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Una charla por teléfono con Concha Buika

En plena promoción de Vivir sin miedo, su nuevo álbum, la española recordó en CROMOS su infancia y describió su vida.

Por Carlos Torres
20 de noviembre de 2015
Vivir sin miedo, el nuevo trabajo discográfico de BUIKA

Vivir sin miedo, el nuevo trabajo discográfico de BUIKA

Concha Buika es leona. Solo piensa en salir a cantar. Salir y divertirse. Y es una cantante jodida. Ataja al responder, con su voz fuerte y por momentos cansada. Se nota que quiere descansar.

A ratos da la impresión de encontrarle pelo a las preguntas.  Es cortante, de las que ponen nervioso. Como las leonas. La quijada se endurece al cuestionarte por dentro por cómo tomará la siguiente pregunta. Que responda largo, que en sus respuestas, en vez de punto final, haya comas o nada, solo palabras que alarguen su intervención, de tal modo que no vea más pelos.

Concha está en un estudio de Miami, al teléfono. Su voz llega con dos rayas de volumen. Hay que pegar el oído al altavoz del teléfono, cruzar los dedos para que el celular grabe con fidelidad sus palabras.

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Vivir sin miedo es su último álbum.

-Vivir sin miedo es un reto de enfrentarte a tus decisiones, con la ayuda de un productor. Ha sido un reto grande y divertido.

Punto. El álbum son diez temas en español y en inglés. En youtube está Carry Your Own Weight, que Concha interpreta con el estadounidense Jason Mraz. Más de ochenta y tres mil veces ha pegado el video. Pop hecho por una cantante de formación flamenca y de un cantante conocido por su reggae y su rock. Sobre cantar en idiomas posteriores al materno, la mallorquín dice:

-Cada lengua despierta un alter ego distinto en uno. Muestras otro lado de ti. Las dos experiencias, español e inglés, son muy bonitas y diferentes a la vez.

 

04-BUIKA

“En mi brazo tengo tatuados los nombres de mis diosas, las fuerzas que me guían. Son los nombres de mi bisabuela, mi abuela, mi madre, mis tías y mis hermanas”, dice la cantautora española de origen guineano.

 

Según Wikipedia, Concha vive en Estados Unidos. Al cantar en inglés abre la puerta de su bola de cristal para que la escuchen más. Concha habla está encerrada en el estudio.  Ve la cara del día por las ventanas. No consigue curarse de su adicción al trabajo.

-Fueron muchos años en los que me sentí inútil, que no sabía hacer nada y, al  descubrir mi camino, lo disfruté tanto que necesito que me rescaten.

Se ríe grueso. Su carcajada es fuerte, de quien el canto le sale en flamenco hasta en la ducha. Empezó con esto de la música a los 17 años.

Wikipedia miente.

-Me la paso viajando. Máximo un mes he estado en Miami.

Armando Manzanero, Chucho Valdés y Luz Casal la han acompañado. Los cantantes tienen el doble de amigos de quienes se dedican a otros oficios. El público que la escucha vía audífonos, en concierto, a bafle o porque una canción suya la han puesto en un bar, es amigo de Concha.

Concha que ya no ataja al responder. Tal vez nunca lo ha hecho. Fue apenas una impresión inicial.

-Todas las personas son amigas de los músicos. Así lo manda la ley del arte, todos de alguna manera somos amigos de Picasso, todos hemos sido parte de Michael Jackson. A Jason Mraz lo conocí para grabar el videoclip, porque el tema ya estaba listo. Dio su corazón grabando conmigo. Nos vimos y éramos amigos, aunque no nos habíamos cruzado.

De los lugares recorridos, hay uno incomparable: la casa de su madre en su natal España. La sala está llena de cosas, regalos que le ha conseguido durante giras.

-La casa de mi madre es de decoración extraña. En la sala está un guerrero mexicano que le llevé, al lado tiene una foto de mi primera comunión. Después te encuentras un cuadro muy feo que no sé quién le regaló y un reloj que no marca la hora, porque cuando ella habla el tiempo desaparece.

El cuadro de la primera comunión es más antiguo que su fama: ese día ella y su hermana eran otras. Las señoritas Buika, de Mallorca. Concha reconoce sin pudor que era la primera vez que se veía bonita. Dice que fue muy macho y en su primera comunión  se vio con un vestidito, bien peinadita. Internamente era la misma, por fuera no.

Una niña muy bonita.

A Colombia tiene previsto volver. No sabe cuándo reemplazará un recuerdo hermoso. Sucedió en la Plaza de Toros de Bogotá, la última que anduvo por acá.

-Fue una noche romántica. Yo estaba muy nerviosa en el escenario y de repente apareció por la puerta el muchacho con el que salía en esa época, vistiendo un chaleco con un corazón rojo que era feo feo. Era feo y romántico. Apareció este muchacho con su corazón rojo y con un ramo de flores.

A la leona que sale a divertirse le dan nervios. Y se los quitan con flores. A la leona jodida a la que uno al final le quiere preguntar más. Todas las personas son amigas de los músicos. Se despide como quien volverá a hablar dentro de un rato o algún día de la semana. Va a trabajar para reencontrarse con sus amistades en cualquier instante del día.  

 

Fotos: cortesía. 

Por Carlos Torres

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