Si como papás han decidido llevar en su hogar la crianza respetuosa, un modelo basado en el amor, el aprendizaje constante y la paciencia, posiblemente habrás empezado a tomar decisiones alineadas con este estilo, para tener una relación de respeto con los pequeños.
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Sigue a Cromos en WhatsAppDesde el momento de su nacimiento son muchas las áreas en las que trabajamos para brindarles a los niños lo mejor de nosotros, en pro de su sano desarrollo. Por esto es entendible que nos preocupe si tomamos la decisión correcta sobre el lugar en el que estudiarán o lo cuidarán.
¿Cómo saber si el jardín de mi hijo se alinea con la crianza respetuosa?
Educar es un proceso complejo, prolongado e intenso que requiere de habilidades y oportunidades suficientes en el entorno. La crianza requiere de una mano respetuosa, amable y amorosa y al mismo tiempo firme (no violenta), segura y confiable.
La mano dura genera temor y distanciamiento. La mano amorosa y firme genera la seguridad emocional que se requiere para que haya aprendizaje y fortalece el vínculo entre los niños y los adultos. Entendiendo esto, se está forjando una nueva generación de padres interesados en dejar atrás los castigos, gritos e inseguridades, para llenarlos de motivación, atención y comprensión.
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Además, llegada la edad, será necesario encontrar el equipo ideal en el aprendizaje de los niños: el sistema educativo.
Cada familia tomará la decisión de cuándo es el momento ideal para buscar un jardín o guardería, según sus gustos y necesidades, sin embargo, en cualquier caso, debes asegurarte de que tenga la misma filosofía de tu crianza en casa para que el proceso sea complementario y no cause confusión en los niños.
La psicóloga infantil Manuela Molina, nos enseña 4 preguntas con las que podrás identificar si el jardín o guardería de tus hijos se alinea con la crianza respetuosa o no.
1. Mi hijo todavía usa pañal, ¿está bien con ustedes?
Si su respuesta es “La verdad es un requisito que dejé el pañal para poder entrar a nuestro programa”, este no es un sitio respetuoso.
El control de esfínteres no sé puede imponer porque responde a la maduración del sistema nervioso.
Un niño dejará el pañal cuando esté cognitiva, física y emocionalmente preparado, y será a una edad diferente en un rango, más o menos, entre los 20 meses y los 3,5 años en niños neurotípicos.
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2. Mi hijo seguramente se va a quedar llorando cuando me despida de él ¿Qué hacen ustedes en ese momento?
Si te responden “Bueno mamita (o papito), lo mejor es que te vayas sin despedirte para que no se dé cuenta y no llore. Pero tranquila que, si se llega a poner a llorar, lo dejamos solito para que aprenda a autorregularse”, este no es un sitio respetuoso.
Esta pregunta está relacionada con la ansiedad por separación. Que un niño llore al despedirse o separarse de sus papás es natural y saludable en la primera infancia y siempre debemos despedirnos porque es la base de la confianza y que entiendan que no los estamos abandonando definitivamente.
Por su parte, las maestras que se quedan con el niño que llora necesitan ofrecer presencia plena, validación y contacto físico, ya que el niño necesita una fuente de regulación externa porque no puede calmarse por sí solo. Esto se llama hetero-regulación.
3. Profe, ¿ustedes qué hacen cuando, por ejemplo, un niño le pega a otro o tienen algún mal comportamiento?
Si te responden “Aplicamos Time-Out o Tiempo Fuera. Los mandamos a la silla de pensar para que reflexionen y así aprendan a no hacerlo otra vez”, no es un sitio respetuoso.
Cuando tú lo aíslas, no aprende absolutamente nada, pues aún no tiene metacognición: no puede reflexionar sobre sus propias acciones y no va a saber hacerlo diferente la próxima vez.
Lo que sí va a pasar mientras mira la pared es que se va a sentir rechazado y desconectado.
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4. ¿Hacen algo para motivar a los niños y para incentivar buenos comportamientos?
Si te responden “Claro, usamos tablero de economía de fichas, stickers y premios”, no es un sitio respetuoso.
Los premios o incentivos externos que se le entregan a los niños buscando que modifiquen su comportamiento los hace mucho más vulnerables a abuso sexual infantil.
Aumenta la comparación constante con sus compañeros, afectando su autoestima y los hace adictos a buscar todo el tiempo ganancia externa en lugar de fomentar motivación intrínseca.