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María Luisa Ortiz: "Me siento divina y deliciosa!"

"La vida está llena de experiencias y eso es lo que lo hace a uno mejor persona. Hay que quererse, leer, llenar el alma de cosas que harán t

Por María Luisa Ortiz
05 de febrero de 2016
María Luisa Ortiz: "Me siento divina y deliciosa!"

María Luisa Ortiz: "Me siento divina y deliciosa!"

Edad: 47 años.

Profesión: Diseñadora de modas. 

 

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A mis 47 años estoy en la mejor etapa de la vida, aunque cada vez que cumplo años digo ‘este sí es el mejor año definitivamente’. Me siento mejor con mi ser, con el ser María Luisa. 

¿Desde cuándo soy consciente de la edad? No me he dado cuenta. A veces siento que todavía tengo 22 años, cuando hay que bailar. Lo hago y soy muy feliz, no me importa que haga el oso. Creo que no es la edad, no es el pasar de los años, sino la acumulación de experiencias. Soy una adicta a acumular experiencias, y estoy convencida de que eso es lo que soy. 

No importa la edad. Físicamente me doy cuenta de que han pasado los años, porque la ropa suma unas tallas más que cuando tenía 18 o 22, pero eso no es una razón para estar muy preocupada. ¡Me siento divina y deliciosa!

A mí me pasa algo muy chistoso: creo que tengo el síndrome de la anorexia al revés. Me veo al espejo y me siento regia, espectacular, sabrosa, divina, me encanto. Y cuando veo las fotos, no es verdad. Veo la realidad. Y digo: me tengo que cuidar. Por la imagen, por salud. 

No cambiaría nada de mi vida. Tal vez trataría de modificar mis hábitos de comer harinas y dulces. 

 

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“Recibo clases de salsa en mi casa. ¿qué hay más rico que empezar el día a las 6:30 bailando?”

 

Mis papás me enseñaron a aceptarme como soy. Eso viene de la casa, de las familias que rodearon mi casa. Empezando por mi abuela, llena de experiencias, fantástica, y que a los 76 años dijo ‘no me puedo morir sin saber manejar un computador y escribir cartas en él’. Aprendió. Se murió a los 86. O mi mamá, que se murió cuando yo era muy joven, y siempre me decía ‘todo a su tiempo’. 

Mi esposo Salvatore Salomone siempre me ha acompañado en mi belleza personal y emocional. Llevamos 16 años juntos y siempre me dice que estoy bonita, sensacional. Salva nunca pone en cuestión mi peso. Él se refiere más al bienestar emocional.

Hoy, por ejemplo, recibo clases de salsa en mi casa. ¿Qué hay más rico que empezar el día a las 6:30 bailando? ¡Como acabando de llegar de una fiesta! Es otra de las cosas que he descubierto: el cuerpo tiene memoria del ejercicio que uno ha hecho y produce endorfinas. Bailar es como comer chocolate o ir a una fiesta. ¡Qué mejor remedio para la ansiedad! ¡Lo máximo!

Dedicarles más tiempo a mis amigas me hace feliz. Con ellas echamos lora, hablamos de lo que estamos leyendo, si alguna tiene un problema, nos acompañamos, conversamos sobre las situaciones que vivimos alrededor. Mantenemos un pacto tácito de no sentirnos solas. El año pasado una entró a cursar un diplomado y todas estábamos maravilladas: ¡pero si el cerebro está tostado a esta edad!

Me hace feliz estar con Ceci, mi hija, cuando no la tengo que regañar; me hace feliz cuando Salvatore está feliz, pero mi felicidad no depende de él, solamente de mí. También compartir el mismo gusto musical con Ceci, cuando oímos La X. 

El año pasado me fui de cumpleaños con mi amiga Paula Jaramillo al Festival de Jazz de Curazao y no paré de bailar durante tres días. Creo que este año repito. 

La vida está llena de experiencias y eso es lo que lo hace a uno mejor persona. Hay que quererse, leer, llenar el alma de cosas que harán tu vida más feliz.

 

Fotos: Alejandro Gómez Niño.

 

 

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