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Bañar en agua fría y otros métodos que no debería usar para las rabietas de sus hijos

Una influencer portuguesa fue condenada tras bañar a su hija de tres años en una piscina con agua helada para calmar sus rabietas. ¿Por qué este y otros métodos no son sanos ni dignos para los niños? Esto dicen los expertos.

Por Redacción Cromos

21 de octubre de 2024

Fotografía por: Pexels
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En la crianza, lidiar con las rabietas es uno de los desafíos más frustrantes. Cuando los niños explotan en gritos y llantos, es fácil sentirse desbordado, buscando una solución inmediata que ponga fin al caos. Sin embargo, es importante recordar que no todos los métodos para gestionar las rabietas son adecuados o seguros, como demuestra el reciente caso de la influencer portuguesa Joana Mascarenhas.

La mujer fue condenada a dos años y seis meses de prisión (pena suspendida con un plan de reinserción) por sumergir a su hija de tres años en agua fría para calmar sus rabietas. El caso, que generó polémica tras la publicación de un video en redes sociales, fue calificado por la justicia como un acto de violencia doméstica. Ahora la influencer deberá cumplir con un programa de rehabilitación y pagar una indemnización de 1.000 euros.

Sin embargo, más allá de la condena a Mascarenhas, este incidente abre el debate sobre qué métodos son seguros y apropiados para gestionar las rabietas infantiles, y cuáles, como este, jamás deberían ser utilizados.

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¿Por qué el agua fría es un mal método para controlar rabietas?

Sumergir a un niño en agua fría, como hizo Mascarenhas, puede parecer una solución rápida para interrumpir una rabieta, pero es una forma de castigo que causa más daño que beneficio. Este tipo de método puede resultar traumático para el niño, quien se siente expuesto a una experiencia humillante y estresante.

En el caso de la hija de la influencer, su uso del agua fría fue descrito por la Fiscalía como un castigo “humillante” e “indigno”, ya que no respeta las emociones del niño ni fomenta el desarrollo de una sana regulación emocional.

Cuando los niños están en medio de una rabieta, su cerebro está abrumado por emociones intensas que no saben gestionar. Castigos extremos como el agua fría no enseñan a los niños a manejar sus emociones, sino que generan miedo y confusión. Los pequeños no aprenden a resolver sus frustraciones, sino a temer las consecuencias de expresar lo que sienten.

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Métodos inapropiados para manejar las rabietas

Además del agua fría, existen otros métodos que son igualmente perjudiciales para el desarrollo emocional y psicológico de los niños:

1. Castigos físicos: golpes, pellizcos o sacudidas no solo son moralmente incorrectos, sino que también pueden tener consecuencias legales graves. Estos castigos generan miedo y resentimiento en lugar de respeto y comprensión.

2. Aislamiento prolongado: enviar a los niños a un cuarto oscuro o dejarlos solos durante largos periodos puede hacer que se sientan abandonados. Este método, conocido como “timeout”, puede ser contraproducente si se utiliza de manera excesiva o como amenaza.

3. Descalificaciones verbales: gritar, insultar o menospreciar a los niños durante una rabieta solo empeora la situación. Los pequeños necesitan sentirse comprendidos y escuchados, no juzgados o humillados.

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4. Amenazas: frases como “si sigues así, te dejaré solo” o “te vas a quedar sin postre” solo enseñan a los niños a obedecer por miedo y no por entender las razones detrás de las reglas.

¿Cómo actuar si mi hijo tiene rabietas?

Métodos efectivos y respetuosos para gestionar las rabietas

Entonces, ¿qué hacer cuando tu hijo está teniendo una rabieta? Existen alternativas más efectivas y respetuosas que no implican causar miedo o dolor:

1. Mantén la calma: aunque es difícil, mantener la serenidad es clave. Los niños suelen seguir el ejemplo de sus padres, y si te ven calmado, eventualmente tenderán a relajarse también.

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2. Escucha y valida sus emociones: a menudo, los niños no saben cómo expresar lo que sienten, por lo que una rabieta es su forma de comunicar frustración, cansancio o confusión. Validar sus emociones con frases como “entiendo que estás molesto” puede hacer que se sientan escuchados y comprendidos.

3. Ofrece alternativas: en lugar de castigar, sugiere soluciones. Por ejemplo, si un niño está frustrado porque no puede tener algo, podrías decir: “Sé que lo quieres ahora, pero podemos jugar con esto en su lugar”.

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4. Refuerza el comportamiento positivo: elogia a tu hijo cuando gestione bien sus emociones o cuando termine una rabieta de manera tranquila. El refuerzo positivo motiva a los niños a repetir comportamientos adecuados.

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El caso de Joana Mascarenhas es un recordatorio de que la crianza debe basarse en el respeto y la empatía, no en el miedo y la humillación. Métodos extremos como sumergir a un niño en agua fría son inaceptables y pueden tener consecuencias legales y emocionales graves.

En lugar de recurrir a castigos, es mejor optar por estrategias que promuevan el crecimiento emocional y la comprensión, construyendo así una relación más fuerte y respetuosa entre padres e hijos.

*Contenido generado con asistencia de la IA.

Por Redacción Cromos

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