Nora Lozza, la dama de la industria del cuero en Colombia

Santandereana, ingeniera industrial y matriarca en su vida privada, desde hace 29 años es toda una autoridad en el mundo de las carteras.

Por Mónica María Moreno

24 de noviembre de 2015

Nora Lozza, la dama de la industria del cuero en Colombia
Nora Lozza, la dama de la industria del cuero en Colombia

Nora Lozza, la dama de la industria del cuero en Colombia

 

Su empresa, desde el principio, ha convertido los bolsos en objetos de lujo artesanal, para las verdaderas amantes de lo exclusivo y duradero. Historia con olor y vetas.

***

Sigue a Cromos en WhatsApp

Por: Mónica María Moreno, @monicamamoreno
Fotos: David Schwarz, @davidmschwarz

 

Nora creció entre hilos y telas. Su mamá, Isabel Gualdrón, era modista. Con ella aprendió el valor del detalle, de entregarle el corazón a cada vestido, de ser responsable con cada entrega. Fueron muchas las noches que pasaron juntas, hasta terminar un traje para una cliente. Y entendió con cada sonrisa, la importancia de la satisfacción. Por eso, al preguntarle sobre aquello que la inspira, ella no duda en contestar que es su madre, quien pudo verla crecer y alcanzar el éxito: una empresa que después de 29 años de sortear crisis, se ha convertido en un referente nacional en la industria del cuero. En su honor, Nora conserva todavía la máquina de coser de su mamá. No solo como un monumento, en ella se siguen cosiendo historias en cuero.

Su éxito no es gratuito. Desde pequeña, Nora demostró que aquello de la verraquera de las santandereanas no es mito. 

Nació en Chima, un pueblito a más de 100 kilómetros de Bucaramanga. Cuando cumplió cinco años, sus padres trastearon la camada de diez hijos a la capital santandereana, buscando más oportunidades. Un día, mientras estudiaba en una escuela de barrio que tenía hasta cuarto de primaria, Nora decidió irse sola a la escuela Anexa —una de las más grandes de la ciudad—, para hablar con la directora. 

—Niña, ¿qué quiere?, preguntó la señora. 

—Quiero entrar a este colegio, contestó.  

— ¿Por qué viene solita?

—Porque mi mamá está en la casa trabajando.

Al final, después de llevar a la mamá al colegio, la aceptaron. Se salió con la suya. Y lo volvió a hacer después para cursar el bachillerato. Quería estudiar en el colegio El Pilar —el plantel oficial más importante del departamento y destacado como uno de los de mejor nivel académico—. Ya habían pasado los exámenes de admisión pero a ella, obstinada, se le metió en la cabeza que tenía que estudiar ahí: “Me fui a rogarle a la monja que era la rectora hasta que la convencí, pero me puso una condición: todos los meses debía mostrarle las notas”.  Y ese compromiso la llevó a ser una de las mejores alumnas. Así lo hizo hasta que se graduó en 1971. 

 

_DMS9111

3.000 unidades mensuales vende Nora Lozza en sus tiendas.

 

Era buena para los números, entonces decidió estudiar ingeniería industrial en la Universidad Industrial de Santander, UIS. Ese año, el movimiento estudiantil en Colombia tuvo sus mayores manifestaciones y, a raíz de la situación de orden público, decretaron un solo exámen, si no pasaba, le tocaba esperar hasta el siguiente. Pero Nora, dueña de un destino marcado por el éxito, aprobó. 

 

Mujer en cueros

En sexto semestre, la empresa Damton Buxton de Colombia —una de las pioneras del cuero en el país— llamó a su facultad, buscando un estudiante que quisiera trabajar en el departamento de producción. Ella fue la escogida. A partir de ahí empezó a conocer el cuero. Fue amor a primera vista. 

Allí hizo su carrera. Empezó como practicante y llegó a ser gerente de producción hasta 1986, cuando se retiró para montar su propia empresa. Mientras trabajaba, la OEA publicó una convocatoria para estudiar el proceso de curtición en Brasil. Se la ganó y estuvo dos meses en Porto Alegre, en un curso intensivo sobre procesos, taninos y planchados.  

 

_DMS9183

Nora Lozza y su hija Catalina Marín. Dos generaciones en el mundo del cuero. 

 

De vuelta en el trabajo en Damton Buxton, se dio cuenta de que necesitaba otro curso más: aprender inglés. No entendía  cuando los gringos llegaban a la empresa y eso no le gustaba. Se propuso ir a Londres, pero no la dejaron renunciar. En Damton sabían que Nora era de esos empleados que es mejor capacitar. Era preferible perderla unos meses que dejarla ir para siempre. Se fue a Estados Unidos y estudió inglés en la Universidad de Illinois. El segundo idioma fue clave cuando le llegó la hora de tener su empresa y empezó a ir de feria en feria. 

En el camino en esta casa manufacturera, aprendió también a trabajar como los italianos cuando venían a asesorar la empresa. Cada billetera era hecha a mano, paso a paso, como una obra de arte. Con ellos entendió que eso era lo que quería: dedicarle a cada pieza tiempo, concentración y cariño. Eso marca la diferencia. Y esa ha sido su filosofía desde entonces. Otra clave de su éxito.

 

Al borde de un ataque de nervios

El momento de independizarse llegó. Ya tenía el conocimiento necesario para montar su propia empresa y quería dedicarle más tiempo a su familia. Consiguió los socios capitalistas entre su esposo Rafael Marín Valencia y sus hermanos. Las noches las pasaba en vela por el peso de la responsabilidad que estaba asumiendo. Tenía claro que su experiencia estaba en la producción, los números, las estadísticas, no en las ventas. Necesitaba tener un socio que pudiera vender lo que ella hacía. Eso, dice Nora, fue clave para empezar con pie derecho. 

Y abrió su empresa con el nombre de First Class en 1986. 

 

_DMS9225

42 años de experiencia tiene Nora Lozza en la industria manufacturera.

 

La primera producción se vendió bien y eso le dio impulso para seguir adelante. Tenía claro que no quería hacer carteras corrientes. Cada una de sus piezas debía tener un toque diferente. Era un riesgo, en una época en que las mujeres le daban más importancia a la ropa que a la cartera. Es otro punto que la destaca. Siempre está innovando. Por eso se ha mantenido.

Así fue conquistando el gusto de las mujeres santandereanas y hoy es una marca de orgullo nacional. El sello que comenzó como First Class, pasó luego a Nora, y después a Nora Lozza. 

Su propósito no era quedarse ahí. Recuerda que abrió su primer almacén en Bogotá en la calle 90 con carrera 15. Hizo tantas veces las cuentas, que sabía cuánto iba a perder en caso de fracasar. Tenía la tranquilidad de que su hermana se haría cargo de él. Y aun así, no podía estar serena.

Reconoce que todavía sigue sintiendo nervios cada vez que va a abrir una tienda, a pesar de haber cerrado algunas pero inaugurado muchas más. Ahora su cabeza está en dos nuevos locales que abrirán sus puertas próximamente en Cartagena y en el aeropuerto de Bogotá.

Las crisis han estado presentes y han sido fuente de aprendizaje. Un momento difícil vino en 2002, cuando el dólar bajó, las exportaciones cayeron y tuvo que cerrar algunos de sus mercados en el exterior. En esa época le tocó adaptarse también a los pasos de animal grande del mercado chino. 

Al principio no eran una competencia importante porque se notaba la diferencia en la calidad. Pero más tarde, las grandes marcas se fueron para allá a hacer sus productos y los chinos aprendieron de calidad. Llegó un momento en que los productos traídos de China tenían mejores acabados y mejores diseños. En esa encrucijada, trajo una máquina que podía producir bolsos en serie pero al final recordó la que había sido su premisa: “Mi mamá me enseñó que era mejor pagar más y que durara”, eso era lo que yo tenía en mente con mis productos”. La máquina se quedó archivada.

La prudencia es otra clave de su éxito en los momentos de crisis. Detenerse, pensar y actuar. Así lo recuerda cuando tuvo que cerrar media fábrica. Dejó de exportar y se dedicó al mercado nacional. Su idea era no gastar más de lo que podía pagar. Muchas de las empresas que empezaron al tiempo con ella, hoy no existen. Por eso aprendió a corregir el rumbo sin lamentaciones y a crecer de forma escalonada. “Eso me diferencia de mi esposo, él va a mil, yo no. A veces, cuando va a la empresa, trata de que yo haga mil cosas, pero le digo: yo hago las cosas a mi ritmo”. 

 

_DMS9205

9 tiendas propias en Colombia y Stockist en Suiza, Estados Unidos, Perú y México.

 

De todos modos, en esa época, el mercado y la crisis la seguían atormentando. Pensó que tal vez era hora de hacer un alto y dedicarse a algo que le venía dando vueltas en la cabeza: el servicio social. Ya había tenido una empresa exitosa, tal vez era el momento de liquidarla con la cabeza en alto.  

Las empleadas se opusieron. Incluso se ofrecieron a trabajar por menos sueldo hasta salir del mal paso, y esa actitud de su equipo le dio un nuevo impulso. Tiene claro que si tuviera que empezar de nuevo lo haría en Bucaramanga. “Es gente que va más allá siempre”, destaca. 

Hizo ‘reingeniería’ en su cabeza, reafirmó su premisa de crear artículos de lujo artesanal y centró su deseo de vivir el servicio social con sus empleados. Un día se fue a visitar a dos de ellos, vio cómo vivían y salió de allí llorando. En una casa de una planta vivían nueve personas y en la otra, no había piso. 

Así que empezó a ayudar. Con las empleadas que tenían casa propia, construyó un plan de gastos para mejorar sus viviendas y ayudó para que a siete de ellas les dieran créditos para mejorar sus condiciones de vivienda. Más tarde, se sintió orgullosa porque no tuvo que pagar nada. Todas respondieron. Y en cada casa se instalaron puertas, baños, pisos, cuartos nuevos. 

Hoy sigue en ese proceso, las asesora en lo material y lo espiritual y es apoyo para que las que viven en arriendo, se acerquen al sueño de conseguir su propia vivienda. 

 

_DMS9234

Alexandra Gómez, de 46 años, lleva 21 años trabajando al lado de Nora Lozza.

 

Mujeres de dos generaciones

Otro desafío, como muchas colombianas, fue el de ser mamá y trabajar. Por eso también quiso convertirse en su propia jefe. Su hija Catalina, tiene la misma edad de la empresa: 29 años. Recuerda que la llevaba al trabajo y que aprendió a manejar el tiempo para dividirse en sus dos tareas. Catalina jugó con los cueros, las empleadas fueron sus compañeras de historias casi toda su vida. Su papá quería que siguiera los pasos de Nora. Pero ella se negaba. Quería estudiar lejos y ser sicóloga. Se fue a la Universidad de California y allá planeó su vida. Pero la sangre la llamó.

“En otra crisis, apareció Cata, como un regalo de Dios, que todo lo hace perfecto”, afirma Nora. La empresa donde trabajaba en Los Ángeles le estaba gestionando la visa para legalizar su condición. Durante ese proceso se vino para Colombia. “Yo le decía: ‘acá no se va a quedar mirando al techo, vamos a la fábrica a trabajar’ y así lo hizo”, recuerda Nora.  Solo pasaron 20 días, cuando la llamaron para avisarle que su visa estaba lista y debía volver. Este corto tiempo sirvió para lograr lo que su papá, Rafael, no había podido en años: convencerla de que trabajara en la empresa. 

“Descubrí mi pasión. Amé la cultura organizacional de esta empresa. No conozco otra organización donde las personas quieran tanto a sus jefes. Yo venía de una cultura gringa, donde todo es más frío, menos humano. Me dí cuenta de que esta empresa es un diamante en bruto. Me enamoré y entendí el valor de la marca”, cuenta Catalina. 

Hace tres años se trajo a su novio, hoy esposo, y empezó a trabajar como directora creativa de Nora Lozza.  “Era extraño que una empresa de diseño no tuviera ese cargo y entendí que la veían como una industria manufacturera. Acá estaba mi futuro”. 

Hoy, la empresa Nora Lozza, tiene un gran equipo en la cabeza: la alianza entre el gusto y el ímpetu de Catalina y la gran experiencia y racionalidad de su madre. Mucho han aprendido la una de la otra. Nora, como la llama Catalina —para darle su lugar de jefe—, ha entendido la importancia de apostarles a las ideas menos tangibles de su hija, pero lo que no negocia es la funcionalidad de sus piezas. 

Entre madre e hija y unas empleadas comprometidas, salieron de la crisis, y empezaron a crear estrategias para enfrentar el nuevo mercado. Y lo han logrado. Catalina está liderando pequeños showrooms con clientes en Bogotá y otras partes del país para que conozcan sus productos. Contrataron una agencia de comunicaciones y tienen una asesora para la nueva imagen de la marca. 

Nora reconoce que en muchas decisiones, su hija se ha equivocado y en otras ha acertado. Pero es consciente de que es parte del aprendizaje. Nora es clásica y Catalina, moderna. La madre es práctica y la hija, soñadora. Juntas son candela en esta historia de construir una marca que está destinada a durar mucho tiempo más, que tiene claro para dónde va y que no tiene pretensiones de ser masiva, sino de apuntarle a la exclusividad. 

Hoy Nora trata de sacar más tiempo para dedicarle a su esposo e hijos —Juan Felipe y David Augusto— y al golf, su otra pasión. Catalina, mientras tanto, se concentra en seguir afianzando la empresa, poniéndola al nivel de las grandes marcas internacionales, porque sabe qué tienen con qué. Juntas seguirán diseñando y fabricando productos en cuero. Haciendo carteras y productos que cuenten historias. 

 

Productos de Nora Lozza

 

FotorCreated

 

Bolsos, pequeña marroquinería: portapasaporte, portadocumentos, tarjeteros, cosmetiqueros, portalapiceros, porta abanicos, organizadores de viaje, billeteras, relojes y caja para guardar relojes, joyeros, cinturones, accesorios en cuero, capas y zapatos.

 

Comprar cuero

A la hora de comprar, Nora y Catalina nos cuentan qué se debe tener en cuenta:

1. Entre más natural su proceso de curtición, más fino. En este cuero se ven algunas vetas o pequeñas imperfecciones que son naturales de la piel. Estos defectos reafirman que se está comprando una pieza 100% de cuero. 

2. Cuando la textura es sedosa al tacto, y el poro es fácilmente visible, es sinónimo de una curtición a base de productos naturales. Esto significa que se seleccionó una piel de óptima calidad. Estos cueros de poros abiertos, son más delicados y requieren más cuidado.

3. El cuero es de origen natural y al igual que nuestra piel, necesita humectarse, porque el sol, la luz y el agua, tienden a resecarlo. Huméctelo con productos especializados una vez al mes. 

4. Para saber si lo que está comprando es cuero, presione su dedo suavemente sobre la piel: aparecerán unas pequeñas arrugas que deben desaparecer inmediatamente. Esto no ocurre con el sintético. Puede raspar con la uña una parte no visible y luego frotar para recuperar la aspereza, si no la recupera probablemente no es cuero.

 

Secretos para hacer empresa

- Tener un don o talento, acompañado por una inmensa pasión y amor profundo por el oficio y trabajo.

- Contar con la experticia y el conocimiento de los procesos productivos de la empresa que se va a montar. 

- Prudencia en el gasto y en el crecimiento de la organización. Es mejor crecer de manera escalonada con claridad por la demanda existente en el mercado.

- Obrar con integridad, honestidad y compromiso. No importa que muchas veces esas decisiones afecten los logros económicos. Después verá el resultado positivo. 

- Compromiso social con el equipo de trabajo. Nora está convencida de que su éxito empresarial pasa por su responsabilidad para generar empleo y ayudar a que las personas dentro de su organización crezcan personal y espiritualmente.  

 

 

Por Mónica María Moreno

Sigue a Cromos en WhatsApp
Este sitio usa cookies. En caso de seguir navegando se entenderá que usted ha otorgado una autorización mediante una manifestación inequívoca para su uso
Aceptar