Tras los sabores de... Leonardo da Vinci

Uno de los más reconocidos creadores del Renacimiento dedicó gran parte de su vida a la cocina. Cada una de sus obras refleja el buen gusto, la creatividad y el placer en torno a los alimentos.

Por El Espectador

06 de octubre de 2010

Tras los sabores de... Leonardo da Vinci

Pocos se imaginan a Leonardo da Vinci, el gran pensador del Renacimiento, sazonando guisos, cortando finos trozos de carne o decorando los platos más sofisticados para su época. Pues sí, este gran pintor, escultor, ingeniero y arquitecto, que todavía sorprende por su capacidad creadora, dedicó gran parte de su vida a imaginar distintas formas de innovar en la mesa y en la cocina.

Al padre de la Mona lisa se le debe también la creación de la servilleta y el perfeccionamiento de algunos implementos como el tenedor. Su indagación fue más lejos del sibaritismo, reflexionó acerca de las propiedades de los alimentos y de las correctas formas en torno a la mesa. Buscó agilizar el trabajo en las cocinas y simplificar las tareas. Se atrevió a hablar de los beneficios de una dieta moderada y a proponer una refinada distribución de los utensilios en la mesa.

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De joven fue un tremendo goloso y empezó como cocinero en la taberna Los Tres Caracoles en 1473. En los banquetes del renacimiento, donde los comensales comían hasta el cansancio, en mesas repletas de desmesuradas porciones, Da Vinci se atrevió a proponer platillos con pequeñas raciones y su osadía por poco le cuesta la vida. Hoy es considerado el creador de la Nouvelle Cousine y el precursor de muchos de los modales que todavía prevalecen.

La oportunidad de explorar y desarrollar todos sus inventos, la tuvo al lado de Ludovico Sforza como su jefe de banquetes y festejos. Muchos fueron los fracasos y anécdotas de Da Vinci en su afán por refinar la cocina, y no fueron pocos los dolores de cabeza de Sforza por las ocurrencias de este creativo. Sin embargo, tuvo tantos logros, que hoy, aunque poco difundido, el nombre de Da Vinci está estrechamente relacionado con el arte de la cocina. En La última cena, una de sus obras más reconocidas, explora la disposición de los comensales y los alimentos. También se conoce que en su testamento dejó buena parte de sus bienes a su cocinera.

Cada una de las preparaciones de Da Vinci es una pintura rebosante de aromas y sabores. Aquí les dejamos la reproducción de algunos de los platos sencillos que su creador sospechaba que Ludovico Sforza rechazaría por su pureza y delicadeza:

Leonardo da Vinci en 3 platos

Una cebolla hervida de tamaño mediano sobre una rodaja de buen queso de búfalo, coronada por una aceituna negra dividida en cuartos.

Carne de cerdo de la mejor calidad, hervida y majada finamente, mezclada con manzana y zanahoria muy ralladas y un huevo de gallina, amasada con pequeñas bolas que se fríen hasta tornarse de color marrón dorado y servidas sobre un lecho de arroz agridulce.

Una loncha fina de los cuartos traseros de una ternera, no mayor que la mitad del tamaño de la mano, cubierta por una salsa de atunes machacados y nata y con otra loncha de la misma carne por encima, y todo esto coronado por media docena de cerezas troceadas con vinagre de Bérgamo.

Por El Espectador

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