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Venus en piel, el nuevo reto actoral de Marcela Mar y Julián Román

Fabio Rubiano, director, junto a Marcela y Julián, protagonistas, hablaron sobre el proceso de montaje y la adaptación de la obra de David Ives que fue exitosa en Broadway, y confirmaron que no hay nada más erótico que el poder.

Por Redacción Cromos

23 de agosto de 2014

Venus en piel, el nuevo reto actoral de Marcela Mar y Julián Román

Fotografía por: Photographer:Gustavo Martinez
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Vanda Jordan llega tres horas tarde a su audición. Son las siete y Thomas Novachek, el director de la obra, la había estado esperando desde las cuatro. Novachek estuvo presenciando audiciones todo el día, 35 actrices en total, y ya no quiere más. Ninguna tiene las características que él está buscando en Vanda Dunayev: ninguna parece una mujer del siglo XIX. Vanda Jordan tampoco lo parece, pero es tan insistente que Novachek accede a hacerle la audición. La Venus de las pieles, la obra que van a representar, cuenta la historia de Vanda Dunayev, una señorita culta, y de Kushemski, un escritor que le hace una propuesta: le pide a ella que lo domine. Le dice que quiere convertise en su esclavo. Y ella acepta.

Así empiezan los juegos de poder. Dunayev busca dominar a Kushemski y, mientras tanto, Jordan, como la actriz que interpreta a Dunayev, busca también dominar a su director. Ese juego se intensifica en el transcurso de la obra, se va diluyendo, se va confundiendo hasta que llega el momento en que ya no se sabe si son los personajes –Dunayev y Kushemski– o los actores –Jordan y Novachek– los que están enredados, entre el deseo y la dominación, en una situación decadente sin reversa. Es tanta la fuerza en escena, que uno se cuestiona a qué horas llegaron a ese punto.

Que el público llegara a hacerse esa pregunta fue uno de los objetivos de Fabio Rubiano a la hora de dirigir este montaje. La obra está construida por capas: Fabio Rubiano dirige a Marcela Mar y a Julián Román en Venus en piel, la obra cuyos personajes son Jordan y Novachek.

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Estos últimos ensayan otra puesta en escena, La Venus de las pieles, y en ella representan a Dunayev y a Kushemski. El reto actoral es alto. Cada uno de los actores debe interpretar dos personajes distintos y cambiar de uno a otro en escena, de manera orgánica: «Que no sevea el histrionismo», sostiene Rubiano. «A mí me gusta cuando el actor se mueve así, suavecito, hasta que ya tiene un músculo bien desarrollado. Ellos fueron creciendo, en pasión, en acercamiento, en odio. Tenían que ser elementos muy sutiles para lograr el efecto».

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Fabio Rubiano, director de la obra.

 

Gracias a la dirección y a un trabajo personal intenso, Mar y Román lograron el objetivo. «El método de Fabio no es el de abordar la escena directamente. Él empieza por hacer un trabajo paralelo con improvisaciones. Lo va llevando a uno de la mano por unos caminos que uno desconoce, pero él sabe muy bien adónde quiere llegar», cuenta Marcela Mar sobre el proceso de montaje. De ese modo, con improvisaciones, fueron llegando, tanto ella como Julián Román, a moldear cada uno de los personajes, a entenderlos, y a aterrizarlos en Colombia.

Buscaron que esos sujetos neoyorquinos, originales de la obra de Ives, se trasformaran en dos personas que pudieran identificarse en las calles bogotanas; corriendo para coger un bus, mojándose bajo la lluvia, caminando en tacones a pesar de sí mismos.

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Y esas transformaciones fueron moldeando el texto. Un texto que, a su vez, fue el producto de varios niveles de traducción. Venus en piel, la obra que dirige Rubiano, es una adaptación de La Venus de las pieles, la obra escrita por David Ives a partir de la novela Venus im Pelz, de Leopold von Sacher-Masoch, de 1870. Marcela Mar, la gestora y productora del montaje, fue la encargada de comprar los derechos de una traducción argentina que ya existía. Y fue sobre ella que Rubiano realizó el trabajo de dramaturgia. Veía las improvisaciones y anotaba. Luego adaptaba eso que había visto en escena a la estructura original de la obra.

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El resultado fue un texto que trasmite la esencia de la obra de Ives pero que resulta cercano para los colombianos. Nos permite entender y conectarnos, no solo con los diferentes niveles narrativos sino también con temas tan complejos como el sadomasoquismo y la problemática de género, que están siempre latentes en la obra. Para Rubiano, la ambigüedad es lo que atraviesa el texto: no hay nada explícito, todo es una insinuación a partir de una dialéctica del poder. «No hay nada más erótico que el poder –afirma–. A veces uno siente que la mujer se sobrepone pero, un momentico, esta es una obra escrita por un hombre. ¿Quién tiene el poder entonces?».

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La que tiene el poder en esta puesta en escena es Marcela Mar. «Ella es mi dueña y productora», dice Rubiano. Ella fue la encargada, más allá de su propia actuación, de asegurar que todo estuviera listo para el día del estreno, que el trabajo en equipo fuera efectivo, que la estética de la obra fuera clara. Y lo logró. Sin duda alguna. Solo había que ver la respuesta de los espectadores el día del estreno y los días que vinieron. «El público ha entrado en el juego. Cuando se establecen puntos de comunicación y estamos hablando el mismo idioma, yo me siento feliz»,dice Rubiano.

 

Fotos: Camila Díaz

Por Redacción Cromos

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