El cuerpo femenino, que siempre está marcado por los cambios y el tiempo, como la pubertad, el embarazo y la menopausia, carga muchos mitos e inquietudes. Pero esta última, distinta a la pubertad y el embarazo que muestran una transformación siempre asociada con la celebración y la juventud, no se permite celebrar ni admirar, lo que lleva a una vergüenza por ese natural ciclo de la vida femenina.
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Sigue a Cromos en WhatsAppEs una lástima que sea así, ya que contrario al mito popular esta etapa es una conquista en la vida de la mujer, en la que el autoconocerse, la seguridad y la madurez dan una visión de mundo mucho más libre de lo que fue en las fases anteriores.
Ella ya no acepta, por ejemplo, sexo mediocre, sexo para complacer al otro o sexo burocrático. La experiencia de vida y la confianza en el propio cuerpo permiten la búsqueda por el placer sin afán, sin la necesidad de cantidad, pero sí con calidad.
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Obviamente que ese placer o toda esa forma de vivir placenteramente depende del deseo que con la menopausia puede estar decaída no necesariamente por algún desorden hormonal. El motivo puede encontrarse en relaciones con conflictos mal resueltos, la falta de espacios personales y la ausencia de placeres individuales, que terminaron distanciando a la mujer del propio deseo. Hormonalmente hay cambios, como en todas las otras etapas de la vida, pero que pueden y deben ser hablados.
Decir a la pareja, amigos y familiares los días en que emocional y físicamente se siente distinta. Y de la misma manera que la mujer se flexibiliza y se ajusta a las dificultades sexuales masculinas, como la pérdida de la erección o eyaculacion precoz, los hombres también pueden y deben ser bastante empáticos con la menopausia femenina.
El tabú solo se deshace cuando se habla, y mucho, sobre el tema. Informarse, entender y, sobre todo, poder hablar sin sentirse avergonzada o culpada por lo que está sintiendo es el paso más valioso que estamos dando en la direccion del verdadero empoderamiento femenino, es decir, el poder ser mujer sin que eso sea doloroso.
Autora de la columna: Flavia dos Santos.