Ser padres y madres en la actualidad puede ser un viaje fascinante, desafiante, y sin duda, profundamente reflexivo. La parentalidad es una experiencia que nos mueve a mejorar el mundo mientras atendemos a las múltiples situaciones que nos demanda la vida con nuestros niños, niñas y adolescente.
Lo cierto es que la mayoría de los padres y madres tienen el propósito de transitar lo suficientemente bien, o al menos tanto como se lo permiten sus circunstancias.
Sigue a Cromos en WhatsAppLa crianza respetuosa brinda al niño con herramientas para su desarrollo social.
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Pilares de la crianza respetuosa
La evidencia científica disponible y los avances en la comprensión del desarrollo humano han promovido la transformación cultural, por lo que emergen nuevas alternativas de crianza, con resultados promisorios para el desarrollo social, emocional, cognitivo y moral de las nuevas generaciones.
Para Ivonne Grau, psicóloga clínica de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz y coinvestigadora en parentalidad basada en modelos relacionales, la crianza positiva, respetuosa, consciente y demás apellidos que posiblemente surgirán a futuro y en la que se inspiran varios modelos, se basa en dos pilares fundamentales:
- El reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como sujetos legítimos y titulares de derechos y deberes, miembros nuevos en una cultura que los acoge, les protege y garantiza su pleno desarrollo integral.
- Lo avances provenientes de las distintas disciplinas, entre ellas la psicología y la neurociencia afectiva que revelan los beneficios que devienen de los vínculos seguros, los buenos tratos, la claridad de las normas y los límites que dan estructura y las potencialidades de la enseñanza sin miedo y coerción. Mientras que devela, con serias investigaciones, los efectos desfavorables de los malos tratos en el desarrollo del cuerpo, el cerebro, la biología, el sistema de creencias y el comportamiento ajustado socialmente de los niños.
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Según el Modelo de Intervención Relacional Basado en la Confianza TBRI, profundizado por Ivonne Grau y su equipo, se deben tener en cuenta los siguientes aspectos para establecer una crianza positiva.
Crianza positiva: Reconocer de donde parte nuestra historia como padres
Reconocer nuestra experiencia como hijos y entender que no solo se requiere conocimiento teórico y formación parental, sino también reparación personal. Encargarnos de los efectos de la experiencia derivada de una crianza tradicional en la que los padres hicieron lo que pudieron con la información y herramientas del momento. “Responsabilizarnos de nuestro proceso de reparación” nos ayuda a identificar los botones rojos que tocan nuestros hijos y disparan patrones automáticos. ¿cómo reaccionaban nuestros padres frente a nuestro estrés o necesidades emocionales? ¿qué esperábamos de la reacción de nuestros padres cuando nos equivocábamos o cometíamos un error?
Equilibrar la estructura y el cuidado
Los límites y las normas son tan necesarios como el cuidado y las expresiones de afecto. El factor crucial es comprender cómo equilibrar la estructura y el cuidado para el cambio de comportamiento en todos los niños. “Proporcionar estructura a los niños cuando necesitan cuidado, impide la confianza. Proporcionar cuidado cuando los niños necesitan estructura, impide el crecimiento”.
Proporcionar orientación y apoyo emocional
La meta a la base de todo lo que hacemos con los niños es la conexión que promueven las habilidades sociales y de regulación, apoyadas en:
- Compartir el poder genera confianza y conexión: El niño ya no es receptor pasivo, sino un actor activo, participativo de relaciones más horizontales en la crianza, con un sentido y posición de humano, a quien guiamos y con quien compartimos el poder.
- Dar opciones: Las opciones deben constar de elecciones con las que ambos estén contentos. Le damos valor a su voz y ejercitamos la participación, el pensamiento crítico, la solución de problemas, la negociación y la cooperación.
- Establecer acuerdos: En los acuerdos, a veces la respuesta es sí y a veces la respuesta es no. El involucramiento del cuidador en la comunicación recíproca con un niño produce una relación de mayor confianza para llegar a establecer compromisos.
- Términos de valor para la vida: Son guiones que se utilizan para desarrollar relaciones saludables. Da a los cuidadores y a los niños un lenguaje que puedan usar para comprender, comunicarse y aprender habilidades valiosas. Este lenguaje no solo ayuda a los niños a desarrollar una voz de una manera adecuada y respetuosa, y también proporciona a los cuidadores herramientas para involucrar a los niños en una comunicación saludable dentro de las relaciones. Ejemplo: Gentil y amable, pregunto en lugar de dar órdenes, uso las palabras, con respeto, con permiso y supervisión, escucho y obedezco, acepto un no como respuesta.
- Establecer límites y tener expectativas altas, aunque razonables para la edad y capacidad: La meta explícita de la corrección es enseñar, orientar, entrenar y corregir. Enseñar el qué, el cómo y permitir la efectividad permitiéndole al niño ensayar la conducta más efectivamente para motivas hacia el cambio y la percepción de capacidad.
- Crear interacciones lúdicas y creativas: Incluir el juego y la interacción juguetona, es la estrategia infalible si se hace en el momento y de la forma acertada, sin importar la edad del niño o adolescente. El juego desmonta el miedo y la defensividad, mientras promueve la exploración y el aprendizaje, semejante al interruptor de la luz, si el cerebro está en modo juego no puede estar en modo miedo o retaliación.
- Comunicar y crear anticipadamente rutinas y planes del día: Les permitirá prepararse para los cambios de actividad, facilitando las transiciones en la vida diaria que constituyen la principal fuente de resistencia y conflicto con los niños y adolescentes.
- Complicidad a través de sumar rituales a la rutina: Son acciones que se añaden a las rutinas diarias y que proporcionan un ambiente cálido, agradable y predecible para el niño. Por ejemplo: nos cepillamos juntos los dientes, me peinas mientras como la merienda, bromear antes de salir a estudiar, poner a media luz la habitación mientras hablamos o escuchamos la canción favorita, masajes antes de dormir, un saludo especial al llegar o partir, escuchar música al despertar, leer al dormir, contar historias del día, entre otros que surjan naturalmente en la relación.