Los niños que crecen en entornos sanos se sienten mucho más seguros, tendrán impulsos de explorar el mundo que les rodea y buscar hacer las cosas por sí mismos. La crianza influye directamente en su autonomía y en que logren sentirse libres para actuar.
Como padres tenemos una importante labor para favorecer que nuestros hijos sean autónomos, ayudándoles a desarrollar madurez y a sentirse capaces, lo que repercutirá positivamente en su autoestima y felicidad.
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Para ayudarte a dar forma a tu método de crianza y para fomentar la autonomía de tu hijo desde temprana edad, te compartimos 5 herramientas de disciplina positiva y cómo ponerlas en práctica.
5 formas de enseñar a tu hijo una disciplina positiva
Crianza: 5 formas de enseñar a tu hijo una disciplina positiva
Cooperación
Los niños desean hacer cosas por sí solos, pero antes de esto, dan unos primeros pasos al ofrecerse a ayudarnos, buscando oportunidades para ser tenidos en cuenta y sentirse útiles dentro de la dinámica familiar.
Si queremos fomentar la autonomía de nuestros hijos y lograr su cooperación es necesario conectar primero con sus necesidades emocionales: seamos respetuosos con sus tiempos y pidámosles de forma clara su ayuda o su opinión, sin forzar, criticar ni juzgarla después.
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Aprovecha la curiosidad
Las preguntas de curiosidad son una gran herramienta, ya que nos ayudan a entender mejor a nuestros hijos, a conocerlos sin someterlos a un interrogatorio forzado, a conocer sus intereses, sus gustos, etc.
Si preguntáramos más y ordenáramos menos, impulsaríamos la autonomía de los niños de forma sencilla y positiva.
Dales la vuelta a las órdenes. Por ejemplo, cambia el “Lávate las manos” por “¿Qué hay que hacer antes de comer?”; “Ve a guardar el abrigo en el armario” por “¿Dónde guardamos el abrigo cuando llegamos a casa?” y así con cada situación en la que le permites llegar a la conclusión por su cuenta, teniendo el mismo resultado.
Soluciones
De acuerdo con cómo actuemos los padres y cuidadores, el error de un niño puede convertirse en algo que los avergüence hasta el punto de querer esconderlo la próxima vez que pase o en una oportunidad para aprender y adquirir nuevas habilidades para la vida.
Es fundamental no quedarnos anclados en el error, ni decirle al niño cómo debe actuar para repararlo, sino enseñarle a asumir las consecuencias de sus actos, pedir perdón por ellas y ser propositivo en la búsqueda de soluciones.
Motivación constante
Cuando animamos a nuestro hijo lo impulsamos a actuar, a explorar, a opinar por su cuenta, sin poner el foco en el resultado final de su conducta, sino en la importancia de su autonomía.
Cada vez que tomamos un tiempo para interesarnos en lo que hacen nuestros hijos, darles nuestras felicitaciones y demostrarles que queremos saber más, notarán que son actividades valiosas, a las que les imprimirán un compromiso en el futuro.
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Además, los podemos animar a reflexionar para ser cada vez mejores, a darse cuenta de detalles que quizá habían pasado desapercibidos, a evaluarse a sí mismos y a cambiar eso que creen que pueden mejorar.
Acuerdos
Llegar a acuerdos con los hijos es, probablemente, uno de los aspectos más retadores dentro de la crianza, pues requiere negociación, escucha, empatía y confianza en el otro.
Lograr un acuerdo significa acercar puntos de vista y esto hace que ambas partes tengan que ceder en algunos aspectos, ser flexibles y comprender que hay otros puntos de vista diferentes, pero igualmente válidos.
Aunque como padres nos resulte más cómodo y rápido ordenar a nuestros hijos, fijar acuerdos es más positivo y educativo para ellos, y a nosotros nos provoca menos desgaste que estar siempre dando órdenes, chocando con ellos y supervisando cada cosa que hacen.