
Dos mujeres y una vaca gira en torno al deseo de dos mujeres analfabetas por averiguar el contenido de una carta enviada por Pastor, hijo de Rosana y esposo de Hermelinda, a quien no ven hace más de seis meses. La cinta cinematográfica colombiana, se estrenará el 19 de mayo en las salas del cine del país.
Efraín Bahamón, director del film, cuya trayectoria ha transcurrido entre la literatura y el cine en diferentes instituciones del país, habló con CROMOS sobre su ópera prima.
1. ¿Qué lo inspiró a hacer de Dos mujeres y una vaca su ópera prima?
La imagen de un niño aferrado al cuerpo sin vida de su madre, tras una incursión paramilitar fue lo que originó el deseo de hablar de las causas de la violencia y el hecho de que los colombianos aceptamos la violencia y la injusticia como algo cotidiano que no se puede cambiar.
2. ¿Qué fue lo más complejo de filmar una película, cuyo desplazamiento es constante, en una zona rural? ¿Qué lo motivó a elegir esta locación?
Decidimos filmar en el Huila porque allí estaban todos los paisajes que el guion describe y en términos de producción era lo más acertado, además las locaciones también se van desgastando y es hora de buscar nuevos escenarios naturales. Tuvimos distintas dificultades como la capacidad hotelera de los municipios, a veces nos tocaba repartirnos en varios hoteles, el calor y los mosquitos; esta es una película hecha 90% en exteriores, fueron cinco municipios. Cada semana había que armar, desarmar carpas y trasportar a la gente a una nueva locación. Trabajar con una vaca, imaginaba que eran dóciles y resistentes, pero resulta que son animales muy sensibles, que se cansan y se estresan como cualquiera de nosotros. Si la vaca no estaba bien o le pasaba algo, tendríamos que cancelar el rodaje.
3. ¿Cuál es el tema intrínseco en Dos mujeres y una vaca?
Es un diálogo entre la venganza y el perdón; ante la ausencia de justicia, las personas terminan por hacer justicia por mano propia y eso lo que hace es agrandar la ola de violencia. La venganza es como una bola de nieve, si no detienes el odio, terminará por consumirte.
4. ¿Hay alguna relación entre el analfabetismo y la indiferencia por el conflicto que viven las dos mujeres?
Leer es un acto que va más allá de la decodificación de signos. En Colombia el analfabetismo político degenera en la ausencia de conciencia política. Creemos que nuestro dolor es el único que importa y nos resulta muy complicado asumir la verdad de los otros. Es decir, somos incapaces de reconocer, entender y asumir verdades diferentes a la nuestra y eso nos lleva a una lectura incompleta de la realidad. Las protagonistas de la película saben que existe un conflicto, pero no entienden cuál es su rol en esta guerra ajena. Al igual que miles de víctimas, lo único que quieren es sobrevivir, llegar vivos al siguiente día. Sin embargo, Rosana y Hermelinda termina por reconocer que la única forma de reconciliación es entender los motivos del otro y aprender a vivir con la verdad, así esta sea dolorosa.
5. Dos mujeres y una vaca es de un relato sencillo en el que se enmarca toda la complejidad humana, cuyo tratamiento del tema de la violencia queda inmerso en la narración, ¿cree que este es un inicio para que la cinematografía colombiana tenga un enfoque diferente sin dejar de lado la importancia de mostrar su contexto?
Desde niño sentí fascinación por el cine y la literatura. A los cinco años ya contaba a mis hermanos y amigos las películas que veía en el cine. Eso me generó un gusto por narrar, pero nunca he intentado fingir de escritor de literatura. En mi opinión, escribir guiones es una actividad más cercana a la artesanía, me siento muy cómodo al saber que un guion es un mapa de ruta que sirve para que un grupo de creadores inicien un viaje colectivo. Siempre supe que el guion de Dos mujeres y una vaca, iba a ser más un examen a las razones del odio y la violencia, que una graficación de la violencia en sí misma. No sé si mi película logre algún tipo de trascendencia en nuestra historia fílmica, pero lo que sí creo es que hoy, las nuevas voces del cine colombiano, están encontrando nuevas miradas y enfoques para hablar de nuestra realidad y el conflicto: películas como La tierra y la sombra, La Sirga o El vuelco del cangrejo, son obras que revelan una manera distinta de aproximarse al tema de la violencia, desde una mirada poética si se quiere, y más estructuradas alrededor del personaje; lo cual exige una mirada más profunda y comprometida por parte del espectador.
6. ¿Hay una intención de denuncia del contexto político?
Evidentemente, pero no es una película discursiva. Godard dice que todo corte en edición es un acto político. En mi caso, me he concentrado en resaltar el rol de las víctimas, porque como dice Michael J. Lazzara: "Olvidar significa que las voces de los hundidos se pierdan para siempre; significa rendirse a la historia de los vencedores".
7. ¿Cómo fue su reciente participación en el Festival de Cine de Málaga? ¿En qué otros festivales ha participado?
Málaga sirvió para confirmar que la película logra hablar de un tema universal, que cautiva a públicos de latitudes distintas. En los foros después de cada proyección se dieron interpretaciones y lecturas que ni yo mismo habría imaginado. La película ha sido aceptada en más de veinte festivales y el año pasado ganó el premio a mejor película colombiana en el Colombian Film Festival de Nueva York. Ahora va para Singapur, los Ángeles y la semana del cine de Toronto.
Foto: Cortesía.