¿Cómo sobrevivir en Gaza?

El testimonio de un activista de Médicos Sin Fronteras desnuda la situación del pueblo palestino. A pesar de los bombardeos, intenta seguir su vida normal mientras escasean el agua, los alimentos y las medicinas.

Por El Espectador

25 de julio de 2014

¿Cómo sobrevivir en Gaza?
Cómo sobrevivir en Gaza

Cómo sobrevivir en Gaza

Al otro lado de la línea se oye el llamado a la oración. Los versos viajan desde el centro de la ciudad de Gaza a través del teléfono y se convierten en la evidencia de que los palestinos intentan, a pesar de más de dos semanas de bombardeos, seguir adelante con su vida. Quien atiende la llamada de CROMOS es Stefan Dominioni, coordinador logístico de la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) en la ciudad. 
 
Estamos en Ramadán, la fiesta sagrada de los musulmanes, y al caer el día se acerca la hora de romper el ayuno que mantienen desde el amanecer. La oración es uno de los ritos del islam y se hace cinco veces al día. La tradición dice que quienes no puedan ir a la mezquita deben hacerlo desde su casa, hombres y mujeres por separado, y luego podrán comer y beber en familia con la alegría de haber sido bendecidos. 
 

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El hacinamiento en las 62 escuelas de la ONU acarrea problemas sanitarios a los refugiados. No hay baños suficientes ni implementos de aseo. Hay fallas en la disposición de las basuras.
 
 
Pero en Gaza, aquello de comer y beber alegremente en familia no se cumple. Los palestinos oran y comen, pero la situación de guerra en la que viven les impide hacerlo en abundancia y con tranquilidad. «La comida escasea. El agua no es del todo potable y en muchos lugares ya se acabaron las reservas del líquido», dice Stefan, quien llegó a la ciudad el 12 de junio pasado, el mismo día en el que fueron secuestrados tres jóvenes israelíes, que luego aparecieron muertos, y cuyo crimen fue el origen de la actual escalada de violencia.
 
Desde ese día que llegó a cumplir una misión de seis meses, Stefan sintió la tensión y escuchó comentarios acerca de que la situación podría empeorar. De hecho, Israel desplegó una operación en la búsqueda de los muchachos que dejó nueve palestinos muertos, 118 heridos y 471 detenidos. Hamas nunca reconoció la autoría del crimen, pero el gobierno de Benjamin Netanyahu inició la operación Margen protector para atacar a sus miembros en retaliación por el secuestro y muerte de sus ciudadanos.
 
 

LA VIDA VUELVE A LA NORMALIDAD EN GAZA POR VARIAS HORAS TRAS ENTRAR EN VIGOR EL ALTO EL FUEGO HUMANITARIO

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En Gaza, el comercio abre sus puertas algunas horas al día. Hay desabastecimiento de algunos productos, pero los palestinos intentan seguir con su vida cotidiana en medio del conflicto.

 
Así que Stefan conoció muy poco de la relativa calma que se respiraba en Gaza antes de la ofensiva israelí, que comenzó el 8 de julio con bombardeos sobre la ciudad. «Antes había una explosión cada semana. Ahora, son pocas las horas en las que no hay bombardeos», dice este ciudadano francés en un español fluido. 
 
Su trabajo se desarrolla en la clínica de cuidados postoperatorios que tiene MSF en Gaza hace más de diez años. Ese centro atiende a cerca de 150 pacientes que han tenido alguna cirugía y que necesitan atención como cambio de vendajes o fisioterapia. El servicio es ambulatorio y el personal médico recoge a los pacientes en sus casas en ambulancias y luego de atenderlos, los deja nuevamente en sus hogares.
 
 

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Desde hace dos semanas, sin embargo, no se volvió a prestar el servicio. «Es imposible movilizarnos, no podemos arriesgar a nuestro personal, así que solo damos atención a los pacientes que llegan a la clínica, que son apenas el 30 %». 
 
Stefan se lamenta porque sabe que muchos de sus usuarios no reciben ningún tipo de atención, sobre todo en el sur de Gaza, una de las zonas más afectadas por los bombardeos.
 
 

DESTRUCCIÓN EN GAZA

 
La clínica, en cambio, está sirviendo de refugio, desde el 10 de julio, a uno de sus empleados que llegó con su familia, huyendo de las bombas. El grupo, con varios adultos y una docena de niños, no ha podido salir. Los menores no van a la escuela, no tienen juguetes, solo cuentan con una pequeña piscina que una enfermera les compró para que pasaran algunas horas de esparcimiento.
 
 
Son afortunados, porque la mayoría de los niños en Gaza huyen con sus familias o se esconden en sus casas durante los bombardeos. La agencia de la ONU para los refugiados ya habla de más de cien mil personas que han dejado sus hogares en busca de protección. 
 
 

Israeli ground operation in Gaza

 
Se refugian en casas de familiares o vecinos, en alguna de las 62 escuelas de la ONU, en las mezquitas que quedan en pie o incluso en iglesias de otras confesiones religiosas. Las fronteras están cerradas y no hay manera de salir de esta pequeña franja de 385 kilómetros cuadrados de territorio en el que viven cerca de un millón ochocientas mil personas. Pero la situación, tras más de dos semanas de bombardeos, se torna insostenible.
 
 

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«Lo más difícil es dormir» 
 
 
El ruido al otro lado de la línea ya no es de cánticos religiosos. Son unos zumbidos cortos e intensos. «Son los drones. –explica Stefan–. No se ven porque vuelan muy alto». Pero sí se sienten. Mientras conversamos se oyen tres zumbidos, y al final, una explosión. Son las bombas.
 
«Nosotros no tenemos problema, Israel tiene nuestras coordenadas, nuestras edificaciones están demarcadas y tienen avisos luminosos en el techo para que se vean desde el aire», dice el francés con naturalidad. No es que se hayan acostumbrado a las explosiones, lo que pasa es que ya se han vuelto cotidianas de tanto escucharlas de noche y de día. 
 
 

Casualties mount in Gaza City, Israel expands ground operation

 
 
La conversación sigue. Stefan estuvo el día anterior en dos de las escuelas de Naciones Unidas que albergan refugiados. La situación es crítica por el hacinamiento. Tienen agua y alimentos, gracias a la gestión del organismo que, a pesar del aumento de las hostilidades, es respetado. La ONU recibe con prioridad, a través del puente fronterizo de Kerem Shalom que Israel abre apenas unas horas al día, gasolina, agua, alimentos y medicamentos. 
 
 
Pero las condiciones de higiene son tremendas. No hay suficientes baños. Hace unos días se acabaron los pañales y el jabón. No hay quien disponga de la basura y los desechos están apiñados en las afueras de las escuelas entre burros, vacas y cabras que los palestinos, en busca de regugio, han traído hacia el centro de Gaza desde las regiones fronterizas.
 
La gente, en resumen, se está concentrando en el centro de la ciudad. No hay electricidad en algunos sectores y esto impide que se pueda bombear el agua desde los tanques hasta los baños y las habitaciones. El carrotanque que surtía de líquido no puede transitar por los bombardeos. Aun así, no hay reportes de epidemias ni enfermedades como consecuencia de la insalubridad, dice Stefan.
 
Lo difícil es dormir. «En dos semanas hubo solo una noche en la que no me desperté por la caída de bombas. El cuerpo está muy sensible, con cualquier ruido hay tensión, fluye la adrenalina», dice Stefan, quien se considera afortunado porque la zona donde se encuentra no ha sido tan golpeada por las bombas. Además, se siente a salvo por la protección que les otorga el pertenecer a la misión médica.
 
 

TOPSHOTS-PALESTINIAN-ISRAEL-CONFLICT-GAZA

Son más de cien mil las personas que han huido de las zonas fronterizas de la franja de Gaza hacia el centro de la ciudad.

 
«Ya hemos soportado otras guerras»
 
El pueblo palestino tiene mucho coraje, reconoce Stefan. Está sorprendido porque a pesar de la intensidad de los bombardeos, los ciudadanos intentan seguir con su vida. No se trata solo de las tradiciones religiosas. El comercio, aunque con escasez de productos, abre algunas horas al día. A pesar de la soledad en las calles, algunos salen a abastecerse, a recuperar enseres, a buscar amigos y familiares. «No importa, igual voy a morir algún día, hemos sobrevivido a guerras pasadas», es la respuesta de muchos palestinos cuando se les pregunta si no tienen miedo a salir de sus casas. 
 
 
Aun así, el personal humanitario no se repone del impacto que produce ver tantas víctimas civiles. «Nuestros médicos han visto que un 25 % de los muertos son niños; más de la mitad de los heridos son niños y mujeres», alerta Stefan. De hecho, MSF lanzó esta semana un llamado a parar los bombardeos y respetar al personal médico. «La versión oficial es que el objetivo de la ofensiva terrestre es destruir los túneles, pero lo que vemos en el terreno es un bombardeo indiscriminado. Quienes están muriendo son civiles», dijo en su momento Nicolas Palarus, coordinador médico de MSF en Gaza.
 

PALESTINIAN-ISRAEL-GAZA-UNREST

Organismos internacionales han pedido a Israel que cese los bombardeos indiscriminados a civiles. Israel, por su parte, acusa a Hamas de usar a los civiles como escudos.

 
Stefan explica que la mayoría de víctimas son civiles porque, por ejemplo, cuando Israel ataca a los presuntos activistas de Hamas, bombardea sus casas y allí caen sus familias, que generalmente son numerosas (de veinte o más miembros); «muchas otras familias no tienen nada que ver con esta militancia y también reciben bombas».
 
Hace una semana llegaron cuatro médicos y una enfermera de MSF a Gaza. Su labor es apoyar al hospital Al Shifa, del gobierno palestino, en la atención de los heridos en estos bombardeos. Están esperando que el punto fronterizo de Erez permita entrar dos doctores más, pero su paso es incierto. 
 
«En realidad, cuando llegué no me imaginé que me iba a encontrar con esta situación. Lo que sí pensé fue que la comunidad internacional reaccionaría antes de llegar a este punto de más de 500 muertos. Se está tardando mucho», confiesa Stefan antes de despedirse e irse a descansar, si es que las bombas se lo permiten. 
 
 
Fotos: AFP / EFE
 

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