
Sus ojos amarillos se roban con facilidad la atención. Si al poder de su mirada le sumas la fuerza de sus palabras y el movimiento de sus gestos, el que la entrevista por primera vez se pregunta ¿por qué no la conocí antes? Su energía es envolvente y viva. Y si vuelves sobre la idea del color de sus ojos quedas atrapado en su conversación. Alejandra Borrero está en Cromos para hablar Ni con el pétalo de una rosa, festival que del 20 al 27 de noviembre girará en torno a los flagelos y desafíos que enfrontan las mujeres colombianas.
Un plan imperdible del Festival.
Toda la semana vamos a tener teatro, cada día hay una función diferente. El miércoles 23 tendremos Antígona, dirigida por Bernardo Rey. El próximo 25 de noviembre vamos estar desde la 1:00 p.m. en una gran marcha de mujeres, a la que se unirán varias organizaciones en la Plaza de Bolívar. En la noche haremos un espectáculo de la luz, porque nosotras nos vamos a tomar el Congreso de la República con un performance que reflejará el empoderamiento de las mujeres.
El 26 de noviembre vamos a estar tejiendo los árboles del Parkway. Estamos invitando a las colombianas y colombianos a que lleven retazos de costura, a que pongan un pedacito de tela en los tallos. La idea es realizar un homenaje a sus recuerdos, a su familia, para que queden ahí plasmados. La aguja tiene la capacidad de romper y unir, puede abrir una herida y cerrarla, la aguja es un gran símbolo, porque con ella podemos tejer un país distinto.
¿Qué hay del sur de la ciudad? ¿Sólo se concentrará en el centro?
Con la Secretaria Distrital de la Mujer resignificaremos espacios en Kennedy, Santa Fe, Ciudad Bolívar, San Cristóbal y Bosa, para que sean más seguros para las mujeres. Los vamos a recorrer con un performance que explorará las nuevas masculinidades. Tenemos un grupo de hombres que estará cantando “sin vergüenza de ser hombre, sin vergüenza de hacer oficio, sin vergüenza de aceptar un No como respuesta, sin vergüenza de criar a los hijos, sin vergüenza de ayudar en la casa”. Con la canción vamos a recorrer la ciudad haciendo escenas de teatro invisible, montando escenas de peleas en donde un hombre le dice al otro “a ver, deme, no sea cobarde” y el otro le responde “sin vergüenza de no pelear”. En el festival apuntamos a una cultura de imaginarios, queremos combatir los escenarios que perpetúan los estereotipos, sabiendo que los hombres son los primeros que tienen que hacer el cambio. Cada uno escoge qué clase de hombre quiere ser.
¿Cómo vivió el pasado 2 de octubre, día del plebiscito?
Me fue mal, lloré mucho, fue difícil para mí. Realmente me puse la camiseta del Sí, creí que las mujeres colombianas iban a esgrimir esto por encima de todo. Salí a votar con bandera de Colombia y con bandera blanca, y la gente que votaba por el Sí me hacía una especie de seña escondida, muy tímidos. La sensación era de miedo en la ciudad. Al otro día, con las marchas en apoyo al proceso de paz, yo decía “¡esto es lo que debió pasar ayer!”. Ese lunes me monté en un taxi y la chofer me dijo “yo voté por el No porque sabía que iba a ganar el Sí”. Yo no podía creer lo que me estaba diciendo. Ese 2 de octubre ojala nos haya servido para cambiar la polarización del país. Por eso es importante que hoy la gente se deje permear por el arte, porque va directo al corazón y no al juicio.
¿Cómo ha afectado la coyuntura social y política a Ni con el pétalo de una rosa?
El festival estaba pensando para un momento poético, creíamos que hoy íbamos a estar en un momento de reconciliación. Personalmente creí que en Colombia íbamos entendiendo que hay necesidad de cambio, y de repente, el 2 de octubre dimos un paso atrás. Creemos en la visión de género que hay en el acuerdo, que es de aplaudir, y que ciertas personas malinterpretaron.
Enredado el segundo acuerdo de paz, ¿qué sigue?
No sólo al gobierno y a la oposición les toca ceder. Todos tenemos que luchárnosla a pesar de las adversidades. De todos modos es valioso decir que las mujeres no damos un paso atrás, que realmente las mujeres que hemos sufrido en esta guerra, junto a las minorías, y tenemos derecho de decir “no más guerra” y exigirle al gobierno. Agradezco que Santos no nos haya sacado del acuerdo. No podemos seguir siendo botín de guerra. Pareciera que la gente no sabe lo que sufre una mujer abusada. Hay que trabajar por ellas y por eso estamos firmes con el festival, para decir “aquí estamos trabajando por ellas”. Le quiero decir que la violencia contra las mujeres ha aumentado y le quiero decir también que hay riesgo de que la situación empeore.
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Foto: cortesía.
