
'Paciente', una historia que nadie quiere vivir
Nubia Martínez no creyó en el diagnóstico que le dieron los médicos a su hija Leidy Ortegón, cuando le dijeron “no tiene nada”. La dejó parada en el pasillo y, sin pedir permiso, entró al consultorio. Del hospital no se iba a ir sin una respuesta. Estaba dispuesta a escuchar lo peor. En el consultorio saludó escuetamente al médico y preguntó con frialdad “¿cómo me voy a llevar a mi hija así, si ella está mal de su brazo?”. No había que ser experto para afirmarlo con certeza. El brazo de Leidy estaba hinchado, de la mano para arriba. La respuesta del médico empañó la puerta de madera del consultorio: “si su hija está mal, entonces hay que internarla”, dijo con tono de portazo, como si instantes atrás no la hubiera mandado para la casa, con diagnóstico favorable. A Leidy la remitieron de inmediato a una habitación sencilla. Turnándose la acostada en la cama, para no entumirse, transcurrieron quince largos días para que le hicieran la biopsia. El miedo de su madre Nubia se convirtió en realidad.
Había esperado cada segundo, cada gota del suero colgado de un brazo metálico, para saber la verdad. “Le dejaron desarrollar el mal, porque si ellos hubieran reaccionado a tiempo, con sus exámenes, sabiendo que ella estaba muy avanzada, Leidy estaría...", explica Nubia, con una tristeza difícil de disimular.
Según ella, el calvario empezó con un golpe en la mano. Un golpe con un escritorio que se puede dar cualquiera. Y en plena pelea contra el sistema para afrontar su cáncer creciente, Leidy se encontró con el director de cine Jorge Caballero y su equipo de trabajo. Fue en los pasillos del Instituto Nacional de Cancerología. El director de fotografía se acercó a preguntarle a Nubia por su situación. Para entonces, la lucha de madre e hija iba a cumplir año y medio.
La empatía, en medio de la adversidad, fue instantánea. Jorge estaba en plena investigación para un documental sobre el sistema de salud colombiano. En carpeta tenía sesenta historias, como las de la familia Ortegón Martínez. “La mayoría de personas que se hacen cargo de un enfermo son mujeres. Madres, tías y hermanas suelen cargar el peso grande de cuidar a sus familiares. Después de hablar con Leidy y Nubia, nos dejaron cubrir este proceso durante cinco meses, entendiendo cómo es la valentía y el coraje en la enfermedad”, dice Jorge.
La película Paciente inicia con Nubia caminando, ficha en mano, por un pasillo, yendo a una sala de espera. En un mostrador, un funcionario de la EPS le dice que vaya a otra unidad, que a ellos no les corresponde entregarle la medicina. Nubia le explica que ya fue al lugar a donde la están enviando. Que allá le indicaron que tenía que ir al mostrador en el que estaba. Sus diligencias transcurren al ritmo de la burocracia de la salud. En el resto de la película, a pesar de las adversidades, Nubia conserva la paciencia. Pregunta al que haya que preguntarle con tal de conseguir el remedio para paliar los dolores de Leidy o de dar con lo que fuera necesario para el bienestar de ella. “Todo lo que uno no ve en la película está plagado de momentos así, en ocasiones los del equipo dejábamos de grabar por ayudarlas, por hacer de ambulancia, por conseguir un medicamento, por el dolor o por lo que fuera”, explica Jorge, quien vive entre Barcelona y Bogotá.
De su experiencia con las protagonistas de Paciencia, el director recuerda la dulzura de Leidy, a quien el espectador nunca ve en el documental, pero la siente. Escucha su voz neblinosa que se entiende a través del diálogo con su madre. En un momento, llega la hora de su operación. Nubia le explica por qué es necesario realizar una traqueotomía. Leidy escucha con estoicismo que tiene una masa en la garganta que puede dificultar su respiración durante el proceso. Nunca se queja, es quizás más fuerte que cualquier persona sobre la tierra. “Lo más difícil de la película no fue el rodaje, sino el montaje. Durante un año, no pude ver el material, se me devolvía de una manera muy violenta, no sabía por dónde abordarlo, me traía miedos”, dice Jorge.
"Corrí mucho en los hospitales. Dos años peleamos con la enfermedad. Lo más difícil fue el principio. Fuimos al médico para saber por qué tenía esa bola en la mano y no le brindaron el cuidado necesario.
El 21 de abril, Paciente se estrenó en las salas de cine. A Nubia le dio duro ver la película de su hija y experimentó lo que le sucedió a muchos espectadores: quiso verle la cara a Leidy. Sin embargo, esa ansiedad se le curó cuando le escuchó la voz. Ahí, en el audio y en la imagen, quedó inmortalizada su primogénita que quería estudiar gastronomía. Quedaron inmortalizados ella y muchos pacientes del país que luchan a diario y en silencio contra el sistema de salud que les tocó en suerte.
Foto: Paulo Cajigas


