A bordo del Oasis of the Seas

Una megaciudad que navega a mar abierto.

Por Edwin Bohórquez Aya / Enviado especial Miami

10 de marzo de 2010

A bordo del Oasis of the Seas

¿Conoce un solo lugar en donde exista una pista de hielo, una cancha de baloncesto, un grupo de piscinas para niños, para adultos, para surfear, para practicar polo acuático; que a pocos metros ofrece un golfito, una cancha de baloncesto que también sirve para fútbol 5 y voleibol, un teatro acuático, dos muros de escalada, un parque central adecuado para ir de compras, un bulevar con los mejores restaurantes, un spa y gimnasio con cientos de máquinas, bares para todos los gustos y edades, un teatro dispuesto para la ópera, una zona de juegos y videojuegos y hasta una pista atlética para trotar todas la mañanas? Y agregue un punto más a su favor: está lejos de cualquier ruido de la ciudad, no se escucha el pito de los carros y no hay congestión de por medio. Este lugar se llama Oasis of the Seas, el barco más grande del mundo.

Para llegar a esta maravilla que flota como una hoja sobre el mar, abordamos el vuelo que conecta a Bogotá con Miami y desde allí, tras una noche de hotel, viajamos en un bus hasta el puerto base de Port Everglades en Fort Lauderdale, Florida. Allí, en lo más parecido al abordaje de una veintena de aviones, porque se cuentan por docenas los buses que dejan a los viajeros que llegan de los cinco continentes, bajo un organizado registro, los funcionarios de Royal Caribbean Internacional, la propietaria de este nuevo crucero, reciben los equipajes de los turistas y se encargan de llevarlos horas más tarde hasta la cabina que por los ocho días que vienen, será su habitación de lujo.

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De entrada, vale decir que el barco no es posible encerrarlo en el campo visual de sus ojos y para poderlo observar de proa a popa, es necesario hacer un recorrido de 180 grados con su cabeza. Hay que subir varios escalones y luego, a través de un puente, se ingresa a esta mole que se mueve con sus más de 225.000 toneladas. En el lobby, que está en el piso 5 y que es muchísimo mejor que los de algunos de los atractivos hoteles de Las Vegas o Nueva York, lo reciben un cúmulo de lugares para tomar café, bailar música latina, escuchar rock en inglés, tomarse una copa de champaña, probar su voz en el karaoke y hasta un bar llamado Rising Tide, que gracias a un gato hidráulico que tiene en su base, les permite a quienes estén allí sentados, ascender algo así como tres pisos mientras se toman la bebida.

Mauricio Materón, el representante de la naviera en Colombia, experto en el mundo de los cruceros, relata en frases rápidas y concretas que el Oasis of the Seas es el primer barco en contar con siete barriadas temáticas distintas, entre ellas Boardwalk, el Royal Promenade, la Zona Deportiva y de Piscinas, Vitality at Sea Spa and Fitness Center, Entertainment Place, Youth Zone y el Central Park, este último con 12.175 plantas vivas. En total tiene 16 cubiertas para los pasajeros que pueden ser 6.300 hospedados en las 2.706 habitaciones, muchas de ellas tipo Loft Suites de dos niveles, que pueden tener vistas al interior o al exterior del barco. Y hay que sumarles todos los tripulantes, que son más de 2.000 y que provienen de 71 países distintos.

Para aquellos que son deportistas, existe una pista atlética con dos carriles que le da la vuelta al barco. Para los más osados están los dos simuladores de olas FlowRider, o piscinas ideales para aprender a surfear. Y entre los datos curiosos están, por ejemplo, la presencia del único carrusel original hecho a mano de la industria de cruceros, ubicado en el Boardwalk y además, la tienda Coach, la única boutique independiente con artículos de lujo.

Para nuestra sorpresa, con el viaje inaugural, en el Opal Theater se presentó Hairspray, el musical de Broadway ganador del premio Tony y, al otro lado de esta máquina flotante, observamos en el AquaTheater, con capacidad para 600 espectadores, el Oasis of Dreams, emocionante espectáculo de buceo que requirió para su realización, la selección de campeones olímpicos y de la NCAA procedentes de todo el mundo, con buzos, ases del nado sincronizado y gimnastas. Todos ellos, al ritmo de una banda sonora original y en sincronía con espectáculos de fuentes de agua, luces y efectos especiales, paralizaron la atención del barco.

Y en Studio B, la pista de patinaje sobre hielo, los expertos patinadores protagonizaron las obras de Hans Christian Andersen, reconocido mundialmente por sus cuentos infantiles. Clásicos como La reina de las nieves, Los zapatos rojos, El patito feo, La sirenita y El traje nuevo del emperador brillaron en una noche de gala cargada de coreografía, arte dramático, vestuario y música.

Un sinnúmero de actividades que se pueden hacer en esta ciudad flotante y que además cuenta con un gran casino para apostar unos cuantos dólares, zonas gastronómicas para comer desde la tradicional hamburguesa con malteada hasta lo más buscado de la comida internacional, incluido, por supuesto, el capítulo marino. En Sorrentos podrá encontrar todos los tipos de pizza que se imagina y en Boleros podrá disfrutar de varios grupos de música salsa. Donas en la zona de los niños y muchas golosinas muy cerca de las piscinas. El Oasis of the Seas es, a la conquista de los mares, el barco más grande y revolucionario de la industria naviera.

Para viajar al crucero

1. Es necesario tener la visa estadounidense, que se solicita en la Embajada de Estados Unidos en Bogotá en la calle 22D-bis Nº47-51, Bogotá, Colombia.

2. Debe hacer las reservaciones con anticipacion, para buscar la cabina adecuada y que se acondicione a su familia.

3. Actualmente hay varias aerolineas que lo llevan en vuelos directos a Miami y Orlando, Florida. Desde allí puede viajar por tierra para llegar al puerto de embarque.

Por Edwin Bohórquez Aya / Enviado especial Miami

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