
El origen de esta prenda, que con el tiempo se ha convertido en un arma de seducción, comienza en el año 4.500 antes de Cristo con la simple necesidad de sujetar una parte del cuerpo de la mujer. El primero se creó en Creta, lugar en el que las mujeres lucían un práctico sostén que les permitía llevar los senos al aire. Muestra de esto, es la icónica imagen que representa a la Diosa de las serpientes.

Diosa de las serpientes. Foto: Flickr
Tiempo después, en Roma y Grecia las mujeres volvieron a cubrir sus pechos con una especie de faja que los sujetaba, un vendaje que le dio paso al corsé de la Edad Media, prenda íntima que redujo la cintura, oprimió el vientre y realzó el pecho de la mujer hasta finales del siglo XIX.
Luego de eso, y según cuenta el libro «El sostén. Mitos y Leyendas», fue Marie Tucek quien lanzó una prenda que sujetaba cada mama en una bolsa mediante unos tirantes que se ataban a la espalda.
Un paso hacia la modernidad…
Para llegar a ser la prenda que es hoy, el brasier pasó por varias manos. Sin pensar en lo ocurrido, algunos historiadores atribuyen la creación del sostén a Hermine Cadolle, la francesa que en 1889 dividió el corsé en dos partes.
Años más tarde, en 1907, el diseñador de modas francés Pierre Poiret presentó en París un modelo con gran avance en comodidad confeccionado con una tela sedosa y armado con finos alambres.
Pero fue la neoyorquina Mary Phelps Jacob, la creadora del brasier moderno en 1914. Su negocio creció y se volvió tan complicado que decidió vender su patente a Warner Brothers Corset Company de Bridgeport por 1.500 dólares de la época.

Sujetador antiguo encontrado en un castillo del siglo XV en Austria.
Las mujeres se despidieron del corsé
No hay mal que por bien no venga. El desenlace de la Primera Guerra Mundial obligó a Estados Unidos a pedir a todas las mujeres que entregaran sus corsé con el fin de convertir las varillas en material bélico. Esta acción desterró al corsé y por eso en la década de los 50, se puso de moda el "buller-bra", un modelo con copas picudas que levantaba mucho el pecho y otorgaba a la mujer un aspecto sensual.
La industria cinematográfica propició grandes cambios en el brasier. Howard Hughes, el obsesivo director y productor de cine, pidió a un ingeniero aeronáutico que construyera una pieza de sujeción para Jane Russell, que protagonizaba The Outlaw (El forajido), película que él producía.
Pero no fue el único modelo de la época, la actriz Marylin Monroe se declaró fan de este modelo puntiagudo que exhibió en el filme Con faldas y a lo loco, una pieza de ingeniería, cuya transformación principal vino de la mano del cine.
El sostén hoy
En los setenta el brasier padeció el desprecio de la mujer y se reinventó con ciertas notas deportivas y ergonómicas. En la década de los ochenta, resurgió lleno de encajes, blondas y puntillas.

Sujetador de los años setenta, inspirado en los modelos de los años cincuenta.
Durante los noventa, con el movimiento del culto al cuerpo, la lencería vive su época dorada y se presenta con copas especiales y rellenos para realzar la belleza y la sensualidad de la mujer.
Aunque nació con vocación de vivir con ser una prenda interior, el brasier salió al exterior de la mano de Jean Paul Gaultier, que reinventó para Madona un modelo de los años cincuenta.
Los nuevos materiales han llevado al brasier a ser una pieza imprescindible para la mujer. Hoy, en el mercado se puede encontrar diseños para todos los gustos y actividades.

Sin embargo, cantantes y actrices como Rihanna, Jennifer López o Gwyneth Paltrow prefieren evitarlo y sumarse a la tendencia 'bra-less', que invita a dejar el sujetador en casa. Tú, ¿qué posición tomas?
Fotos: Getty - EFE
