Rutinas diarias que contribuyen al cuidado del medio ambiente

Más allá de reciclar hay acciones cotidianas, que sumadas por cientos y miles, alargan la buena vida de la fauna y la flora, de los suelos, del clima y, por ende, de la salud en las personas. Tres historias colombianas que ayudan a este cambio.

Por marcela díaz sandoval

08 de septiembre de 2019

Getty Images

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El planeta viene hablando de sostenibilidad desde mucho antes de que los humanos tocaran el tema. Han pasado años desde que la muerte de las tortugas marinas empezó a aumentar como consecuencia del desbordado número de plástico que llega a los océanos, desde que miles de animales han muerto por ingerir fragmentos de residuos tóxicos y, en general, desde que la fauna y la flora, los suelos, la salud de las personas y el aire se han visto lastimados como efecto secundario del inconsciente grado de contaminación que aumenta sin medir consecuencias ni fronteras.

¿Somos víctimas de nuestro propio invento? Queramos aceptarlo o no, es alto el grado de responsabilidad que la humanidad tiene en este panorama. Algunos hábitos adquiridos, algunas acciones que realizamos en modo piloto automático tienen un impacto ambiental que aunque parezca bajo, multiplicado por los millones de personas que habitamos la tierra, generan un resultado casi que incuantificable en términos de contaminación. Usar productos hechos con materiales que duran siglos en descomponerse como el plástico, desperdiciar agua y descuidar el mantenimiento de los vehículos son solo algunas de las múltiples causas que van en contra de pensar en un mejor futuro. 

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Tomar acciones resultó más sencillo que hacer que todos tomen conciencia. Por eso decidimos destacar tres casos de emprendimientos colombianos que, partiendo de situaciones personales y motivaciones comunes, empezaron a generar un cambio en rutinas cotidianas como cepillarse los dientes, peinarse o tomar agua, entre otras. ¿Cómo lo hicieron? Esta es la historia que se esconde detrás de La Tortuga y la Liebre, Casa Ciclo y Porta.

De lo singular a lo plural

“La Tortuga y la Liebre nace cuando decido renunciar a las agencias de publicidad porque me cansé de trabajar con marcas que no coincidían con lo que pensaba. Lo único que tenía claro era que mi próximo trabajo sería algo sostenible. La idea empezó a tomar forma y uní fuerzas con Ash (mi novio) que había trabajado en un café ‘zero waste’ en Canadá y nos asociamos para crear una alternativa natural. ¿Quiénes hacemos parte del proyecto? Somos tres. Ash es constructor de objetos guapos y diseñador autodidacta. Es el personaje que necesitan cuando lo han intentado todo para arreglar algo y nada funciona. Está Lola (12 años perrunos), se encarga de batir la cola para dar ánimo a los empleados; lleva trapos y papeles de la cocina a la sala. Es supervisora de felicidad. Y yo, soy publicista de profesión,  ecologista y aficionada a la salud natural por convicción y obligación. Estoy luchando por estar bien de salud (estoy saliendo de una enfermedad complicada y de difícil diagnóstico); eso me impulsó a mejorar el mundo en lo que pudiera. Me encargo de manejar redes, creo estrategias, soy la contadora improvisada. Existimos desde 2017 y tenemos productos como jabón para dientes, shampoo en barra, desodorante sin bicarbonato de sodio, hilo dental de carbón activado, afeitadora de seguridad reusable, entre otros”: Andrea, fundadora. 

De Medellín para Colombia

“Porta -el nombre de la marca surge de la palabra portable- nació en mi mente después de un viaje que realicé a Tailandia durante 15 meses, cuando una chica que conocí me regaló un pitillo de vidrio con su estuche y su cepillo, y a mi se me hizo fantástico y siempre lo cargué conmigo. Después me reuní con una de mis mejores amigas en Bali y allá la cultura del no plástico es muy grande; entonces tienen pitillos en bambú, en vidrio, en acero inoxidable, y ahí me ilusioné con traer esa idea a Colombia. Pero yo no soy empresaria de profesión, soy chef de cocina basada en plantas; siempre he estado muy conectada con el tema de la sostenibilidad, el consumo consciente y de aportar algo bueno a la sociedad, pero de empresa cero. Entonces empezamos a hacer las averiguaciones porque queríamos que el producto fuera 100 % colombiano, y aunque el objetivo no lo logramos con el tubo que nos toca importar, sí lo hacemos con el resto del proceso. Mandamos a cortar los tubos, los pulimos, los esterilizamos, les ponemos nuestra marca y luego hacemos los estuches. Son varios los planes que tenemos con Porta. Por el momento estamos ubicados en Medellín pero la idea es llegar a todo el país; queremos que sea un producto de Colombia para Colombia. Empezamos con la propuesta de pitillos pero lo ideal sería ofrecer más utensilios portables (qué bueno poder tener el kit completo del almuerzo, por ejemplo, la coca, los cubiertos).   
Nuestra apuesta está enfocada en creerle a ese cambio de conciencia, es decirle a las personas que analicen qué tipo de productos están comprando, y de dónde viene. La idea es querernos y con ello querer al planeta”: Juliana González, cofundadora.  

Miembros de la naturaleza

“Casa Ciclo fue creado hace un año como respuesta a la necesidad de consumir productos para el cuidado personal y del hogar de manera que se genere la menor cantidad de desperdicio posible. Creemos que es necesario un cambio en nuestra forma de elegir los productos y soñamos con que la sostenibilidad se vuelva parte del día a día de más personas.  Detrás de este proyecto estamos todos aquellos que creemos que cuestionando la forma de consumo se puede generar un cambio y desacelerar la contaminación. También están los pequeños productores locales que son nuestros proveedores. Tratamos de que todos nuestros productos sean colombianos. Primero, porque generamos una demanda fija a los pequeños y medianos productores del país; segundo, porque reduce la huella de carbono debido al transporte; y por último, es más fácil la trazabilidad en la elaboración de nuestros productos asegurando un bajo desperdicio. Desde el comienzo Casa Ciclo nació siendo sostenible porque creemos que somos parte de un todo. Esto está interconectado, todo sale de la tierra y vuelve a ella. Todo es un ciclo.  Debemos dejar de concebirnos como algo externo a la naturaleza, y darnos cuenta de que somos parte de ella. Las personas se han sentido a gusto porque les permite ser consumidores responsables sin dejar de usar los productos que normalmente utilizan. Muchos piensan que ser eco friendly resulta más costoso; nosotros tratamos de ofrecer productos de muy buena calidad, la mayoría, libres de alcohol, sales, derivados del petróleo, parabenos y no hidrolizados (no diluidos en agua). Son productos que rinden mucho más comparados con productos comerciales que se encuentran fácilmente en los supermercados. Además de esto, no contaminan nuestro cuerpo ni las fuentes hídricas. Creemos que es muy importante que nuestros productos sean de buena calidad para que duren más”: Camila Curiel, fundadora de Casa Ciclo.  

 

 

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