"El sendero de la Anaconda", un camino que une el Amazonas con el Atlántico

Un documental de 72 minutos, realizado por Caracol TV y Laberinto Producciones, recorre la Amazonía y propone cómo protegerla en medio de la lucha contra el cambio climático y la deforestación. Está disponible en las salas de cine desde el 27 de junio.

Por Laura Galindo M. / @LauraGalindoM

03 de julio de 2019

La propuesta. Crear un camino ecológico y cultural que pueda proteger 200 millones de hectáreas en la Amazonía, que conecte sus reservas naturales, cruce ocho países y albergue 385 comunidades indígenas. / Fotos: Cortesía El sendero de la anaconda

La propuesta. Crear un camino ecológico y cultural que pueda proteger 200 millones de hectáreas en la Amazonía, que conecte sus reservas naturales, cruce ocho países y albergue 385 comunidades indígenas. / Fotos: Cortesía El sendero de la anaconda

En 1941, los aliados luchaban contra el Eje, Alemania proclamaba la supremacía de su raza y Japón bombardeaba la base de Pearl Harbor, en Estados Unidos, al mismo tiempo que se apoderaba de Asia y buena parte del Pacífico. El mundo estaba en guerra y el caucho se había vuelto indispensable. Esa goma, que los indígenas habían visto brotar del ‘árbol que llora’, estaba en los vehículos, en las armas y en las conexiones eléctricas. Los lugares con las condiciones climáticas para producirlo, como el Amazonas y las colonias de Asia sudoriental, tenían ahora un valor estratégico.

Estados Unidos desarrolló una industria capaz de contraatacar en Filipinas, cerrarles el paso a los ejércitos nipones que avanzaban por el sur y bombardear Tokio. La historia de sus recursos ya es bien conocida: ese fue el comienzo de la segunda fiebre del caucho en Colombia. Entre las expediciones que comisionó el gobierno estadounidense al Amazonas, hubo una que tenía como objetivo encontrar especies más resistentes a las plagas. Venía liderada por el botánico Richard Evan Schultes, que para entonces tenía 26 años y acababa de graduarse de la Universidad de Harvard.

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A pesar de que Schultes traía una misión específica, aprovechó sus viajes para dedicarse al estudio de las plantas medicinales y alucinógenas. Por doce años convivió con los indígenas, mantuvo sus costumbres e intentó ver la selva a través sus ojos. Recolectó más de 24.000 especies de plantas e hizo varios estudios, entre los que se encuentra un análisis del veneno curare, que años más tarde fue usado como relajante muscular en las salas de cirugía.

Casi 80 años después, el escritor e investigador Wade Davis quiso repetir su viaje en compañía del antropólogo Martin Von Hildebrand y del director de cine Alessandro Angulo. Llegaron por tierra a San José del Guaviare; luego a La Pedrera, en un avión DC3, y, a orillas del río Caquetá, recorrieron en lancha el Pacatá, el Mirití, el Paraná, el Pira-Paraná y el Apaporis, para luego volar de nuevo hasta el Parque Nacional de Chiribiquete. 

De eso se trata el Sendero de la Anaconda: de un camino que une el Amazonas con el Atlántico y del sueño de convertirlo en un corredor ecológico que pueda proteger más de 200 especies. También se trata de las experiencias de Schultes, a través de Wade Davis, de la lucha de Von Hildebrand por la conservación del territorio y de una selva sobreviviente a la fiebre del caucho, que está en peligro, de nuevo, por culpa de la industrialización del mundo moderno. 

Sin embargo, la historia tiene varios comienzos. Muchos años atrás, Wade Davis era alumno de Antropología en la Universidad de Harvard. Llevaba dos años estudiando sobre culturas indígenas y sintió que era el momento de ir más allá. Tomó un mapa del mundo y apuntó a ciegas con el dedo. “Amazonas”, leyó bajo su índice. 

Teniendo a Colombia como destino, buscó los estudios de Richard Evan Schultes, que para entonces era uno de sus profesores, y golpeó en la puerta de su casa. “Quiero viajar al Amazonas para recolectar plantas tal y como usted lo hizo”, le dijo. Davis no era botánico, no sabía nada de la región y solo había pisado Suramérica a los 14 años, con un grupo de adolescentes canadienses que viajaban para aprender español nativo. Schultes no preguntó por sus credenciales, sus estudios o sus conocimientos. Se limitó a mirarlo por encima de las gafas y le dijo: “¿Cuándo quieres irte?”. Dos semanas más tarde, Wade Davis estaba en Colombia. 

De esa primera visita salió su libro El río, una especie de guía indispensable para cualquier investigador que quiera conocer los secretos de la selva. Luego vinieron más exploraciones, tantas y tan recurrentes, que, en abril del 2018, recibió la nacionalidad colombiana de manos del presidente Juan Manuel Santos. “En este último viaje narro el pasado de la región y su presente vibrante, gracias a los acuerdos de paz, pero también abrió la ventana a un futuro incierto en el que las comunidades que habitan la zona luchan por detener la galopante deforestación”, dice Davis, a propósito del documental. 

Un camino ecológico y cultural que pueda proteger 200 millones de hectáreas en la Amazonía, que conecte sus reservas naturales, cruce ocho países, albergue 385 comunidades indígenas y represente un tercio de los territorios más importantes para el medio ambiente global. En eso consiste el Corredor Triple A, una idea de Martin Von Hildebrand, presidente de la Fundación Gaia y uno de los protagonistas de El sendero de la Anaconda. 

Von Hildebrand es un neoyorquino que se considera colombiano por adopción. Lleva 50 años trabajando en la protección del Amazonas y más de la mitad de su vida conviviendo con pueblos indígenas. Fue uno de los responsables de la ampliación del Parque Chiribiquete, de los más de 200 kilómetros cuadrados que el gobierno destinó para resguardos indígenas en la década de los ochenta y del reconocimiento como nación pluricultural y multiétnica en la Constitución de 1991.

Él y Wade Davis se conocieron hace más de 40 años, mientras ambos recorrían la misma selva por caminos separados. Von Hildebrand se había hecho quitar el apéndice para evitar que le diera apendicitis en una de sus expediciones; y Davis pisaba el Amazonas, inspirado por su maestro Richard Schultes. Esta vez, viajaron juntos para narrar en 72 minutos la riqueza de la región y poner de nuevo sobre la mesa la importancia del Corredor Triple (Del sendero de la Anaconda) en la lucha contra el cambio climático y la deforestación. 

—Yo creo en un futuro más optimista –dice Alessandro Angulo–. Creo en las nuevas generaciones: con menos resistencia cultural al cambio, con más conciencia ambiental, con más sensibilidad ecológica. Claro, no se trata de esperar con los brazos cruzados hasta que pase el tiempo, hay que luchar. Cada uno tiene que hacer su trabajo. Nosotros, por ejemplo, teníamos que hacer la película. 

Por Laura Galindo M. / @LauraGalindoM

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