Bichos de exportación

El excéntrico gusto de europeos, asiáticos y norteamericanos por tener mascotas raras, ha fomentado la exportación de escarabajos, ranas, mariposas y peces colombianos.

Por Redacción Cromos

25 de abril de 2009

Bichos de exportación
Bichos de exportación

Bichos de exportación

No es novedad escuchar que Colombia posee el 10% de la biodiversidad del planeta y que el país ocupa los primeros lugares en diversidad y número de especies en aves, anfibios, insectos, reptiles, mamíferos y peces. Lo que no es muy conocido aún es que gracias a esa riqueza podemos darnos el lujo de exportar escarabajos, mariposas, ranas y peces ornamentales, entre otros.

Los europeos y estadounidenses pagan buenos precios por tener como mascotas a estos exóticos animalitos que abundan en nuestras tierras y que llegan a sus manos, en gran parte, por el tráfico ilegal que afecta a los países tropicales. Sólo en 2007, las autoridades colombianas decomisaron 388.000 especies de flora y fauna que pretendían comercializar ilegalmente dentro y fuera del país. De estas, 48.000 correspondían a aves, reptiles y mamíferos y las 340.000 restantes a diversos tipos de plantas. Además se incautaron 305.000 metros cúbicos de madera.

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Frente a este tráfico ilegal, cada día nacen en Colombia nuevas empresas para comercializar estas especies de manera legal. En la actualidad existen 1.250 compañías dedicadas a esta actividad que está reglamentada en Colombia desde hace 10 años y se llama biocomercio sostenible.

Pero a pesar de lo antiguo del tema y de la riqueza que nos caracteriza, en la actualidad sólo el 16% de las empresas dedicadas a este negocio exportan sus productos. Germán Viasús es uno de ellos. Lidera Tierra Viva, una compañía que se dedica desde hace cinco años a reproducir escarabajos en cautiverio y a exportarlos hacia Japón. El dynastes hércules, uno de los más grandes del mundo (17 cm) y llamativo por sus largos cuernos, es el más apetecido en Oriente, porque ancestralmente ha sido admirado por su fuerza -levanta hasta 800 veces su tamaño- y por sus brillantes corazas. Es tal el gusto por estos animales, que anualmente llegan dos o tres excursiones de niños japoneses deseosos de conocer el criadero de Germán, en zona rural de Tunja, y escoger el que se llevarán como mascota para cuidarlo durante los ocho meses de vida que tienen. Cada año, las familias japonesas compran más de 5 millones de insectos de diferentes partes del mundo. Germán, el único en Colombia que exporta escarabajos, envía 100 ó 150 mensualmente a ese país.

Y vende algunas parejas de estos coleópteros a un zoológico de Canadá, otro de Miami y algunos animales muertos terminan en las casas de coleccionistas de Alemania y España. Los escarabajos vivos viajan durante 36 horas en botellas plásticas, con una cama de aserrín y compota de bebé como alimento. Este procedimiento le costó a Germán tres años de experimentación y varias pérdidas.

Pero su éxito no es exportar escarabajos, sino haber logrado su cría en cautiverio a partir de desechos orgánicos, experiencia única en el mundo. Su laboratorio funciona con 300 kilos de basura que recoge en 8 apartamentos de Tunja y mensualmente produce 10 toneladas de abono considerado de mejor calidad y más baratos que otros de su tipo.

Otro caso exitoso es el de Vanessa Wilches, quien por casualidad descubrió en la producción de mariposas una oportunidad de negocio. Visitando un mariposario en la Florida se encontró con especies muy parecidas a las que veía en su finca cerca a Cali. El encargado del lugar le contó que los insectos provenían de Costa Rica, Salvador, Belice, Surinam, Malasia, Nueva Guinea y Kenia y que le gustaría tener especies de Colombia.

Así nació Alas de Colombia, una empresa que formó con su mamá y que tras 18 meses de investigaciones y ensayos logró la licencia para producir en cautiverio pupas y mariposas para comercialización. Tuvo que afrontar muchos obstáculos porque a pesar de que existen las leyes para regulan el biocomercio, no existía la experiencia de hacerlo con estos insectos. Sólo existía producción de boas y babillas.

Ahora exporta entre 250 y 600 pupas por semana a Estados Unidos. Para el consumo local y nacional se ideó la venta de pupas para liberar mariposas en ceremonias especiales, tradición de la aristocracia francesa que fue copiada en Estados Unidos. Ella vende los empaques para liberar las mariposas, sobres para guardarlas dormidas o la maripupa, su producto insignia, que consiste en regalar una pupa de mariposa para verla crecer y liberarla. Por el camino vio que las alas de los animales que se morían quedaban intactas y ofrecían un espectáculo único de color y creó una línea de separadores de libros, velas, tarjetas, móviles, cuadros, centros de mesa, joyas y accesorios, que está a punto de exportar.

Luis Fernando Martínez, en cambio, lleva dos años esperando su licencia para exportar ranas a Alemania. A pesar de que ha cumplido todos los requisitos, la burocracia ambiental lo tiene esperando una firma para obtener el último permiso. Su empresa, Dinámica Ingeniería de Ambiente, desarrolló una técnica para criar ranas en cautiverio, cerca de Medellín. Luego de varios estudios se decidió por la dendrobates opisthomela, por su tamaño pequeño (2 cm), lindos colores y características poco comunes. En pocos días enviará 200 renacuajos mensuales, empacados en bolsitas con agua y oxígeno y embalados en cajas de icopor.

Mientras tanto, en Acacías (Meta), 17 pescadores artesanales conformaron una asociación -Coopesca- que exporta peces ornamentales a Estados Unidos. Las variedades más cotizadas en el exterior son corredoras, caballos, brillantes, cuchillos, fistogramas, loricarias, pacamús, xenocaras, bocones y las rayas, la especie más apetecida y más cara del mercado (puede costar hasta 70 dólares). El número de animales que exportan varía dependiendo del precio del dólar y de la oferta y la demanda, pero en promedio envían entre 30.000 y 40.000 peces al mes que de Estados Unidos salen hacia Singapur, Alemania, Corea y China, para mencionar algunos.

Hay que señalar que las actividades de biocomercio no se limitan a la producción de animales. De hecho la participación de estas especies en el mercado es muy baja, porque la mayoría, el 76%, está enfocada a la elaboración de jabón, panela orgánica, artesanías, conservas, extractos vegetales, tablones y pisos de guadua, entre otros. El resto se divide en la comercialización de semillas, el ecoturismo y en un 2% los productos maderables.

Por Redacción Cromos

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