Alejandro Palacio, la sombra de Rafael Orozco
La madre de Alejandro, Miladys Zawady, descubrió el don de su hijo cuando él tenía siete años y cantaba baladas románticas de Cristian Castro y Luis Miguel en la ducha. Desde entonces empezó a cultivar su talento llevándolo a participar en los diferentes festivales musicales que se realizaban en Santa Marta, fomentando el talento del pequeño con la asesoría de profesores de vocalización y solfeo.
A los 17 años, Alejandro se dedicó por completo a la música. Gracias a los diferentes viajes que hacía cantando consiguió contactos importantes que contribuyeron a su sueño de hacer música. En el 2004 ingresó al grupo musical Binomio de Oro de América, como cantante principal.
Sigue a Cromos en WhatsAppCuatro años después, terminó su ciclo musical con el Binomio y decidió prepararse de manera individual para una nueva producción discográfica. Fue en ese momento cuando Hernán Correa, su gran amigo y director de casting de varias producciones nacionales, lo contactó para hacer parte de la novela Oye Bonita. “Me pareció una experiencia innovadora y agradable porque era un personaje que estaba muy ligado a la música, no me iba a destacar solamente a nivel actoral, sino además a nivel musical” cuenta Alejandro sobre su participación.
Cuando comenzó el casting para el protagónico de Rafael Orozco, Alejandro estaba comprometido con ¿Dónde carajos está Umaña?, pero por insistencia de los productores terminó aceptando personificar a quien siempre ha admirado desde sus inicios en la música vallenata, Rafael Orozco.
Para su preparación fue fundamental su cercana relación con Clara Cabello, viuda de Rafael, y con sus hijas Wendy y Loraine, este proceso le dio la oportunidad de tocar los recuerdos más preciados, que son memoria de su esposo y padre.
Esto le ha permitido a Alejandro tener un norte y hacer que el personaje se sienta mucho más real. Además ha compartido con amistades y músicos que estuvieron con Rafael Orozco en el Binomio de oro. Alejandro afirma que uno de sus objetivos con este personaje es que los colombianos no conozcan solamente al ídolo, sino también al ser humano.
De Rafael Orozco le gustan varias cosas, la musicalidad, el corazón noble, el amor tan grande que tenía por su familia, sus seres queridos, la energía para cumplir sus metas, y la pasión que le impregnaba al vallenato.
Para Alejandro, esta interpretación ha sido muy gratificante pues le ha permitido hacer lo que más disfruta desde pequeño: cantar y a un mes aproximadamente de finalizar grabación está abierto a cualquier propuesta de trabajo porque para él lo importante es meterle corazón, sentir la acogida de los televidentes y aportarle algo a la comunidad.