Paula Arcila
Los 21 años que ha vivido en Estados Unidos no le han borrado a Paula Arcila su acento paisa. Nacida en Medellín, esta locutora ha logrado posicionarse como una de las voces más reconocidas del país norteamericano, gracias a su paso por programas como De regreso a casa de Caracol Radio, Quien tiene la razón con la Doctora Nancy Álvarez, y El Desayuno junto a Javier Romero y Danny Cruz, el show radial mañanero más importante del sur de la Florida.
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Su talento en la radio, ha trascendido a otros escenarios como las tablas, por sus actuaciones en obras como Monólogos de una Vagina, Mujeres ligeras, Cuando la muerte llama y por supuesto, Miss Cuarenta, el Stand Up Comedy con el que ha ganado reconocimiento en diversos países, agotando taquilla.
Recientemente visitó Colombia, decidida a resignificar los mitos que existen alrededor del abuso y la violencia contra la mujer, haciendo su debut como escritora. Su libro Una reina sin medidas, de carácter autobiográfico, ha sido la manera que Paula encontró para desnudarse y contar los episodios más trascendentales de su vida, a través de un lenguaje cautivante y lleno de humor.
Esto nos contó la colombiana en su paso por el país.
Has contado muchas cosas de tu vida. ¿Qué te guardaste para ti?
Las historias que guardé no son mías, son más de mi familia, a mi familia la cuidé mucho. Traté de pasar por ahí, pero no me quedé. Creo que hay que respetar un poquito eso también. Y de las cosas mías, quedaron muchas sin contar, a veces recuerdo y digo, ¡ve! me faltó contar esto. Pero no fue porque me lo propusiera sino porque se me pasó. Pero creo que lo más trascendental de mi vida está en el libro. Y la intención era en realidad esa, que la mujer se sintiera realmente acompañada con estas historias.
¿Cómo es la perspectiva de los latinos en Estados Unidos frente al gobierno de Trump?
Siento que, de los 21 años que llevo en los Estados Unidos, los latinos estamos viviendo el peor momento. O al menos así lo he percibido. Estamos en un momento muy crítico, sobretodo porque a mí todavía me llama la atención y me da un poco de dolor y de hasta vergüenza ajena, ver un latino o una mujer que haya votado por Trump, un tipo que salió públicamente a hacer unos comentarios absolutamente racistas y misóginos. Es como volver a estar con un hombre que te pega y te maltrata. En este momento somos el hazmerreír del mundo. La estamos empezando a ver difícil. Yo siento que reviví la historia del abandono de mi papá, que quedé huérfana en Estados Unidos. A ese señor no lo reconozco como mi presidente.
¿Cuáles han sido tus mayores lecciones de vida ahora que llegaste a los 40 años?
Una de las mejores lecciones fue quitarme de encima el estigma de la edad. Esto va a sonar a pura frase de cajón de los cantantes cuando necesitan vender discos, pero ¡esta es mi mejor producción! Cuando llegué a los 40 me di cuenta que no tenía miedo de sentirme de 40 años. A las mujeres nos han metido muchos cuentos: ‘que nos va a dejar el tren’, ‘que para cuando los hijos’. Al cumplir 40 mi vida hizo un clic; pensé de qué manera los iba a celebrar, y ahí fue cuando escribí el monólogo Miss 40 y me volví empresaria. Te puede ir muy bien a los 25 pero también a los 40 y puedes reinventarte a los 60.
¿Has sentido en el medio en el que te mueves tu edad representa alguna ventaja o desventaja?
Yo me siento mejor ahora que cuando estaba más joven, porque antes tenía el autoestima por el piso. Me sentía fea y poco valiosa. Ahora, en cambio, me siento una reina absoluta. Y así lo plasmo en el libro. Las mujeres nos hemos vuelto muy dueñas de nuestra vida sin importar la edad. Estamos marcando un giro en nuestro presente y futuro; somos independientes, trabajadoras, no nos da miedo tomar decisiones. Tener 40 tiene todas las ventajas y si me preguntas si quisiera volver a tener 25, te diría, ¡No gracias!
Siempre lo supe. Desde que era una niña. Como me sentía tan feita, ¿qué más podía hacer? ¡Pues ser chistosa! Siempre me he burlado de mi misma. Quizá en ese momento lo hacía porque quería poner un filtro, una barrera para protegerme. Ya después lo empecé a hacer con más honestidad. Todavía me burlo de mí pero soy consciente de mis cualidades y defectos, sin frustrarme.
¿Cuáles son esas medidas físicas y psicológicas que le han puesto a las mujeres en la sociedad colombiana?
Esos numeritos tan absurdos del ’90-60-90’, ¿quién se inventó eso? Y en la parte psicológica creo que la medida impuesta para nosotras está en encontrar un buen hombre, que nos represente, que nos pida matrimonio y con quien podamos tener hijos. Es como si la vida se tratara de eso. También está el tema del reinado cuando somos chiquitas. Mi familia siempre me decía cuando era niña que iba a ser reina. ¡No entiendo cómo se les ocurrió eso si yo sabía que era fea! Entonces ese cuentico de ser reina y luego casarse y tener hijos es un estigma que nos ha hecho mucho daño porque después si uno no cumple alguno de esos ‘requisitos’ pasamos a ser unas ‘perdedoras’ o unas ‘dejadas’.
¿Te sentiste presionada en algún punto de tu vida para cumplir con esos ‘requisitos’?
Claro. Yo respeto mucho a quien tiene sus hijos, pues yo soy hija. Igualmente respeto a quien se casa porque yo también tengo una pareja, llevamos cuatro años juntos y vivo feliz con él, pero no creo que esa sea la meta en la vida. La meta en la vida es ser uno feliz y punto. Tampoco le voy a hacer una apología a la soltería, no, pero creo que uno debe estar bien como este: sola, con hijos, sin hijos.
¿Nunca quisiste tener hijos?
No. Desde joven supe que no los quería. Y no creo en eso de tener hijos como si fueran un trofeo. Tengo amigas casadas de mi edad que piensan en tener hijos y cuando les pregunto la razón me dicen ‘pues es que imagínate, uno todo solo’. Si uno va a tener un hijo debe ser por convicción, no porque es lo que dicta la sociedad.
¿Tu condición de colombiana te representó una ventaja o desventaja a la hora de hacerte un camino laboral en Miami?
Hubo un tiempo en que yo era la única colombiana en la radio y allá llega mucho artista esperando sonar en Miami, pero no muchas veces no lo hacen porque no entra en la programación. Entonces yo intenté ayudarlos para que la gente los empezara a conocer. Me lleno la boca diciendo que la primera vez que Silvestre Dangond sonó en Amor, la emisora donde trabajo, fue por mí. A mí me fascinaba una canción de él y allá me decían, ‘pero es que esa música tiene mucho acordeón’, entonces yo la mandé a editar para que fuera más cortica y para quitarle un poco de acordeón y sonó. Lo mismo con Andrés Cepeda, Pasabordo, J Balvin, y otros artistas. Creo que hay mucho talento aquí y es muy bonito para ellos saber que su música tiene cabida en una emisora de otro país. Así que hago lo que esté a mi alcance para que suenen. Tampoco digo que los haya convertido en estrellas porque ellos ya lo eran, pero si me he dado el gusto de, como colombiana, darles un empujoncito.
Comenzaste tu carrera en la radio en el programa El Desayuno, junto a dos cubanos. ¿Cómo fue esa experiencia?
Eso sí fue difícil, pero porque Miami es de los cubanos. Ellos llevaban muchos años trabajando juntos y llega esta colombiana a decir palabras como 'zancudo', cuando ellos dicen es ‘mosquito', por poner un ejemplo. Me tocaba buscarle las palabras a ellos cuando les escribía los libretos. Y me cerraron un poco al principio, me dejaban solamente dar el tránsito, de vez en cuando opinar, llegaban los artistas y yo no hablaba. Fue un proceso lento. Han pasado trece años. También pasó que yo tengo una forma de pensar muy liberal y ellos son súper conservadores, medio machistas, fue complicado manejarlo, pero satisfactorio porque significó un reto mayor.
¿Por qué titulaste tu libro 'Una reina sin medidas'?
Mi discurso siempre ha sido el mismo: todas somos reinas. Y no tenemos medidas. Porque no existen las medidas perfectas y porque somos reinas sin medidas a la hora de querer alcanzar nuestras metas y nuestros sueños.
¿Te consideras feminista?
Totalmente y ojalá pudiera ser mucho más. Me confieso una feminista en pañales. Hay un problema muy serio que ha sido manipulado precisamente por el patriarcado. La gente piensa que ser feminista y ser machista es ser parte del bando de la mujer o del hombre. Y no. Ser machista es negativo, punto. Es malo que un hombre sea machista, es malo que una mujer sea machista, porque se trata de querer manipular a la mujer y lastimarla. El feminismo no, el feminismo es una lucha a favor de la mujer, pero no en contra del hombre. Soy feminista en pañales porque lo quisiera ser muchísimo más. Soy una principiante que está tratando de buscar la equidad y la igualdad a través de un monólogo, a través de un libro, de un postcast, pero creo que no hay que tener ni cuidado ni balance a la hora de decir feminista porque ser feminista no es malo, ¿cómo va a ser malo buscar la igualdad? si es que de todas maneras el hombre también sale favorecido porque el bienestar de la mujer, es el bienestar de la sociedad.
Uno de los capítulos de tu libro se llama "El silencio de una niña", ¿por qué una niña calla el abuso sexual al que es sometida?
Por muchas razones. Porque no saben que la están abusando, porque el abusador le pide complicidad, porque la amenaza, por miedo, por vergüenza, por presión, porque cree que nadie le va a creer. Hay tantas razones, incluso, muchas veces, al tratarse de una edad en la que uno está conociendo su cuerpo y su sexualidad, hay cosas que pueden provocar placer, sin entender muy bien la situación. Yo recuerdo que en uno de los abusos que sufrí, no era consciente de lo que me hacían. Me percaté cuando ya estaba grande y se de muchas mujeres, que cuando estaban chiquitas -a menos que se trate de un abuso con mucha violencia de por medio- no sabían lo que pasaba porque venía de una persona cercana: el papá, el hermano, el tío. Esas son las razones según mi experiencia.
¿Y por qué una mujer mayor, consciente de lo que le están haciendo, calla?
Calla por vergüenza. Porque la mayoría de las veces, las mujeres terminan siendo señaladas. Le preguntan, ¿por qué lo cuenta?, ¿ya para qué?, ¿por qué se vistió así?, quien sabe cómo lo miró. La vergüenza está por encima de todo. Alguien muy cercano a mí me confesó que tuvo que parar de leer el libro porque le recordó una situación parecida que vivió de niña. Y hasta el día de hoy, casada, con hijos y todo, nunca ha podido contar su mala experiencia ni siquiera a un terapeuta. La vergüenza es la palabra que nos cae, en ese sentido, a todas las mujeres. Y todos somos responsables de eso, de la manera como se juzga a las que somos víctimas de abuso.
Cuando decidiste hablar de esto en los medios de comunicación, la reacción de mucha gente fue pensar que lo hiciste por publicidad...
Hubo comentarios como ‘Ni que fuera la única’, ¿Quiere dar lástima?, y lo que tú dices, ¿Para qué se puso a contar eso ahora, por publicidad? Los leo y me da mucha tristeza ver lo equivocado que está el mundo. Sin embargo, la verdad yo no contesto esos comentarios. Pienso que quizá a las personas que escriben eso, también les pasó y están llenas de rabia por dentro. Si me pongo a juzgarlos, voy a terminar haciendo lo mismo que ellos están haciendo conmigo. Yo no conozco la vida de estas personas y ellos no conocen mi vida. Pero lo que, si hago, es quedarme con la parte buena de esto. También recibo muchos mensajes de mujeres que me cuentan sus historias, que confían en mí, que me dicen que, gracias a mi libro, decidieron tomar terapia, o superarlo. No me he arrepentido ni por un segundo de haber hablado.
También sufriste de maltrato físico y psicológico por parte de tu expareja. ¿Cómo lograste salir de ese círculo vicioso?
Lo más irónico es que no dejé mi relación por asuntos de violencia de género. El abuso físico no fue una constante, solo un par de episodios, pero la violencia psicológica fue terrible, sobretodo porque vino de una persona que trabaja con la salud. Llegó un momento en el que me vi como una ridícula. Me era infiel, me mentía frecuentemente y no hacía nada. Hasta mis amigos me comenzaron a ver con otra cara. Me dio mucha tristeza verme en esa situación, más aun, siendo una persona que lo tenía todo en la vida: un buen trabajo, una gran relación con mi familia, con mis amigos. Recuerdo que cada día despertaba al lado de este hombre y me daba una vergüenza, estaba tan decepcionada de mi misma. Un día tomé la decisión, ¡dije no más! Y se acabó. Un gran amigo me dijo: ‘Si usted va a terminar, termina, pero ya’ y compramos unos boletos de avión y nos fuimos de vacaciones. Cuando volví, era otra.
¿Qué mensaje tienes para las mujeres que están siendo víctimas de cualquier tipo de abuso?
Hablarles a estas mujeres es muy difícil. Yo siempre dirijo mi mensaje a las personas que están alrededor. Las amigas somos muy dadas a decir cosas como ‘A ella le gusta que le den’, ‘Yo no me vuelvo a meter’, ‘Ella verá lo que hace’, ‘Es un problema de marido y mujer’, y no. Esos son problemas de violencia de género. Creo que las personas que están alrededor también podemos ayudar. Lo he vivido del otro lado, he tenido amigas que han pasado por eso y yo no las abandono. Me alejo un poquito para que no me cojan pereza, pero creo que debemos estar muy presentes. No dejen solas a estas mujeres, estén pasa ellas, ellas necesitan ayuda.
¿Cuál es el impacto que has podido percibir de tu libro entre las mujeres?
He recibido mensajes por todos los medios posibles, de mujeres que me cuentan sus historias. Yo intento contestar a todas mientras esté dentro de mis capacidades, dejando claro que en mí no está la respuesta. Yo no tengo la fórmula mágica para resolverles la vida porque ni siquiera la mía la tengo resuelta. Cuando puedo hablar desde mi experiencia intento contestarles.
¿Qué pueden esperar sus seguidores de ti el resto del año?
En octubre vengo a Colombia con Miss 40, y con el libro empezamos a planear unas charlas precisamente para poder conversar todas las mujeres.
¿En qué crees?
Yo creo en Dios, en lo que no creo mucho es en los voceros que se consiguió.
¿Qué le agradeces a tu papá?
Le agradezco su talento, porque siento que heredé muchas cosas de él; el sentido del humor; agradezco que no se haya quedado con mi mamá, hubiera sido una vida terrible; agradezco que se haya puesto en contacto conmigo en algunas oportunidades, y que haya intentado reestablecer la relación, creo que dijo más de lo que podía.
¿Qué significa para ti la palabra reina?
Yo soy una reina, todas somos unas reinas. La palabra reina es sentirse realizada cómoda y feliz con lo que cada una tiene. Ser reina es la manera en la que nos sentimos. Con corona, o sin corona es lo que me hace sentir realizado y lo que me hace sentir feliz.
Fotos: Daniel Álvarez.