¿Cómo es ser payaso en el Circo del Sol?

Del 9 al 26 de octubre se presentará, en Medellín, Ovo, una producción en la que un grupo de insectos se toma el escenario. Hablamos con la mosca, una de las protagonistas de la historia.

Por Laura Galindo M. / @LauraGalindoM

30 de septiembre de 2019

A Gregorio Samsa, su nueva condición de insecto lo anula. A Jan Dutler, el protagonista del show, lo engrandece. / Fotos: Cortesía Circo del Sol

A Gregorio Samsa, su nueva condición de insecto lo anula. A Jan Dutler, el protagonista del show, lo engrandece. / Fotos: Cortesía Circo del Sol

“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. La espalda dura, el vientre abombado, la mandíbula fuerte y las patas demasiado pequeñas para el resto de su cuerpo. Samsa, el protagonista de La Metamorfosis, de Franz Kafka, era un viajante de comercio que trabajaba para pagar las deudas de su padre, y juntaba ahorros para que su hermana pudiera, algún día, estudiar violín en el conservatorio de música. Era un hombre de pocas ambiciones que de repente se transformó en escarabajo.

Antes de cada función, Jan Dutler se convierte en mosca. Las patas flexibles, el cuerpo azul brillante, un par de antenas en la cabeza y el pecho cubierto de pelos para oler, saborear y sentir. Se frota las manos, zumba y recorre el escenario dibujando círculos que se interceptan entre sí. Dutler, el payaso de Ovo, es un carpintero y también un músico que solía tocar en las calles. Un enamorado del teatro cómico que se roba los aplausos del público. 

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Lo de Samsa es una metáfora al silencio, a la resignación o a la soledad. Lo de Dutler, una oda al movimiento. Ovo es un espectáculo de fantasía, un ecosistema en el que mariposas, arañas, hormigas, grillos, escarabajos, luciérnagas y mosquitos trabajan, juegan, pelean y encuentran el amor. En el que son acróbatas, equilibristas, malabaristas, contorsionistas y payasos. En el que los espectadores van de la euforia a la meditación, en a apenas unos segundos. 

Fue estrenado en Canadá el 23 de abril del 2019, y desde entonces ha tenido a la coreógrafa brasileña Deborah Colker como directora. La historia comienza cuando los insectos encuentran un huevo misterioso y su curiosidad crece hasta ser insostenible. Ovo es un universo de contrastes: lo oculto y lo secreto, la calma y el caos, el ruido y el silencio. Es una puesta en escena con vestuarios de la diseñadora francesa Liz Vandal, que evocan los cuerpos coloridos de los animales, y música del también brasileño Berna Cappas, plagada de referencias cercanas a la samba y al bossa nova. 

El espectáculo fue creado para celebrar el aniversario número 25 de la compañía, lleva alrededor de 107 ciudades visitadas y más de cinco millones de asistentes en su lista. Al principio, fue una puesta en escena tradicional que se presentaba en la carpa itinerante del circo, la Grand Chapiteau, pero hace cuatro años fue adaptada para convertirse en un espectáculo de arena. Ha viajado por Francia, Rusia, Suiza, Polonia, España y el Reino Unido; por Brasil, Argentina, Chile y Paraguay. 

Cuando suenan los golpes de la batucada, Jan Dutler aparece en el escenario convertido en ‘El Extranjero’, una mosca valiente con exceso de confianza, pero también de ingenuidad. Mueve los hombros y camina entre pasos cortos que más parecen balanceos de samba. Se acerca a la mariquita y comienza un baile coqueto a su alrededor. Ella lo mira de reojo, pero de forma insistente. Está sola, es la única de la comunidad de insectos que no es parte de una familia. Aunque no lo sabe, es grande, fuerte y llena de vida, solo necesita que algo maravilloso suceda, algo que le permita verse tal y como es. 

El mosquito la toma de la mano y la hace girar varias veces. El amor está en el aire. De repente, ‘El Maestro Filipo’, jefe máximo de los insectos, los separa de un empujón. También está enamorado de la mariquita y, aunque es menos ágil, más viejo y más torpe, tiene el respeto de la comunidad. Ambos, Filipo y el Extranjero, se enfrentan en un duelo divertido lleno de equivocaciones y trampas. 

Dutler es el payaso y uno de los protagonistas de Ovo. La primera vez que visitó un circo, vivía en Suiza, y era todavía un niño. Fue un número tradicional de clown, un enfrentamiento cómico que terminó con una pelea de espuma. “Quedé fascinado –dice–. Ese día surgió este sueño que luego se hizo realidad”. Estaba claro: Jan Dutler iba a ser payaso. Sin embargo, el camino no fue fácil. Su padre era mecánico y toda su familia trabajaba en construcción. No había mucho espacio para el arte, luego del colegio, se inscribió en la escuela de carpintería. Al graduarse, pasó algunos meses en un taller de maderas sin muchas gratificaciones y decidió viajar por el mundo para conocer otras culturas.

Vivió de tocar en las calles, pasó meses en Centroamérica, aprendió a hablar español y encontró felicidad en el público. “Me di cuenta que no era mi música la que atraía a las personas, era yo. Mi conexión con ellas y las cosas que lograba transmitirles”, dice. Después de cinco años de vida gitana, se quedó en Canadá para estudiar en la Ècole de Clown et Comédie Francine Côte. Aprendió pantomima, teatro de máscaras y creación de personajes. “Me atreví, por fin, a revelar mi verdadera identidad: soy un payaso, no un músico”. 

Entre sus compañeros de la escuela corrió la noticia de que el Circo del Sol estaba buscando nuevos personajes para su próximo montaje. Dutler aplicó y no solo fue aceptado como parte de la compañía, sino que, además, se convirtió en el protagonista de Ovo. De eso hace ya seis años. Durante su primera gira, volvió a su natal Zurich, esta vez convertido en payaso y con varios triunfos en la maleta. “Ha sido uno de los shows más felices de mi vida. Invité a tantas personas y me puse tan nervioso que me enfermé y perdí la voz faltando dos días. Por suerte me recuperé a tiempo”, cuenta. 

A Gregorio Samsa, su nueva condición de insecto lo anula. Lo avergüenza y lo hace odiarse hasta el punto de querer morir. A Jan Dutler, lo engrandece. “Ser un payaso es mi forma de vivir, de ser universal y de no tener fronteras. El circo llena mis días y me hace sentir vivo cada mañana”. 

Por Laura Galindo M. / @LauraGalindoM

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