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Fany Mayden: una vida guiada por el servicio, la gratitud y la familia

Con una fuerza tranquila y una vocación genuina por servir, Fany Mayden ha dedicado 30 años a crecer, aprender y acompañar a otros. Esta es la historia de una mujer que encontró propósito en su trabajo, equilibrio en su familia y alegría en cada etapa del camino.

Por María Alejandra Castaño Carmona

26 de noviembre de 2025

Fotografía por: GUSTAVO TORRIJOS
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Hay historias que no se escriben con prisa. Historias que se van armando despacio, entre aprendizajes, afectos y decisiones que parecen pequeñas, pero que terminan marcando un camino entero. La vida de Fany Mayden es una de ellas.

Fany creció en una familia donde la base siempre fue el cariño y la autoridad de una mujer que se convirtió en su modelo a seguir: su mamá. Con solo tercero de primaria, pero con una inteligencia práctica admirable, era quien organizaba las finanzas del hogar, quien sabía exactamente dónde mercar, qué estaba costoso y qué no.También era la voz firme, la de los permisos, la que imponía orden y enseñaba con el ejemplo.

De ella, Fany heredó la disciplina, el gusto por la organización y la idea de que el trabajo —cualquier trabajo— se hace con dedicación y respeto.

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Aunque no tiene hijos, su vida está llena de familia. Diez sobrinos, varios sobrinos nietos, y otro por venir. Todos crecieron sabiendo que su tía trabajaba en “una empresa muy especial”, y guardan recuerdos divertidos: colecciones completas de gorros navideños, historias de eventos, regalos y anécdotas que Fany les compartía con entusiasmo. “Mis sobrinos sienten que esa empresa también hace parte de ellos”, dice con orgullo.

Una búsqueda, un encuentro inesperado

En 1995, con 25 años y estudiando sexto semestre de Administración de Empresas, Fany buscaba un empleo que la ayudara mientras terminaba su carrera. No tenía grandes expectativas, solo quería aprender, tener estabilidad por un tiempo y luego “buscar otros horizontes”.

Pero el destino la llevó a un lugar que aún no imaginaba que marcaría su vida.

Su primer día en Compensar fue un sábado al mediodía. Entró a trabajar los fines de semana a Compensar, en taquilla. Allí la recibió Javier, un compañero que sin saberlo se convirtió en su primer padrino laboral: le mostró cada espacio, le explicó cómo funcionaban las ventanillas, la llevó a las piscinas, al sauna, al turco. “Fue tan cálido, tan atento, que desde ese día sentí que estaba en el lugar correcto”, recuerda.

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Y también conoció a Margarita Caicedo, la gerente de ese entonces, una líder cercana, cariñosa, que orientaba sin imponer. Aún hoy, Fany la recuerda con gratitud.

No imaginaba que ese empleo de fin de semana se transformaría en un proyecto de vida.

A finales de los 90 se presentó a una convocatoria del equipo de Talento Humano, cuando la organización tenía cerca de 1.100 colaboradores. Hoy son casi 14.000. Fany ha sido testigo del crecimiento, de los cambios, del paso de generaciones enteras de líderes y compañeros.

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Uno de los retos más grandes de su carrera llegó en 2008. La empresa inició un ambicioso proyecto para fortalecer una institución educativa —entonces llamada Unipanamericana— y Fany fue enviada en comisión como líder de Talento Humano.Su misión no era simple: integrar dos culturas, llegar con respeto, sin imponerse. “La clave fue escuchar, generar confianza y mostrar que llegábamos a sumar”.

Fueron dos años intensos, enriquecedores, que marcaron su manera de comprender el servicio y el liderazgo.

Fotografía por: GUSTAVO TORRIJOS

Con el paso del tiempo, Fany también se convirtió en tallerista del programa que prepara a las personas próximas a su etapa de retiro. Durante más de una década ha enseñado a otros a planear, organizarse, proyectarse. Pero ahora, mientras se acerca su propio momento de pensión, vive ese aprendizaje desde otro lugar.“Es diferente cuando te toca aplicarlo a ti misma”, dice.

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Sueña con una vida más pausada: mercados a media mañana, viajes planeados con calma, tardes de café con amigos, días sin afán. Y, sobre todo, el deseo profundo de acompañar a sus padres mientras pueda.

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Una vida entrelazada con una organización que también creció

Durante 30 años, Fany ha caminado al lado de Compensar, que la vio llegar como estudiante, que la acompañó a construir su patrimonio, que le dio oportunidades, confianza y un equipo donde siempre se sintió valorada. Una organización que ella describe como “un lugar que enamora”, donde nunca se sintió un número, sino una persona parte de un propósito mayor.

Y aunque han pasado por transformaciones enormes: expansión nacional, nuevos servicios, nuevas generaciones, conservan algo que para Fany es irrenunciable: el respeto por el otro y la vocación por servir.

Ese lugar que marcó tres décadas de su vida, que acompañó sus sueños, que fue casa y escuela, y que también en el 2025 celebra 47 años de historia.Para Fany, ser parte de esa trayectoria ha sido un privilegio. “Soy feliz. Me siento bendecida de haber llegado aquí”, afirma sin dudar.

Su historia es la de una mujer que encontró en el servicio una forma de agradecer, en el trabajo una oportunidad de crecer y en las personas un motivo para quedarse.Una historia que inspira, porque está hecha de coherencia, cariño y propósito.

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