Los mejores momentos de los candidatos presidenciales
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El sucesor
Su rutilante paso por el ministerio de Defensa le dio la publicidad suficiente para dar el siguiente paso: ganarse la confianza de Álvaro Uribe para que lo ungiera como su sucesor. Su campaña fue polémica por utilizar métodos de desprestigio contra su principal contendor, Antanas Mockus y porque creció a la sombra de Uribe, justamente lo mismo que le critica hoy a Óscar Iván Zuluaga. No fue el mejor candidato -en los debates lo superaban con creces Mockus y Gustavo Petro- pero logró su objetivo. Apenas se puso la banda tricolor, se demarcó de Uribe, quien hoy lo llama traidor.
En 1997, finalmente llegó a la alcaldía venciendo a Carlos Moreno de Caro. Y lo hizo contando con el apoyo del Partido Liberal, pero a nombre de su propio movimiento, La Bogotá que soñamos. En su cargo, continuó con algunas políticas de Antanas Mockus, dándoles su propia orientación. Siguiendo su formación profesional y su convicción personal, hizo énfasis en el desarrollo urbanístico, construyendo megabibliotecas, ampliando ciclorrutas, construyendo colegios, y parques (como el Tercer Milenio que levantó sobre las cenizas del Cartucho) e impulsando la primera fase de Transmilenio. Por este tipo de políticas ha sido criticado por centrar su gobierno en las obras de cemento, descuidando la cultura ciudadana, una de las banderas de su antecesor.
Un premio a la fidelidad
Uribe nombró a Zuluaga como consejero presidencial, una forma de tenerlo cerca y manejando temas de alto calado, hasta que le encontró el cargo anhelado, el ministerio de Hacienda. Su paso fue controvertido. En el congreso fue destacado por su juicio, pero tuvo varios episodios que lo dejaron mal parado ante la opinión pública.
Fotos: Archivo El Espectador - Cromos - David Schwarz