Daniel Samper y Manuela González, ¡mayores de edad adictos al clic!

Porque nunca es tarde para la vida digital, el columnista y la actriz se reinventan sin pudor en busca de nuevos públicos.

Por Mónica Diago

31 de agosto de 2016

Daniel Samper y Manuela González, ¡mayores de edad adictos al clic!
Daniel Samper y Manuela González, ¡mayores de edad adictos al clic!

Nativo digital. La palabra rueda por la Academia como si estuviera escrita en los diccionarios de antaño. Los jóvenes menores de 20 años recitan el significado antes que las estrofas del Himno Nacional. La Real Academia de la Lengua (RAE) no la reseña aún, pero el escritor estadounidense Marc Prensky estableció su concepto desde 2001: “grupo demográfico conformado por las personas que son definidas por la cultura tecnológica con la que están familiarizadas”.


Daniel Samper Ospina y Manuela González están lejos de ser nativos digitales, más  bien hacen parte de lo que el autor estadounidense denomina Inmigrantes digitales, que vendrían siendo los pobladores de un mundo que pasaron de lo análogo a lo digital. Unos con más destreza que otros, como el periodista, la actriz y todos los youtubers que han servido de referencia para estos dos personajes. Especialmente el chileno Germán Garmendia, responsable del salto que dio Samper Ospina de sus columnas escritas a sus opiniones en videoblogs. 

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El columnista ha publicado los libros de humor El as bajo la manga, El club de los lagartos y ¡Sálvese quien pueda! Todos reúnen sus columnas de opinión.

 


Daniel todavía recuerda su primer contacto efectivo con internet. Fue un emprendimiento que tenía junto a sus amigos, hace 20 años. Se trataba de una página de internet llamada mequedo.com, que alojaba portales de diferentes temáticas: el clóset, sobre la comunidad LGBTI. En el ruedo, de debates, la humorada, cómica, entre otras. No perdió plata ni tampoco se hizo millonario. Ahí paró su contacto con los negocios digitales hasta hoy, que se ha convertido en el primer youtuber de Colombia mayor de 40 años (haciendo honor a la verdad, sería mayor de 42). Su salto al vacío inspiró a muchos. Lo mismo sucedió con Manuela González cuando se convirtió en pionera en la actuación de series web con la exitosa Susana y Elvira, que por primera vez puso a un público naciente a esperar cada semana, frente al computador, la publicación de un nuevo capítulo. La serie abrió el camino para que otros amantes de la ficción y las nuevas tecnologías despertaran y crearan sus propuestas. 


Después del éxito de Susana y Elvira, la actriz hizo una pausa en la vida digital y quedó embarazada. Con ganas de documentar el proceso de la maternidad, pensó en varias fórmulas: hacer un diario, escribir un libro, incluso contempló la idea de ser youtuber pero se consideró “muy vieja” para incursionar en este espacio dominado por menores. Contradiciendo su pensamiento, las creadoras de la serie Susana y Elvira: María Fernanda Moreno y Marcela Peláez, le propusieron un personaje que marcaría una nueva etapa de su vida: Antonia. Un perfil que aún no rondaba en las redes sociales ni en los canales de video de internet, una mujer embarazada, caleña, poco pudorosa, que revelaría los padecimientos, la histeria, los encantos, las lágrimas y las risas de una mujer que espera a un bebé.

 

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"El público de Daniel ahora es muy variado, debe tener mucho curioso por ahí viendo la serie, no solo cuarentones desubicados."

 


Manuela se dedicó los últimos dos meses de su embarazo a grabar en su casa los 12 capítulos de la serie. Rodaban un capítulo en dos días y descansaban uno. “Con la serie comprobé que amo mi trabajo, porque llegamos a grabar 12 horas diarias. No haces eso si no eres realmente una apasionada por tu oficio”, comenta. Acepta que ella coincide con su personaje en las emociones y en la feminidad. Disfruta el poder que le ha dado Antonia para hablar sin tapujos del tema, como en la vida real. “Eso es lo más atractivo de este tipo de formatos, pues generan más identificación con el público porque son más atrevidos y desparpajados”,  afirma Manuela. Considera los videos digitales como la plataforma más honesta para contar historias y, a la hora de definir el truco para crear un buen producto, confiesa que no hay fórmula de Excel, ni chispazo milagroso que funcione: “la diferencia entre hacerlo bien y mal está en lo que transmite cada youtuber; esa magia que no puedes explicar”.


Se confiesa amante de Twitter más que de cualquier otra red social, porque escribir una opinión en 140 caracteres incentiva su creatividad. Considera Instagram su oficina. Es embajadora de marcas que la han buscado para que promocione de manera orgánica sus productos. Facebook es la red para su familia y sus amigos más cercanos. Últimamente ha estado coqueteando con Snapchat, aunque no quiere llevar registro fidedigno de su cotidianidad, como lo hacen algunas figuras públicas. Quiere seguir siendo reconocida por su trayectoria y su trabajo, no por el número de seguidores que aumenta cada vez que postea fragmentos de su intimidad. Le aterra perderse la realidad por estar viviendo en la nube. Por eso tiene un tiempo para cada actividad y para cada pasatiempo, entre esos, ver los videos de #HolaSoyDanny, su compañero en esta edición de CROMOS. 

 

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La maternidad sin tapujos 
En la serie Antonia se abordan temas como el doctor ideal para las mujeres embarazadas, la moda, la alimentación, entre otros asuntos que alteran la vida de una mujer esperando a un bebé. Situaciones que ella misma vivió durante su proceso y que quiso compartir con sus seguidores.

 

Del youtuber reconoce su capacidad para criticar, a través del humor, temáticas de actualidad nacional que pueden llegar a un público que antes no se acercaba a estos contenidos. “Creo que el público de Daniel debe ser muy variado, debe tener mucho curioso por ahí viendo la serie, no solo cuarentones desubicados”, comenta jocosa.

¿Optimista del futuro o cuarentón desubicado?

Un video de 2 minutos, 21 segundos y al parecer no más de dos locaciones (incluido un jardín con un saltarín de niños en el centro) conquistó a nativos digitales e inmigrantes. Daniel, el columnista de la revista Semana, sorprendido con la respuesta que le dieron los jóvenes al youtuber Germán Garmendia en la pasada Feria del Libro de Bogotá, decidió realizar un video parodiando al chileno y promocionando su libro, El as bajo la manga.


Se armó con un celular y la mano de su amigo Diego Santos, responsable de la grabación y edición de todos los videos. Nada más. Y el experimento le dio resultado. “Ahora soy famoso”, dice aludiendo al reconocimiento que le dan en la calle. Lo saludan niños que se saben los videos de memoria, señoras, adultos, jóvenes; su mensaje irónico y crítico se está propagando entre espectadores que antes no tenían idea de su existencia, a pesar de que Daniel ya era un hombre mediático, que siempre ha estado en el radar por cuenta de sus ácidas opiniones.

 

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No le teme a las críticas
Las críticas que pueden generar sus videos o columnas de opinión ya no le importan, pues considera que precisamente eso es lo que debe generar un columnista como él: controversia antes que aplausos. Sigue el valioso consejo que alguna vez le dio Daniel Coronell: “son los lectores los que lo deben seguir a uno, no al contrario. Uno no puede hacer un consenso para darles gusto a todos”.

 


Para el periodista, que en realidad es literato de profesión, esto es un hobby, por eso le resulta tan natural grabarlo cada vez. “Lo hacemos porque nos divierte, es una mamadera de gallo que ha tenido buenos resultados. Nos dimos cuenta rápidamente del alcance del formato. Antes para lograr este reconocimiento y esta influencia en el público, necesitabas sí o sí a la televisión, y ahora ya no hay un monopolio de esa industria para poder expresarse. Si uno como youtuber encuentra alguna gracia, dice las cosas de determinada manera, ya tiene suficiente para triunfar. No hay que ser primo de un productor, ni conocer a alguien en un canal, ni ir recomendado por nadie. La democratización de las redes ayuda a premiar el mérito”, cuenta el youtuber que no se casa del todo ni con un formato ni con otro.


No cree que su labor de escritor deba ser sustituida solo por los videoblogs, ni que tampoco una persona deba hacer una sola cosa en la vida. Cree en las ideas líquidas, las que se pueden adaptar a diversos formatos y plataformas. Ahora le está apuntando a los videoblogs, pero más tarde estará haciendo un libro sobre toda esta experiencia, las enseñanzas y, por supuesto, la parodia a sus maestros youtubers.


Sus ideas son ahora guiones sencillos (nada de escaletas, planos técnicos o storyboards) que entienden Diego Santos y él.  Graban entre semana y le roban parte de la mañana al sábado para terminar alguna escena que requiere locaciones precisas. Daniel hace las veces de productor de sus videos. Consigue a los entrevistados, saca cita con los invitados, gestiona posibles colaboraciones y próximamente buscará alianzas comerciales con las que se sienta cómodo y pueda monetizar su espacio, como hacen todos, sin tener que vender el criterio de su contenido o lucir muy descarado imponiendo marcas en la mitad del video.

 

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Youtubers descomplicados
El periodista y la actriz afirman que el estilo desenfadado y honesto de los videoblogs generan más identificación en el público, contrario a la televisión que es un formato mucho más acartonado. Definen el carácter de los youtubers como sincero y amigable.

 


Aunque no lo ha hecho aún, pues no ha encontrado la mejor manera de hacer su product placement (lo que hacen con gran habilidad los gringos en sus películas: mimetizar una marca en la narrativa de la historia sin que resulte extraño para el espectador), ha sacado provecho cuantificable de sus videos. El libro por el que comenzó toda esta travesía se está vendiendo mucho mejor que antes de abrir su canal de videos. Actualmente puede llegar a vender 350 copias por mes, una cifra bastante alentadora para una industria con un mercado en constante cambio.


“Nunca antes ha sido tan fácil mandar un mensaje a cualquier lugar y a tan bajo precio. Para quienes tenemos alma de contar historias esto es una muy buena noticia”. Daniel Samper Ospina llegó a las redes sociales para seguir haciendo lo que lo ha caracterizado: crítica política con humor y mucho contenido. No teme tocar temas espinosos para algunos como la homosexualidad, el aborto, la iglesia. Logra convencer a invitados que han sido víctimas de acalorados escándalos, como la Ministra de Educación Gina Parody, de que se expresen con igual desparpajo sobre el tema que él pone en la mesa. Sus videos se han convertido en la expresión de lo que muchos piensan y quieren manifestar. Daniel Samper Ospina, en su faceta de youtuber, convierte en planos, sonidos, onomatopeyas, chistes y parodias el sentimiento de indignación de muchos colombianos frente a las atrocidades de un país como el nuestro. Finalmente ese es su aliento y la motivación para un líder de opinión. Y recuerda a Jaime Garzón, un colombiano que habría sido un gran youtuber. Que habría aprovechado la herramienta con toda su efectividad “es probable que estuviera haciendo estos videos. Internet permite más libertad de opinión que cualquier otro canal, por eso me imagino que él, que era un espíritu tan libre y contestatario, se habría sentido cómodo en YouTube”.

 

Fotos: Hernán Puentes. 

Por Mónica Diago

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