“Existe mucha literatura científica que soporta diversos estilos dietarios para la salud neuronal, como la dieta mediterránea, la cetogénica o keto, la vegana y, más recientemente y en virtud del cambio físico extremo de la cantante Adele, la dieta Sirtfood”, señala Cheryl Jiménez Pérez, neuróloga clínica del Centro de Memoria y Cognición Intellectus. Para la especialista, estas dietas no solo contribuyen a que mantengamos nuestro cuerpo sano, sino que hacen algo similar con el cerebro: “Evitan el daño oxidativo de las células, benefician la longevidad neuronal, la plasticidad y, de esta forma, la función cognitiva”.
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Como ocurre con el resto del organismo, al cerebro no le hace bien la ‘chatarra’. “Los alimentos elevados en grasas trans, como los fritos, los bizcochos y la comidas rápidas, aumentan la formación de radicales libres que aceleran el envejecimiento neuronal. Estos alimentos también incrementan el riesgo vascular. En la medida en que crece el colesterol malo (LDL) y disminuye el bueno (HDL), se pueden formar placas ateromatosas en arterias principales del cerebro, lo que induce procesos isquémicos crónicos e, incluso, ataques cerebrales vasculares agudos, con secuelas neurológicas y efectos destructivos para la funcionalidad”, sostiene la experta.
Una dieta saludable ayudará a reducir los riesgos de enfermedades.
Estos hábitos alimenticios nocivos también se relacionan con un mayor riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Además hay que evitar los alimentos altos en azúcar, que pueden causar trastornos oclusivos en las arterias, daños neuronales irreversibles y lesiones en los nervios, que generan “anormalidades en la marcha o en la sensibilidad de las extremidades”, agrega Cheryl Jiménez, quien se desempeña como profesora en varias universidades.
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¿Cuál es el mejor alimento para el cerebro?
“Alimentos que contengan alta cantidad de aminoácidos (como huevos, pescado azul, pescado blanco, mariscos y carne magra), de tirosina (vegetales, legumbres, arroz integral, semillas, cereales integrales, manzanas, espárragos, aguacates, zanahorias, lechuga romana, espinacas), de triptófano (frutos secos, plátano y piña) y de carbohidratos complejos (darle prioridad a los integrales)”, agrega la especialista.
Presta atención al consumo de alimentos crudos
No hay nada de malo en la comida cruda, pero sí en la que está en mal estado o que ha sido preparada con deficientes medidas de salubridad. “Puede estar contaminada con patógenos que no solo afectan el sistema gastronintestinal, sino el cerebro, como es el caso de la cisticercosis (infección causada por el parásito del cerdo)”, señala Jiménez.
Cambia el estilo de vida
Según la neuróloga, una modificación en la dieta y la práctica de algún tipo de ejercicio físico permiten “generar nuevas neuronas y conservar las viejas, así como modificar la inflamación, la respuesta al estrés y la defensa antioxidante, lo cual puede ayudar a retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas y prevenir la progresión de las mismas”.
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