Raquel Ércole y Ronald Ayazo, reencuentro de amigos

Raquel Ércole y Ronald Ayazo no actuaban juntos desde hace 27 años. La novela Secretos de familia logró el milagro de volverlos a reunir, ella como abogada; él como su chofer.

Por Redacción Cromos

13 de septiembre de 2010

Raquel Ércole y Ronald Ayazo, reencuentro de amigos
Raquel Ércole y Ronald Ayazo, reencuentro de amigos

Raquel Ércole y Ronald Ayazo, reencuentro de amigos

Hace 27 años Raquel Ércole y Ronald Ayazo protagonizaron en televisión un amor de escándalo: el que surgió entre ama y esclavo en La pezuña del diablo, una célebre telenovela narrada en la época de la Inquisición. Raquel hacía las veces de doña Lorenza, una fogosa señora que no disimulaba su pasión por el esclavo de su predilección. Ronald interpretaba, justamente, a ese esclavo.

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Casi treinta años más tarde, el canal Caracol volvió a reunirlos. Esta vez en Secretos de familia, una novela de intrigas parentales en la que Raquel Ércole protagoniza a Teresa de San Miguel, una abogada dominante y poderosa; y Ronald Ayazo a Lorenzo, su leal chofer. ¿Surgirá entre ambos un amor similar al de doña Lorenza y el esclavo Diego León?

Quién sabe. Hasta ahora Teresa le ha demostrado a Lorenzo una confianza fuera de la común; pero él ha conservado su posición. Es un hombre prudente, tal vez demasiado como para imaginar algo. Pero en el mundo de la televisión las apariencias pueden sorprendernos.

El caso es que ambos andan felices de actuar de nuevo juntos, cuando nadie pensaba que volvieran a encontrarse. Quizás fue una jugada del diablo.

Raquel se había retirado hace seis años, después de actuar en El auténtico Rodrigo Leal. Quería pasar más tiempo con su esposo, el músico Lizardo Díaz, y con sus hijos y sus nietos. En sus palabras, “quería hacer todo lo que no podíamos hacer”. Además, no quería cansar a su público.

Ronald, por su parte, había hecho su última aparición el año pasado en La dama de Troya. Con la voz grave con la que empezaron a reconocerlo sus fans hace más de treinta años en El caballero de Rauzán, Ayazo dice que también se acostumbró a otras cosas: a la docencia, a escribir, a la música, al teatro, a la familia y, como Raquel, a que los televidentes no lo vieran tanto. “Estuve usufructuando mi anonimato”, afirma.

Pero la historia de abogados, política y amor de Secretos de familia los hizo regresar. A ambos les encantó la historia y el libreto. El melodrama no es, como muchos de su estirpe, una lucha entre débiles y poderosos; es, más bien, un juego de poder muy bien distribuido en el que hay un evidente matriarcado en el elenco: María Cecilia Botero, Marcela Carvajal, Margarita Muñoz, Patricia Vásquez y Ana Bolena Meza. Entre ellas, Raquel Ércole es, por su experiencia y por su sabiduría, la matrona mayor.

“Mis hijos me insistieron para que regresara; lo maduré en mi cabeza y quise empezar con algo suave”, dice Raquel riéndose. Y lo hace porque terminó metida en el ritmo frenético de la telenovela. “Fue volver a trabajar la memoria, que no es tan fácil. Además, me enamoré del personaje”. De Teresa, una mujer que quiere mantener la familia unida por encima de todo.

Ronald se interesó por la intensidad dramática de la historia. “Nos ha permitido mostrar diversas facetas como actores; los personajes se desvanecen en los detalles, son expuestos con sus debilidades, les presenta alternativas de vida”, explica.

Como el chofer de marras, Lorenzo conoce todos los secretos de las San Miguel y es el apoyo moral de Teresa. Es una extraña relación en la que no hay diferencia entre patrona y empleado. Tampoco muchas palabras ni gestos, sólo diálogos sinceros, muy íntimos, y algunas miradas.

El reto para ambos también ha sido acomodarse a una industria que ha cambiado pero que no ha traicionado la química que los une en el escenario, una conexión que ha sobrevivido desde los tiempos de La pezuña del diablo. “Tuvimos que empezar nuevas conquistas: nuevas generaciones de público, nuevas formas de trabajo, nueva tecnología y nuevas generaciones de actores”, afirma Ronald. Pero por encima de todo está el placer de volver a estar juntos, respondiendo al modelo de disciplina y respeto por el oficio que aprendieron en su juventud.

Estos dos íconos de la televisión confiesan que tienen mucho por hacer todavía, pero con la ventaja de planearlo con tranquilidad, sin la rapidez de quienes encuentran el éxito y luego desaparecen; con la madurez que les permite poder escoger los personajes. Ese es, tal vez, parte del secreto para mantenerse vigentes.

Por Redacción Cromos

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