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Lo cierto es que Jaramillo puso a andar el fútbol en plena pandemia y en medio de una crisis para la que, como todos, el fútbol no estaba preparado. Después de eso “chapaleó” durante un lustro en medio de lo que se puede. Y digo de lo que se puede porque la estructura actual del fútbol difícilmente permite hacer algo más visible.
Es una estructura anacrónica que necesita cambios urgentes que difícilmente se van a dar. Las decisiones se toman por mayoría simple en votaciones en las que participan los 36 clubes de la A y de la B, a la mayoría de los cuales les conviene seguir viviendo de lo que producen los grandes. El encargado de liderarlos debe hacer que lo que decidan se cumpla y ya.
Desde ese ángulo, el cargo de presidente de la Dimayor tiene más cara de gerente que de presidente. Esto hacia adentro, pero hacia afuera, como representante legal de la entidad, su responsabilidad es gestionar a las entidades gubernamentales, patrocinadores, bancos, superintendencias, policía, medios de comunicación y público en general; es decir, hacia afuera de la entidad, el cargo sí tiene que ser para un perfil presidencial. Pero, como se trata de apagar el incendio, los clubes tienen la misión de encontrar a alguien que sepa de derechos de TV, porque entramos en el año de su renegociación con Win, donde se incluirán temas que hace unos años eran incipientes, pero cada día son más relevantes, como el fútbol femenino y las plataformas digitales.
El deporte profesional vive de los derechos de transmisión. Así mismo, el perfil debe ser comercial, para traer nuevos aliados (entiéndase patrocinadores), que pongan billete para todas las competiciones.
Por otra parte, tiene que ser alguien con buenas relaciones con la Federación, cosa que no pasaba con el presidente saliente. Llevarse bien con el ente mayor no solo trae beneficios obvios, sino que ayudaría a revisar qué pasa con el arbitraje, la seguridad en los estadios (en la parte que no corresponde a las autoridades de policía o a los municipios), las relaciones con las selecciones y muchos otros aspectos. Pero lo más importante, lo que hace más difícil de conseguir a la persona ideal, es que debe ser alguien que, por un lado, sea líder integral, pero, por otro lado, haga caso. Y hacer caso a 36 socios con intereses tan diversos es casi imposible. Ojalá consigan a alguien que lo logre.
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