La nueva batuta de la sinfónica
En agosto pasado debutó en Colombia. Baldur era en ese momento uno de los candidatos a la dirección de la orquesta y estar al frente de una parte de las Nueve sinfonías de Beethoven eran el examen final. Y no se rajó.
Sus patillas, una minichivera y su juventud, 40 años, son la imagen perfecta para un explorador de sonidos alternativos, pero no cuadra mucho con la de un director de orquesta tradicional.
Sigue a Cromos en WhatsAppEgresado de la Academia de Música de Basilea, Brönnimann usa su batuta para conducir piezas clásicas pero también para abordar sin temor las partituras contemporáneas. "Cada obra fue innovadora en su momento, las composiciones clásicas fueron vistas como difíciles", afirma. Bajo esta premisa ha abierto su espacio y construido una carrera en Europa.
La cita a ciegas que -dice- siempre hay entre un director y la orquesta ya se dio, y hubo química. "Me impresiona que aquí todos tienen ganas de ir adelante y mejorar, eso no pasa en otros países". Y está seguro de que otra razón que lo llevó a aceptar la propuesta de venir al país era que podía hacer más que dirigir. "Aquí la cultura tiene otra dimensión y un trasfondo social. Es importante hacer música clásica accesible, mostrarla desde un lado no tan convencional y crear nuevos públicos. Mi meta es hacer la diferencia con la música".
La nueva temporada que comenzó esta semana en Bogotá tiene su sello, aunque la mayoría de las piezas son conocidas por el público. Dvorak, Saint-Saëns, Liszt, Mendelssohn, Berlioz, Offenbach, Mahler, Tchaikovsky y Bach hacen parte de la programación, con solistas y otros directores invitados, pues Brönnimann alternará su tiempo con una agenda que lo llevará además a Nueva Zelanda, Australia, Corea, Estados Unidos, Islandia, Noruega, Portugal y Mónaco. En su ausencia se interpretarán, por ejemplo, las Canciones orquestadas de Schubert, no tan populares, y que serán cantadas por el barítono colombiano Juan Carlos Mera.
Pero el tiempo que estará en el país lo aprovechará al máximo. Le entusiasma el trabajo social que se puede hacer con la orquesta, apoyar a los compositores y músicos colombianos, y salirse a otros espacios diferentes a los teatros. "No me gusta que el público salga del concierto sin acordarse de qué oyó. No espero que todos entiendan pero sí que sepan por qué y cómo lo hicimos. Es más, espero que algún día se opongan a mis propuestas, pues es de ahí que surgirán nuevas discusiones y, en consencuencia, nuevas reacciones. Esa es mi misión".