Nuevos retos para Expovinos

A partir de Expovinos 2020, la feria deberá apropiarse de lo virtual, porque el público seguirá evitando asistir a eventos multitudinarios.

Por Hugo Sabogal

25 de octubre de 2020

La imagen oficial de Expovinos 2020.

La imagen oficial de Expovinos 2020.

Fotografía por: Cortesía Expovinos

Nada puede reemplazar la experiencia en vivo de un evento de vinos. La bebida perdura porque su propósito radica en acercar física y espiritualmente a las personas.

Un evento en vivo, si está bien construido —como ha sido el caso de Expovinos—, incluye, además, encuentros con grandes creadores, talleres de conocimiento con expertos, descripciones y evocaciones de distintos orígenes, revelaciones sobre célebres marcas, degustaciones guiadas, concursos, acompañamiento de música en vivo y disponibilidad de una rica oferta gastronómica para saborear las armonías entre platos y vinos.

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Pero cuando eso resulta imposible, como ahora, debido al desmadre de la pandemia, la virtualidad debe llenar el vacío. Y hacerlo de manera tal que nos haga vivir momentos quizá más trascendentes que cuando desfilábamos por esos largos y concurridos pasillos, con expositores a lado y lado del camino, dentro de un gigantesco escenario.

Por tanto, a partir de Expovinos 2020, la feria deberá apropiarse de lo virtual, porque el público seguirá evitando asistir a eventos multitudinarios.

Tras analizar cuidadosamente la actual programación —con charlas, conciertos y demostraciones de cocina, principalmente—, creo que ese menú podría potenciarse.

La virtualidad, por ejemplo, invita a crear talleres académicos a distancia, mediante alianzas con centros de capacitación virtual y no presencial, como la Escuela Argentina de Sommeliers, con sede en Buenos Aires, o la Escuela de los Sentidos, de Pascual Ibáñez, en Santiago. No dudo de que mediante cursos y talleres exprés, el consumidor colombiano podría elevar su conocimiento enófilo al punto de convertirse en un amante mejor informado y un mejor comprador, con un diploma de asistencia virtual bajo el brazo.

Y si fuera preciso subir el tono del aprendizaje, vendrían bien un par de clases magistrales virtuales con personajes mundiales, como la escritora y crítica inglesa Jancis Robinson, columnista y expresentadora de programas para la BBC de Londres, quien, de hecho, ya las tiene en el aire. O con el crítico James Suckling, ex-Wine Spectator.

Igualmente, habría que introducir videos cortos con consejos prácticos sobre cómo abrir una botella de espumoso (sin riesgo), como y a qué temperatura servir los distintos tipos de vino, cómo conservar las botellas después de abiertas, por qué la tapa rosca y no el corcho, cómo orientarse en las góndolas de los almacenes y cómo hacer más ágiles y efectiva las compras presenciales o virtuales en la tienda online.

La condición del vino como bebida milenaria también da pie para llevar a los asistentes a viajes virtuales por la historia de la bebida y deleitarlos visualmente con entornos de ensoñación, como Burdeos, Champaña, Borgoña, Rioja, Ribera del Duero, Jerez, Toscana, Piamonte, Oporto... Oficinas de promoción y casas productoras los tienen a la mano.

Y más cerca de casa, una ronda de diálogos y entrevistas a distancia con aquellas figuras que cambian constantemente el panorama vitivinícola chileno y argentino, como Matías Michellini, Sebastián Zuccardi, Alejandro Vigil, los hermanos Francisco y Ricardo Baettig, y Rafael Urreola (actual participante en la feria). Patricio Tapia, viejo colaborador de Expovinos, ya tiene una colección de estas conversaciones en la guía Descorchados.

El acierto del Grupo Éxito cuando se lanzó en esta aventura, en 2006, fue asegurar el acercamiento al consumidor. Lo logró y podrá seguir haciéndolo mediante las plataformas virtuales. Conociendo su empuje, allá llegará.

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