Pierluigi Orsi en lo más alto del podio

Colombia ya tiene un campeón de Fórmula Uno. Es ingeniero aerodinámico y hace parte del equipo Red Bull que el año pasado se llevó los títulos de pilotos y de constructores. Esta temporada aspira de nuevo a ganar.

Por Redacción Cromos

30 de marzo de 2011

Pierluigi Orsi en lo más alto del podio
Pierluigi Orsi en lo más alto del podio

Pierluigi Orsi en lo más alto del podio

A las nueve de la noche, en un pequeño pueblo británico cercano a Oxford llamado Milton Keynes, Pierluigi Orsi, de padre italiano y madre colombiana, se prepara para salir a trabajar. Tiene el turno de la noche y estará internado en su oficina, ubicada en Bedford en una monstruosa construcción que hace parte de un complejo industrial del equipo Red Bull Racing. Su oficio tiene mucho de números y tecnología, involucra alas, ruedas y velocidad. Pier, como lo conocen en su trabajo, inicia sus labores a las diez de la noche y a partir de esa hora intenta ver el viento, leer corrientes de aire que se vuelven números y que resultarán determinantes en el éxito de su empresa: hacer que el auto de Sebastian Vettel, flamante campeón mundial de Fórmula Uno, sea el más veloz en la pista.

En esa escuadra de bandera austríaca pero de raíces británicas, Orsi, de 32 años, hace parte de un engranaje que produjo el auto modelo RB6, con el cual el alemán Vettel y su compañero de equipo australiano Mark Webber, ganaron los campeonatos de pilotos y de constructores el año pasado, con 9 victorias parciales y 15 pole position. Este año, Pier y su equipo quieren repetir la hazaña.

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“Pier es uno de nuestros mejores hombres en aerodinámica”, asegura a CROMOS el británico Peter Prodromou, una de las cabezas técnicas del equipo. “Él se ha especializado en el desarrollo del alerón delantero desde que se unió al equipo y hace un trabajo increíble para nosotros”.

Pierluigi lleva un pasaporte italiano, pero su corazón es colombiano, así como su acento. Creció en Bogotá, estudió en el Colegio Saint George y desde niño su padre, Vittorio, lo contagió con lo que él describe como una fiebre, pero que en realidad es más una pasión que pasa de una generación a otra.

“De niño siempre iba al autódromo de Tocancipá con mi papá porque él es un fanático –recuerda Orsi–. En mi casa solo se hablaba de automovilismo y cuando el tema era la Fórmula Uno, lo hacíamos como seguidores de Ferrari, pues mi papá es italiano y allá la Scuderia es el equivalente a la Selección Colombia de nosotros”.

La “fiebre” de Pierluigi por el automovilismo lo llevó a presenciar el Gran Premio de Mónaco de Fórmula Uno en mayo de 1998. Escuchar, sentir la vibración y hasta oler los autos de la máxima categoría, le dieron luces de lo que quería hacer el resto de su vida. “Ese día supe que quería estar allí involucrado”, cuenta Pierluigi.

Lo primero fue buscar una buena universidad para estudiar aerodinámica, y la encontró en Ottawa, Canadá, en la Universidad de Carleton. Tras cuatro años de Ingeniería Aeroespacial, tuvo claro lo que podía llegar a conseguir.

Por amor, se fue a visitar a su novia Ariana a Australia (se acaba de casar con ella), y se quedó más de lo que ambos planeaban. Se postuló para un trabajo con el equipo Garry Rogers Motorsports de la serie V8 Supercars, la más importante de ese país, y fue aceptado. Allí no solo tuvo la oportunidad de aprender, sino además de conocer el triunfo. Alcanzó a ser el jefe de ingeniería del equipo, lo cual le permitió ganar en formación y prepararse para dar el siguiente paso.

“Me quedé seis años y aprendí muchísimo, antes de encontrar la oportunidad de venir a trabajar para Red Bull, hace dos años”, dice Pier. En las páginas de la revista británica Autosport encontró anunciada una vacante en el equipo Red Bull de Fórmula Uno. Envió el formulario al departamento de aerodinámica y dos semanas después lo llamaron para una entrevista en Inglaterra que duró tres horas. “Me preguntaron desde lo académico hasta lo personal, ya que ellos consideran muy importante el apoyo de la familia. Estos trabajos requieren de muchísima dedicación pues tenemos jornadas de hasta 13 o 14 horas y es clave saber trabajar en equipo por largos períodos”.

La Fórmula Uno respira glamur pero detrás de ello hay realmente poco de eso. Los pilotos se llevan buena parte del crédito, pero en las bases de los equipos hay trabajo las 24 horas, pues los autos evolucionan en forma permanente y en cada competencia hay partes nuevas cuidadosamente diseñadas para que el auto vaya milésimas de segundo más rápido. Cuando el título está en juego, el horario es lo de menos para quienes están encargados de la aerodinámica. Saben que si no encuentran más desempeño en el auto, sus rivales lo harán.

A eso se dedica Pier. Y lo hace bajo la dirección de uno de los genios en el diseño de autos de Fórmula Uno: Adrian Newey. Fue él quien diseñó el auto que el año pasado le permitió a Red Bull y a Sebastian Vettel obtener el título mundial. Y Pier puso una buena cuota de su imaginación y de su empeño para lograrlo. El carro funcionó tan bien, que hasta el equipo McLaren alcanzó a insinuar que debía tener algo ilegal.

“En ocasiones los otros equipos hacen esto para buscar distraer al rival, hacerle perder tiempo con los comisarios y entorpecer el desarrollo permanente que buscamos”, cuenta Pier.

Con apenas ocho años de experiencia en la industria del automovilismo, este colombiano aparece ya en los créditos de quienes participaron en un 2010 de película para uno de los equipos más jóvenes de la Fórmula Uno. Pero como en la máxima categoría quien no se mueve hacia delante va en reversa, el trabajo desde que terminó la temporada pasada ha sido permanente. Durante el invierno, Pierluigi se involucró con su equipo en el desarrollo del RB7, el modelo 2011, con el que buscan defender ambos títulos.

“En el equipo estamos optimistas, pero yo la verdad no estoy tranquilo. Hasta llegar a la clasificación del Gran Premio de Australia, no vamos a saber realmente dónde estamos”, dice Orsi.

Durante el último mes el RB7 ya ha tenido varias actualizaciones y tendrá más para las primeras carreras. Pierluigi, por su parte se tomó en los primeros días de marzo sus primeras vacaciones en mucho tiempo, con el ánimo de casarse con Ariana y llegar recargado a Milton Keynes.

Como en toda industria, cuando un profesional se destaca los ofrecimientos de los rivales no se hacen esperar, pero las directivas del equipo están trabajando en la extensión de contratos de muchas de sus piezas claves. Vettel ha firmado hasta 2014 y se presume que lo mismo sucederá con Newey, entre otros. ¿Y Orsi?

“Yo espero poder seguir aquí –dice–. Me gustaría ganar más Grandes Premios y campeonatos con Red Bull”.

El éxito de Pierluigi Orsi ha llegado tal vez mucho más rápido de lo que él esperaba, pero no sin sacrificio y mucha dedicación. Se propuso llegar a la Fórmula Uno hace 12 años mientras veía a Juan Pablo Montoya correr en la Fórmula 3.000 y ya hoy es parte de la élite de su industria.

Por Redacción Cromos

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