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Murió Heriberto Fiorillo: recordamos al periodista y a su Carnaval de las Artes

‘El hombre que rompe el hielo’ se titula la nota sobre Heriberto Fiorillo que publicamos en las páginas de Cromos en 2009, días antes de la tercera edición del Carnaval de las Artes. A continuación, la reproducimos para recordar al maestro que falleció el lunes 29 de mayo.

Por Redacción Cromos
30 de mayo de 2023
Fiorillo creó el Carnaval de las Artes.
Fotografía por: Cromos

Heriberto Fiorillo trabaja en un edificio de dos pisos que hace 60 años era la sede de La Cueva, el mítico bar del Grupo de Barranquilla que él mismo se encargó de restaurar. De su oficina entra y sale gente, en su mayoría mujeres que no deben de pasar de los 28 años. En las paredes cuelgan recortes de prensa que hablan del Carnaval de las Artes y el ruido de los teléfonos y de los obreros que arreglan el lugar obliga a hablar un poco más duro de lo habitual.

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Sin embargo, Fiorillo se mantiene inalterado. Esa mañana estaba ultimando detalles de las charlas, muestras y proyecciones que estaban programadas para el Carnaval de las Artes, que este año (2009) cumplió su tercera edición.

Cuando intenta recordar cómo terminó dirigiendo la Fundación La Cueva y creando su propio carnaval, se toma su tiempo y concluye: “Una inquietud por la imaginación”. Porque para él, la vida es un eterno juego que no da cabida sino para la risa. Como buen barranquillero, tiene fama de mamador de gallo, –algo que cataloga como una de las cosas más serias del mundo– y responde a las acusaciones con una cita de Alfred Hitchcock: “Un buen drama es como la vida, pero sin las partes aburridas”.

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Él evita tener partes aburridas. Es por eso que se niega a permitir que los barranquilleros se conviertan en turistas dentro de su propia ciudad durante el Carnaval de Barranquilla, observando desde los palcos el paso de las comparsas mientras saborean un whisky.

¿Dónde había quedado la tradición barranquillera de disfrazarse, bailar y gozar la fiesta de la Arenosa? “Hacía falta la loca de la casa: la imaginación –expresa–. Era necesario devolverle el caos natural al carnaval”.

Sentía que desde que los jóvenes se comenzaron a vestir de jeans y camisetas, la delicia de vivir el carnaval en cuerpo y alma, de gozarlo con sus parrandas, sufrirlo con sus guayabos y bailarlo en medio de la muchedumbre con el atuendo de rigor, se había perdido. “Ponerse una camiseta con una marimonda es abstraerse de la fiesta. Para saber qué es, hay que vivirlo, quien lo vive es quien lo goza”, remata.

Por eso su Carnaval de las Artes quiere servir de preparación para la fiesta, a la que hay que asistir disfrazado “o pagar multa”. Según Fiorillo, si el barranquillero se define colectivamente por el carnaval, hay que rescatarlo de la rutina y las etiquetas. Otra tara contra la que lucha es la solemnidad, “hermana del aburrimiento”.

Para él lo único certero es que hoy estamos aquí, pero 10 segundos después podemos haber partido para siempre, motivo por el cual no debemos perder el tiempo en pomposidades; tampoco dejarnos dominar por la tristeza en momentos de depresión. “Hay que subirle la moral a la gente jugando con el lenguaje, ridiculizando la realidad, encontrándoles nuevos sentidos a las palabras, aprendiendo a ser ambiguo para burlarse de la gente y aprender a burlarse de uno mismo –asegura–. Como decía Cepeda Samudio, el mejor invento para hacerlo es la literatura”.

Se dice que a medida que las personas crecen van perdiendo su capacidad de sorprenderse. No es el caso de Fiorillo. Cuando era pequeño conoció al mago Burlete, quien años después le enseñó en qué consistían los trucos. También de pequeño se maravilló con el cine, y años después se metió a un curso de guión donde aprendió los trucos del séptimo arte. Sin embargo hoy, al sentarse en una butaca a ver un espectáculo de magia o la proyección de una película, vive el momento como si fuera la primera vez.

Por eso volvió a Barranquilla después de probar suerte en Nueva York, para trabajar como si estuviera en unas eternas vacaciones bajo el calor del Caribe. Porque la vida para Heriberto debe ser un juego que no termina y que debe recrearse de la mejor manera posible todos los días.

Redacción Cromos

Por Redacción Cromos

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