Adriana Santacruz de Pasto para el mundo

En el 2007 Cromos la descubrió, apostó por su talento y la premió. Desde ese momento sus diseños se volvieron protagonistas de la moda colombiana. Doce años después volvemos a estar con ella y decidimos acompañarla en el desfile de su colección 'Geometría' en Bogotá Fashion Week 2019. Este fue su recorrido antes de ganar a Mejor diseñadora revelación en los Premios Cromos de la Moda.

Por Archivo CROMOS
03 de abril de 2019
Adriana Santacruz de Pasto para el mundo
Foto: Daniel Álvarez Baquero.

Foto: Daniel Álvarez Baquero.

Sara y El Halcón le significó a Adriana Santacruz la entrada por la puerta grande al mundo de la moda. Ese fue el nombre de la primera colección que esta pastusa presentó en Colombiamoda 2007 y por el cual recibió el premio a diseñador revelación. “Llegué por meritocracia, porque me gané el cupo de estar en esa pasarela en un concurso abierto por la revista Fucsia”. 

Había tocado varias veces la puerta para llevar sus abrigos a la feria más importante de la moda en Colombia, pero no había sido escuchada. En cambio, durante seis años fue a Expo artesanías con sus tejidos hechos por los indígenas Pastos de su departamento.

“Yo no me esperaba el premio, tuve una proyección impresionante, mucha prensa. Fue una locura ver que mi propuesta tenía aceptación”, dice entre los maniquíes de su tienda en Bogotá. Hasta ese momento, el empeño de hacer abrigos no era más que la terquedad de perseguir un sueño que empezó a gestarse en la infancia, en medio de sus caminatas por el campo o del trabajo con el ganado en la finca. 

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Esa vocación por el diseño, un tanto tardía, llegó después del matrimonio y la maternidad y la empujó a la Universidad. Ya con los hijos grandes, la tesis de grado en una mano y diez abrigos en la otra, decidió que era hora de alcanzar el sueño. Y el premio Cromos le ayudó a hacerlo realidad. 

 

Con su segunda pasarela encontró más madurez y tranquilidad y, además, su segundo premio. El Instituto Marangoni, de Italia, la becó para hacer un curso de marketing de moda, y la llevó a Europa, donde ella misma se abrió camino en embajadas y ferias de moda. Luego vendría el premio Mujer Cafam en Nariño y el segundo puesto en el país. Esta vez el reconocimiento no era por sus diseños, sino por su trabajo de muchos años con las mujeres indígenas de Nariño. “Yo fui la pionera en mezclar artesanía con moda, en utilizar la mano de obra de los indígenas”. Después de hacer pasarelas en París y España, de hacer contactos para vender en Kuwait, de poner su tienda en Bogotá, este año le llegó otro premio más: el Lápiz de Acero en moda y el Lápiz Azul, máximo galardón del diseño. 

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