitrina. Las futbolistas somos muy emocionales. El hombre se queja mucho por los entrenamientos y nosotras no, a veces corremos lo que no se ha corrido en una práctica masculina. En cambio, nos quejamos en la comida. Si nos dieron pollo, que por qué no nos dieron pescado; nos dieron arroz, que por qué no pasta. Alegamos por bobadas. El tema de la regla es contagioso, eso se pone de mal genio todo el camerino. Al segundo o tercer día, se corre mucho más.
Mi sueño es llegar a la final de un Mundial con estas jugadoras. Hasta que no se nos apoye por igual, será un camino difícil. No hay bases, cuando se acabe este equipo vamos a ver si, con suerte, sale otra camada.
Fotos: David Schwarz