No te agobies, deja que tu hijo se aburra

Aunque muchas veces escuches a tu niño decir que está aburrido, no le digas siempre qué hacer para estar contento. Permítele que deje volar su imaginación y que él mismo descubra cómo sentirse feliz.

Por Redacción Cromos

07 de noviembre de 2020

Niño aburrido. Aburrimiento. Niño mirando por la ventana.

Niño aburrido. Aburrimiento. Niño mirando por la ventana.

Fotografía por: Pixabay

“Hoy tienes colegio, por la tarde coro y cuando llegues en la tarde haces tareas, un rato de tele, después a cenar y a dormir porque mañana tienes que madrugar”. En vacaciones, con más tiempo disponible, no varía mucho la situación: clases de natación y de música, celular y otras cuantas actividades. Ocupados están algunos niños, pero ¿son felices?

Tal vez no, precisamente porque tanto padres como centros educativos programan sus jornadas y actividades, muchas veces sin tener en cuenta sus opiniones e intereses. Y es que a pesar de que con un palo crean el avión más sofisticado del mundo, que con un solo muñeco salvan al planeta de los malos, o que con un barquito de papel navegan los mares más turbulentos, hay momentos en los que los niños y niñas no encuentran qué hacer y se aburren.

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Para no sentirse tan mal y tratar de que a sus pequeños se les quite la cara de tristeza o de mal humor, los padres buscan infinidad de alternativas. Por eso, cuando les dicen que están aburridos, sus respuestas son: “toma mi celular y juega”, “ven te prendo el televisor” o “acompáñame a la tienda a comprar la leche”, por ejemplo.

No se dan cuenta de que también hay que dejar que los niños se aburran para que dicho estado se transforme en una herramienta efectiva, y en una oportunidad de oro para despertarles el ingenio y la imaginación. “El aburrimiento les ayuda a los niños a explorar, a conocer y, por este motivo, incentiva su creatividad, esa observación de la realidad que les favorece para conectar sus experiencias y a encontrar nuevas ideas”, manifiesta la psicóloga Liliana Machado, con Maestría en Psicología Clínica y de la Familia de la Universidad Santo Tomás.

Tanto su vida escolar, con todos los deberes y obligaciones que implica, como el desarrollo de otras habilidades y destrezas a través de actividades deportivas, artísticas o culturales, son importantes y necesarias para tu niño. Pero también es trascendental que le concedas espacios de independencia y de tiempo libre para que escoja las de su interés, busque sus propias motivaciones y tenga la capacidad de hacer planes, crear proyectos y fijarse metas. De esta manera, estimularás su curiosidad, autonomía, seguridad y poder de resolución de problemas.

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Como dice un proverbio chino: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”; no tienes que cuadrarle el horario de toda la jornada para que lo cumpla a rajatabla, ni programarle o imponerle constantemente las actividades o juegos que debe experimentar para entretenerse y pasar momentos agradables.

“Los niños pueden tener rutinas que les ayude a ordenar su mente; sin embargo, llenar sus agendas con miles de actividades no les permite tener un espacio para el juego ni la exploración con libertad. Ellos necesitan de un equilibrio entre las actividades de rutina, pero también un tiempo para detenerse y explorar el mundo. Muchos padres no permiten a los niños permanecer sin realizar actividades; por eso se cansan y pierden el interés”, comenta Liliana Machado.

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Lo anterior no significa que dejes de acompañarlo en su camino hacia el encuentro con la diversión. Por el contrario, tu presencia es primordial para guiarlo y enfocarlo, pero siempre y cuando conserves un distanciamiento prudencial y no le realices todo el trabajo, sin dejar campo para su inventiva. De vez en cuando, cuando tu hijo o hija te invite a participar de sus juegos, involúcrate para que también se reactive la comunicación entre los dos.

Anotar en un papel todo lo que les gusta hacer y recurrir a él cuando el niño esté aburrido para que invente pasatiempos, dotarlo de juegos de mesa y de construcción o de herramientas sencillas (témperas, plastilina, cajas, greda, cartulina, disfraces, etc.), preguntándole qué puede hacer con estas con el fin de que le “saque jugo” a su aburrimiento, e impulsar permanentemente el desarrollo de su ingenio, constancia, confianza, autorreflexión, pensamiento propio y disposición para aprender y crear, son alternativas que permitirán que tu hijo pase rápidamente de la aburrición a la diversión.

No es una labor sencilla, porque a tu pequeño o pequeña no le gusta aburrirse, como tampoco imaginar que desde allí pueda construir algo beneficioso. Sin embargo, con tolerancia y perseverancia, lograrás que comprenda que es parte de su existencia, pero que como tiene un comienzo, también tiene un final que redundará en múltiples experiencias positivas y logros para él o para ella, tanto a nivel mental como emocional.

Redacción Cromos

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