
"Siempre había querido ser mamá, pero no temprano. Nunca me puse una edad para serlo y tampoco con las parejas que tuve me planteé la maternidad, es decir, con ninguno sentí el llamado de ‘este es el papá de mis hijos’. Mi mamá muere en el 2008 y, para llenar ese vacío, me pongo a estudiar Derecho. Una vez que entro a los 40, me digo: ‘Quiero ser mamá’, es mi sueño. Decido averiguar sobre clínicas de inseminación, métodos, estudio mucho todo eso y me demoro en esa investigación dos años. Voy a un banco de semen y me hacen un estudio psicológico, porque no se trata de llevarse un líquido y ya. Me entregan cinco perfiles de donantes y elijo uno que más o menos sea parecido a mí: blanco, ojos cafés y con 1,80 metros de estatura. Me entregan la muestra y voy a donde el ginecólogo, pero empiezo a desconfiar de él. Suceden cosas que no me gustan, pues siento que está más pendiente de lo económico, que de otra cosa”.
Es positivo
“Inicio el proceso con otro médico, con el que siento empatía, me hace controles rigurosos y me chequea día de por medio. En una de mis visitas, me dice: ‘Hoy, estás lista para inseminarte’. Me toma por sorpresa porque estoy en exámenes en la universidad. El médico me dice: ‘Fabuloso que tengas mil cosas en la cabeza’. Me voy a un cuarto solita, oro y me pongo a llorar. Le pido a Papito Dios, pues Él sabe el anhelo de mi corazón.
Toda una mamá
Mi decisión
“El perfil de la mujer que toma la decisión de ser mamá por donante es especial: una mujer independiente, de 40 años o más, con una profesión o dos, que no se ha casado y que, al plantearse la maternidad, no la quiere postergar más. La que piense mucho en el qué dirán o la que se deje llevar por la presión de ‘no se quede sola’, es mejor que no lo haga. Esta debe ser una decisión de la que debes estar muy segura. A mí me consultan y me preguntan y he conocido casos de otras mujeres que lo han hecho y que, como yo, estudian, se preparan y toman esa decisión con todo el deseo y la autonomía.
Una de las preguntas que me hace la gente es cuándo le voy a decir al niño. Él ya me preguntó y me cogió por sorpresa, porque pensé que iba a tener esa inquietud más adelante. ‘Mami, yo quiero tener un papá, uno que viva con nosotros’. Le pedí a Dios sabiduría y contesté: ‘Hay diferentes familias. Fulanito tiene a papá y mamá, sutanito solo mamá y abuelita, y nosotros somos tú y la nana. Debes saber que te amamos con todo el corazón”.

