
El color dorado predominó este 2016. Eso es emocionante porque va de la mano con el aroma de la victoria, que me acompañó durante estos doce meses. En general, para el deporte colombiano fue un excelente año, muchos deportistas nos dieron grandes triunfos y alegrías. Es inspirador saber que el deporte une a Colombia.
Este año fue una muestra más de que los sueños se cumplen, solo hay que ir a buscarlos. Y siempre surgen más. Obtener el triunfo en Londres fue uno de esos sueños que se hicieron realidad, pero cuando recibí esa medalla ya tenía en mente el siguiente objetivo: conseguir una nueva en Brasil. Y lo logré. Fue un momento poderoso y muy gratificante. Pero a mí, más que ganar medallas, lo que me motiva es lo que siento antes de que empiece la competencia.
Cuando me subo al partidor, parece como si el corazón se me fuera a salir del cuerpo. Me impulsa superar lo que ya he logrado y espero seguir haciéndolo. En 2017 vienen varios retos: quiero ser la campeona de las rondas europeas y de los juegos bolivarianos en Colombia. En mi carrera deportiva todavía quedan muchas páginas por escribir.
Ha sido un año lleno de alegrías y de emociones, que son todavía más gratas cuando puedo compartirlas con mi familia, como ocurrió en el 2016. Puedo decir con plena certeza que en estos 12 meses no me ha hecho falta nada. ¡Estoy feliz! Y, como si todo lo anterior fuera poco, llegó un último podio en diciembre: ocupé el segundo lugar en la premiación al deportista del año de El Espectador. Es un reconocimiento grandísimo y fue un honor estar al lado de Caterine Ibargüen, ¡otra mujer!”.
Foto: David Schwarz.
