Su nombre es Sonja Semyonova (45 años) y en un extremo algo pintoresco de la comunidad ecologista, emerge su historia que despierta la curiosidad y desafía las convenciones. Es una mujer que afirma mantener una relación erótica con un árbol. Este fenómeno, conocido como ecosexualidad, ha llevado a esta ciudadana a compartir su experiencia única en el reino vegetal.
“La sensación de ser pequeñita y sostenida por algo tan sólido, la sensación de no poder caer. Había estado anhelando esa oleada de energía erótica que viene cuando conoces a una nueva pareja”, expresó a Daily Star.
Sigue a Cromos en WhatsAppTe puede interesar: El mantra de Carolina Cruz para alejar las malas energías: ¿lo has hecho?
¿Qué es ser ecosexual?
Identificándose como una ecosexual, esta mujer de Columbia Británica sostiene que su conexión íntima con un árbol va más allá de la mera admiración por la naturaleza. Según ella, existe una conexión emocional profunda que se traduce en una experiencia erótica, desafiando las percepciones tradicionales sobre las relaciones interpersonales.
Así descubrió su ecosexualidad: “Estuve caminando por un sendero cerca del árbol cinco días a la semana durante todo el invierno. Noté una conexión con el árbol. Había un erotismo con algo tan grande y tan viejo que me sujetaba”.
Para el lector que se está rasgando las vestiduras, Sonja asevera que no participa en actos sexuales con el árbol; los sentimientos que le despierta la naturaleza van por otro camino, que no necesariamente es sexual: “Un gran error es pensar que la ecosexualidad significa sexo entre las personas y la naturaleza, es una forma diferente de explorar lo erótico”, dijo.
Lee: Muerte de Canserbero: su exmanager Natalia Améstica confesó el asesinato
Los defensores de la ecosexualidad argumentan que esta forma de expresión romántica hacia la naturaleza promueve una mayor conciencia ambiental y un respeto renovado por la biodiversidad. Sin embargo, la sociedad aún se encuentra en las primeras etapas de comprender y aceptar esta perspectiva única sobre el amor y la conexión con el entorno natural.
Las reacciones ante esta historia varían desde la aceptación hasta la incredulidad. Mientras algunos ven en esta expresión ecosexual una forma de unión espiritual y respeto por el medio ambiente, otros lo perciben como una extravagancia o incluso un acto de performance que desafía las normas convencionales de la intimidad.
Este fenómeno plantea preguntas sobre la diversidad de las experiencias humanas y cómo la conexión con la naturaleza puede manifestarse de maneras inusuales. Más allá de la sorpresa inicial, la historia de esta mujer ecosexual invita a reflexionar sobre la complejidad de los vínculos humanos y la capacidad única de cada individuo para encontrar significado y conexión en lugares aparentemente inesperados.
