No es necesario estar viviendo un infierno para asistir al psicólogo. Asociar la terapia psicológica a los problemas cotidianos es un cliché que debemos desterrar, pues tener un espacio con un profesional que nos sepa guiar debería estar en los primeros renglones de nuestras prioridades.
Un psicólogo nos ayuda a regular nuestras emociones y también nos puede guiar para afrontar las preocupaciones de la vida cotidiana, entre otros retos.
Sigue a Cromos en WhatsAppTe invitamos a leer más contenidos como este aquí
La terapia psicológica: cuándo debemos buscar ayuda
Es frecuente que las personas se pregunten cuándo debo asistir a un proceso psicoterapéutico, cuál momento es el indicado, qué síntomas debo manifestar para tomar la decisión. Sin embargo, la respuesta sería que cualquier momento es el acertado ya que estos procesos no están dirigidos de forma exclusiva a quienes presentan una ‘enfermedad mental’, sino a quienes están interesados en trabajar en su bienestar psicológico.
Más información en Cromos
Cualquier momento es propicio para destinar un espacio en el que se pueda explorar qué situaciones nos abruman, qué situaciones quisiéramos manejar de una forma más efectiva, qué relaciones en nuestro entorno quisiéramos modificar, fortalecer, en fin, cualquier momento en el que deseamos conversar con un profesional que nos puede acompañar en un proceso de cambio.
Para Ángela María Henao, directora de los posgrados de Psicología Clínica de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, hay diversas señales que debemos identificar para asistir a psicoterapia. Son las siguientes:
1. Situaciones relacionadas con deterioro de los hábitos de sueño, de alimentación, de falta de interés por realizar actividades cotidianas y que presentan un estado de ánimo bajo.
2. Momentos relacionados con altos índices de estrés que generen irritabilidad, dificultad de concentración o baja efectividad en las labores.
3. Eventos en los que nuestras relaciones estén deterioradas: con la familia, con la pareja, con los amigos, con el trabajo o que estén caracterizándose por conflictos frecuentes, apatía o alejamiento.
4. Momentos en los que el consumo de cigarrillo, alcohol u otras sustancias llevan a alejarnos de lo que verdaderamente nos importa, familia, trabajo, amigos, vida social, entre otros.
5. Sentir preocupación en exceso por la vida cotidiana, esta paraliza y aísla.
6. Ocasiones en las que es difícil hablar con otros, expresar nuestros puntos de vista o participar en eventos sociales.
7. Momentos en los que experimentamos una pérdida y sentimos que nuestras emociones nos desbordan y no encontramos la forma de regularlas, esto afecta nuestra vida cotidiana, el trabajo, las relaciones con las personas cercanas.
8. Situaciones en las que identificamos que nuestro enojo o irritabilidad no logramos regularlo y respondemos de una forma agresiva o violenta ante situaciones que nos molestan.
Como observan son variadas las situaciones que podrían servir de señal para asistir a un proceso psicoterapéutico, y ninguna de estas están necesariamente relacionadas con una enfermedad mental. El interés en trabajar en nuestro bienestar psicológico, tal como se hace con el bienestar físico, hace oportuna la orientación y el acompañamiento de un profesional de la salud mental.
