Explicarles la guerra a los niños: ¿debemos ser profundos o mejor cambiar el tema?

Ucranianos se resguardan debajo de un puente por amenaza de ataque con misil, poco después de que la zona fuera impactada por proyectiles rusos, en Dnipro (Ucrania). EFE/ MIGUEL GUTIÉRREZ

Fotografía por: MIGUEL GUTIÉRREZ

Cuando dejamos de hablar de la guerra quiere decir que la negamos o simplemente la normalizamos. En Colombia las victimas del conflicto armado se volvieron paisaje para la mayoría de las familias.

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La invasión rusa a Ucrania vuelve a poner el dedo en la llaga. En Colombia abundan los desplazados, los heridos y los asesinados, y en Ucrania también. Cómo no conmoverse de igual manera con las imágenes de las familias separándose en una estación de tren en Kiev y con la destrucción de las ciudades que sufren la artillería de Vladimir Putin.

Es imposible abstraerse de la dura realidad interna (pensemos en el último atentado en Argelia, Cauca) o de lo que está sucediendo en el este de Ucrania. Para el padre de familia es una opción dejar de entender y dejar de reflexionar sobre lo que viven millones de personas en el mundo. ¿Pero qué ocurre cuando un niño pregunta por lo que está sucediendo en determinado lugar?

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Si queremos dar una respuesta guiada, Carolina Morales, profesora e investigadora del Departamento de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana, sugiere abordar la situación de frente, evitarla no debe ser una opción: “No hablar de ello también es una manera de validar un mundo injusto. Asumir que el mundo es así o que las cosas pasan porque sí, es una forma de decir que no se puede hacer nada por cambiarlo”, dijo en una entrevista al medio Pesquisa Javeriana.

Sobre la normalización de la violencia

Morales aseveró sobre la desidia que es inherente a miles de colombianos: “Aquí ya nos parece normal que ocurra una masacre. Si un día matan a dos personas en Guainía y no tenemos a nadie cercano allá, pareciera que no nos importa y yo creo que ese es un elemento que las familias deben empezar a trabajar”.

Para la psicóloga, hablar de la guerra con los hijos sirve “no solo para contar lo que está pasando, sino para generar un referente ético que diga: existe esta situación, pero no debería suceder”.

Un posible abordaje de la guerra

¿Por qué los niños preguntan sobre los conflictos bélicos? Más que preocuparse por su curiosidad, la docente Morales propone abrazar su empatía y su necesidad por tener información de un tema cruel y difícil de abordar, que normalmente se evita cuando la familia interactúa en el almuerzo o la cena. “Se trata de acompañar ese proceso emocional, validarlo, reconocerlo como normal. Decirles: ‘si eres capaz de sentir esto, es porque eres empático con la experiencia de otros y yo te acompaño en ese proceso’”, expresó la psicóloga.

Una de las recomendaciones que da en la revista Pesquisa Javeriana “es mencionar las cosas por su nombre y hacerlo hablando de los derechos humanos para explicarle al niño o niña las acciones que suceden en un contexto así”.

Por supuesto, es responsabilidad del adulto tener información a la mano para poder dar un abordaje que esté a la altura de las expectativas del menor. No se trata de prepararse para dar una cátedra aburrida sobre los conflictos, para hablar de temas duros con los niños es necesario estar informados y saber compartir una apreciación, teniendo varios elementos que escapen al análisis somero y a los prejuicios que justifiquen el accionar de los violentos.

“Hay que procurar hablar de los disensos de manera tranquila y cuestionarnos la lógica polarizada en temas políticos. Habría que tratar de encontrar maneras de decir que la vida en sociedad tiene conflictos y tenemos que poder hablar de eso”, manifiestó Morales.

Los niños y los videojuegos de guerra

“No se trata de satanizar estos juegos. Es preguntarles qué implica que para ganar tenga que matar a todo el mundo o sobre cómo se disfruta el acto de matar al rival, o que tenga que ganar el más fuerte y violento. Más allá de prohibir, se trata de generar conversaciones y discusiones sobre lo ético en la vida real. La sola prohibición no genera nada transformador”, explicó Morales.