El experto del lujo

“Gocetas” siempre rodarán por el mundo, pero los que además lo hagan con el respaldo de una editorial británica de tradición como Conde Nast y, como si fuera poco, les paguen por cazar turismo de lujo, son especímenes que bien merece la pena conocer.

Por Redacción Cromos

05 de julio de 2011

El experto del lujo
El experto del lujo

El experto del lujo

Con el título de catador de lujo que antecede a Pablo Pries Bronenberg, me cuesta trabajo acostumbrarme a la primera imagen que tengo de este argentino de 42 años, con tenis burdos, camisa arrugada y piel colorada de obrero de siderúrgica, pero ahí está frente a mí dándome su sobria e impecable tarjeta como “Regional Hotel inspector” de la revista Condé Nast Johansens. El cambio es fuerte. Mr. Hyde dándome sus credenciales como el Dr. Jekyll. Luego vienen las excusas: que viene de la playa y el sol de Los Roques en Venezuela y que la maleta de gentleman aún no le llega. No hay problema, igual improvisamos con el lugar de la entrevista, y nos sentamos en un spa, con un acuario burbujeante en escena y dos copas de champaña Cristal. Lo miro de nuevo y trato de asimilar la situación. Después de todo, el significado de la palabra “lujo” también tiene su gran contraste, si es cierto lo que dice Elyette Roux cuando afirma que viene del latín Luxus, término agrícola que en un principio quiso decir “crecer en exceso”. Como sea, este hombre con más parecido a Ricardo Montaner que a Karl Lagerfeld, sabe del tema y ha vivido en carne propia lo que significa la vida muelle, exuberante y profusa. Palabras de un comodón.

¿Para usted qué es algo caro?

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Algo que no es tan necesario.

¿Qué es algo barato?

Es privarse de algo, recibir menos.

¿Cómo define el lujo?

Lujo es hacer lo que uno quiere.

¿El lujo es un capricho?

Lujo es personalización. Antiguamente lujo era lo fastuoso, aquellas arañas colgando de los hoteles o las alfombras de 15 centímetros de grosor, hoy el lujo radica básicamente en la experiencia. ¿Por qué? Porque hoy en día estar en un lugar inhóspito, dormir una noche allí, salir en un yate y pescar, para luego regresar a casa en un helicóptero, eso es lujo.

El lujo de las cortes reales del pasado y el lujo de hoy, ¿son el mismo?

Creo que existe ese lujo, que es el lujo tradicional así como existen los hoteles de tradición, y existe ese nuevo lujo que es más democrático donde la persona quiere experimentar. En un lenguaje muy popular, no quiere ser un número de habitación, quiere ser llamado por su nombre.

Usted dice que el turismo de lujo se ha democratizado, ¿pero el lujo no es para unos pocos?

De hecho gracias, justamente, a que el crédito en general ha permitido democratizar el lujo, hoy en día los aviones están llenos, la mitad de los hoteles en Suramérica se han construido en los últimos cinco años y la industria del turismo es la número uno en divisas, por sobre el petróleo o cualquier otra industria.

Es decir, ¡lujosos como sea! así sea endeudados.

Los gustos hay que dárselos en vida, así que probablemente hay que endeudarse para viajar.

¿El turista es cada vez es más desinhibido, sabe lo que quiere, lo pide?

Sí, claro, y además quiere compartir afinidades. Estoy seguro de que el turismo del futuro es un turismo de nicho, es decir, va a haber hoteles para todo. Hoteles para cazadores, para novios, para separados, para lectores, etc.

¿Por qué algunas publicaciones dicen que desde el 2003 usted se dedica al turismo de lujo? ¿Qué hacía antes?

Creo que fui uno de los pioneros en lo de turismo de lujo porque en Chile creé una feria que se llamaba Expolujo, con marcas de reconocimiento mundial. Desde el 2003 y durante cuatro años consecutivos. Este año lo vamos a hacer aquí en Bogotá la última semana de noviembre.

¿En qué consiste esa feria?

Hay invitados que son gerentes turísticos y habrá una gran fusión que hasta el momento no se ha dado y es invitar al público final, mostrarles cuáles son los productos de turismo de lujo para que ellos puedan decidir y después, a través de su agente de viajes preferido, poder comprar ese producto.

¿Producto solamente de Suramérica?

Esta vez el espectro será un poco más amplio y vamos a exponer unos 50 estands con productos y servicios de turismo de lujo, cruceros, helicópteros, hoteles boutique, de todo el mundo.

¿Usted qué estudió?

Estudié Relaciones Públicas.

¿Se imaginó terminar en turismo de lujo?

Nunca. Fui gerente de marketing en Mexicana de Aviación en Chile hace 11 años, me tocaba viajar mucho a Miami, a Ciudad de México, y cuando viajaba iba en business y aprendí a leer revistas como la tuya, decía “yo quiero algún día tener una revista”; veía perfumes, marcas de automóviles, y pensaba en tener una revista. Inauguré en Chile la revista más famosa en su momento, Traveller Time, después abrió su homóloga en Argentina y fuimos de los pioneros en el tema de turismo de lujo.

Y con Condé Nast, ¿desde cuándo?

Hace seis años que trabajo en la editorial británica.

¿Dónde estaba antes de venir a Colombia?

Estuve en la isla de Los Roques, en Venezuela, cinco días buscando lujo, porque curiosamente no encontraba mucha información en internet, y me encontré con cosas muy interesantes.

¿Cómo es el trabajo de campo?

A algunos lugares llego directamente, pero en otras oportunidades me relaciono con gente local y ellos me van guiando, me van presentando el lugar y a la gente y eso va derivando en otras cosas.

Nombre tres lujos de Los Roques.

Un yate muy interesante donde el dueño cobraba 1.500 dólares diarios por navegar, incluidas las comidas. Estuve en dos posadas excelentes, Malibú es una de ellas y Aquarela, la otra, de dueños italianos que me atendieron con una gastronomía exquisita, auténticamente mediterránea. El tercer lujo es la misma isla de Los Roques.

¿Cuánto tiempo viaja?

Unos seis meses al año.

Seis meses viajando, y el otro tiempo, ¿qué hace?

Trabajo de fondo, reportes de cada hotel que van a una central en Londres, es algo que nunca termina.

¿Qué se le ha cruzado por el camino, que para usted es lujo puro?

Me he encontrado con cosas muy interesantes en lugares muy inhóspitos. Estuve en la Antártida en un crucero tomando vinos premium, con una temperatura afuera de los cinco grados bajo cero, eso es un lujo. He estado en la Patagonia argentina con un camping puesto con mantelería, frutos secos y ensaladas sofisticadas, eso es un lujo. Lujo es vivir la experiencia del lugar que a ti te gusta de la mejor manera posible.

Como inspector para Suramérica de Condé Nast Johansens, ¿qué inspecciona?

Detalles de lujo que tengan relación con alojamiento, enfocados principalmente a la hotelería, pero también a villas y cruceros de expedición.

Usted es una especie de catador de turismo de lujo por el mundo.

Sí, con la revista Condé Nast Johansens, todos los años inspeccionamos muchos lugares y de esta forma poder recomendárselos o no a nuestros lectores. Nuestro respaldo es el sello Condé Nast, la editorial más grande del mundo con más de 80 publicaciones. El lector de Condé Nast sabe que somos la verdad en viajes, como nuestro mismo lema lo dice.

Condé Nast lleva casi 100 años funcionando. ¿Cuándo este sello editorial se transformó en una guía de lujo?

Hace muchos años existía Derek Johansens, un británico que viajaba por Europa y tenía su propia guía. El grupo editorial la compró hace unos 15 años, dando vida a Conde Nast Johansens, que siguió con el nombre que ya era conocido en Europa y, además, perfeccionó algunas temáticas como el tema de la web que hoy es leída por 14 millones de personas al año.

¿Todos buscan lo mismo?

Todos son viajeros independientes que buscan productos exóticos, ventajas y beneficios.

¿Cuántos destinos visita al año?

Básicamente tengo cinco países a cargo: Venezuela, Colombia, Argentina, Chile y Paraguay, con aproximadamente 300 hoteles.

Un buen lugar, ¿cuánto tiempo lo puede retener a uno?

Creo que un buen destino no se conoce en menos de tres días, y ese es un grave error de los turistas que llegan a ciertos lugares mal asesorados y, al final, pierden tiempo y no fueron al hotel indicado, al restaurante indicado ni a la atracción indicada.

¿Cómo escoge sus destinos?

Me guío por internet y, generalmente, me llevo más sorpresas conversando con la gente.

¿En qué proporción llega a un lugar por internet o simplemente de aventurero?

Siempre hay un lugar base, pero siempre llego sin saber qué voy a encontrar. Por ejemplo, voy para Medellín mañana al hotel The Charlee, pero de ahí en adelante no sé nada.

Así como algunos destinos son destacados, habrá otros que no pasan la prueba. Dígame tres errores que se cometen en cuestión de lujo.

Me ha pasado que estoy en hoteles de mucha categoría que no tienen room service 24 horas. Hay otros que no tienen WiFi o que cobran una exageración por estar conectado. Y el tercer error, los que no tienen un buen restaurante.

Ahora con la moda de los hoteles boutique, aclaremos, ¿qué debe ser un hotel boutique?

Hay un gran problema conceptual sobre el tema. Me ha tocado ver oficinas, clínicas geriátricas y casas viejas convertidas en hotel boutique con serias falencias arquitectónicas. Considero que un hotel boutique es un hotel personalizado con una limitante de habitaciones, difícilmente tiene más de 50 habitaciones.

Una buena sorpresa en su trabajo, un destino que rompió sus prejuicios.

¡Bogotá! Me sorprendió gratamente desde el primer día que vine. Había escuchado que era una ciudad violenta, que no había muchos hoteles por ver y he visto mucho crecimiento sostenido en hotelería y en gastronomía.

Una sorpresa desafortunada.

Creo que hay muchos hoteles que tienen un marketing sobrevaluado, que se han quedado en el pasado. Sólo conservan un nombre como un paraguas. Te voy a poner un caso: estando en Chile estuve en la recepción de un hotel de tradición durante una hora y no me atendieron... me fui. Un pasajero habitual no puede pasar por eso.

Ahora dígame un lugar en el mundo donde encontró un lujo impensado, algo que solo viéndolo en persona pudo creer.

En Hacienda Zuleta en Ecuador, a hora y media de la capital, la casa de un expresidente, Galo Plaza Lasso, de hecho estuve con su nieto, fue una experiencia sin precedentes.

¿Qué encontró ahí?

Encontré buena atención, excelencia en la gastronomía, mucha paz, tranquilidad, naturaleza y actividades, el turista tiene cosas para hacer, hay una fábrica de quesos, cabalgatas, tratamientos, masajes.

¿Por qué Colombia, con qué criterio?

Siempre Colombia me llamó la atención. Yo hice hincapié en Londres para que visitásemos Colombia y hoy en día están muy contentos con Colombia. Hay un atractivo innegable en Colombia, además de su naturaleza y sus paisajes, la mujer es el lujo.

¿Después de Medellín, qué?

Cali, Cartagena y Bogotá. Voy a estar ocho días trabajando.

¿Cuántos hoteles tiene en la mira?

Como te decía: lo exclusivo no es masivo. Considero que en toda Colombia no hay más de 20 hoteles de lujo. Por razones obvias Cartagena tiene la mayoría, pero si hay lujo en otros lados es lo que vengo a explorar.

¿Por lo general los países son conscientes de sus lujos o muchos los ignoran?

Estoy casi seguro de que el común de los habitantes no conoce el lujo que hay en sus países. Siempre está el pensamiento de que el país de uno es caro, y en más de una oportunidad lo es, pero yo soy del pensamiento de que hay que vacacionar y dejar el dinero en Suramérica, si no en el propio país, sí en el lugar vecino.

Pero hoy miramos más para adentro y no sólo en dirección a Europa o a Estados Unidos.

Ese prejuicio ha desaparecido porque la crisis mundial que hubo hace dos años obligó a los países a reestructurar, a replantear las formas de captación de turistas y empezaron a mirar a quién tenían al lado. Hay, por ejemplo, cuatro millones de ricos en Brasil, hay mercados muy potentes.

Un lugar de lujo en Colombia que no se le dé la atención que se merece.

Cartagena de Indias se vende dentro de Suramérica como un destino barato y de playa y no es un destino ni barato ni de playa. ¿Por qué? Porque un hotel en Cartagena no es económico y las playas bonitas están a 30 minutos en lancha. El problema ahí es que el viajero de dinero sí quiere conocer Cartagena de Indias por sus costumbres, por su historia, pero se niega a ir a un destino barato. Ha habido un esfuerzo importante de parte de varios hoteleros de Cartagena por revertir esa situación, pero lamentablemente creo que se la inculcado a la gente ese pensamiento y ha sido un grave error.

¿Cómo se debería vender a Cartagena entonces?

Creo que hay Cartagena para todos los segmentos, y creo que hay un segmento de lujo muy interesante en Cartagena, hay hoteles de excelencia, creo que la mayor parte de los mejores hoteles boutique de Suramérica está en Cartagena, sin lugar a dudas.

Turísticamente, Latinoamérica hoy llama más la atención, ¿qué pasó?

La infraestructura hotelera y de servicios en Latinoamérica la tenían muy pocos países, la tenía México, parte de República Dominicana, y en parte Argentina. Hoy ha crecido. Lo más importante en cualquier destino son los aviones, que traen al turista, y la mayoría de las aerolíneas latinoamericanas han cambiado sus flotas de aviones que eran muy antiguas y producían desconfianza en el europeo y el estadounidense. Entonces ahora con más flotas, con más operadores turísticos, y con más asistencia a ferias de turismo en el mundo, Latinoamérica ha llamado la atención con más fuerza.

Están saliendo a flote los encantos.

Sí, mucho más destacado que antes y por otro lado se está descentralizando ciertos destinos. Si digo Ecuador inmediatamente piensas en Galápagos, mientras que yo estuve recorriendo haciendas, algo que nadie hacía. Hay que darle a esos nuevos destinos la posibilidad de salir al mercado.

Lo mejor de su trabajo.

Dedicarme a lo que más me gusta. Quiero que le preguntes a 10 personas, independientemente de su clase social o su edad, ¿cuál sería su sueño en la vida? Te aseguro que viajar sin lugar a dudas va a estar entre los tres primeros, entonces mi trabajo es el sueño de la gente.

Lo peor de su trabajo.

Mantener una relación.

¿Cuántas lleva?

Soltero a los 42.

Un peligro que amenace el turismo de lujo.

Creo que para conservar el tema de turismo en general y no solamente de lujo y hacerlo sostenible, debemos cuidar la naturaleza. Nosotros, como Condé Nast, premiamos ciertos hoteles dentro de una categoría ecológica, que cumplan ciertos requisitos medio ambientales.

Un hotel verde que sobresalga en esta categoría, que lo haya impresionado.

El Hotel Índigo en la Patagonia, que recicla sus aguas, tiene pantallas solares, usa papel reciclado para la promoción de su publicidad, contrata gente local y da trabajo a gente de la zona.

Cada tendencia tiene su estrella. ¿Cuál es el personaje de mostrar en lo que se refiere a turismo de lujo?

Generalmente la gente muy conocida que usa este tipo de turismo para no ser detectada. Acabo de venir de la isla de Los Roques, por ejemplo, y estaba Harrison Ford vacacionando y nadie sabía. Creo que hay destinos en Suramérica ideales para famosos que quieran escapar de la rutina de ser vistos.

Pero ¿quién sería el padre del turismo de lujo?

Philippe Starck, este diseñador contribuyó en gran medida a que los hoteles boutique fueran boutique, de hecho hoy en día hay varios hoteles, comenzando por el hotel Baena en Buenos Aires, que está hecho por el, diseñado por él, decorado por él. Él marcó una tendencia de lo que es diseño y muchos lo han copiado.

¿Un lujo que guarde únicamente para su casa?

Los recuerdos de mis viajes.

Para la gente que a esta altura de la conversación no entiende lo que es el turismo de lujo, ¿qué les diría?

Que es viajar bajo sus propios términos. En lo personal, lujo es estar en un lugar remoto con comodidades fuera de lo común.

Por Redacción Cromos

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