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Colombia perdió su tercer partido en línea en esta eliminatoria, ya son cuatro en los últimos cinco. Mejoró en cuanto a funcionamiento porque Arias jugó de lo que juega en su club, de extremo por derecha, y en ese plan se hace mas daño arriba y se sufre menos atrás porque se llena el medio campo a lo ancho.
Pero no se perdió por no hacer cambios ni hacerlos de manera equivocada. Tampoco se perdió por no convertir las opciones que se tuvieron, que no fueron muchas, pero es normal que no entren todas. Se perdió porque la jerarquía en este equipo brilla por su ausencia.
Es la final de la Copa América, que se perdió hacia el final del tiempo de adición. Es el partido contra Bolivia, que se perdió en una jugada aislada que nació en un saque de banda (eso es de fútbol colegial). Es el partido contra Uruguay, que se perdió en el último minuto después de haberlo empatado en el penúltimo, y es la derrota con Brasil en tiempo de descuento después de haberles regalado el balón. La data dice que durante el tiempo de descuento (12 minutos) Brasil tuvo el 90 % de posesión de pelota. Desde antes del juego se sabía que si a ellos se les entregaba el balón y nos metían atrás lo más probable es que nos generaran peligro, y pasó.
Pero esa data y esos resultados demuestran que el nuestro es un equipo liviano. No es tan malo como dice la tabla hoy de la eliminatoria, sexto entre diez, ni tan bueno como dice el cuadro de honor de la Copa América, segundo del continente.
De hecho, la jerarquía, el temperamento, la capacidad de concentración y el hecho de poder agrandarse en la adversidad son valores que en un país tropical como el nuestro, disperso por naturaleza, brillan por su ausencia y para el caso del deporte de alto rendimiento, de la competencia de élite, hay que trabajar desde categorías infantiles. Pedirles a los que se ponen la amarilla ya de mayores que lo hagan es muy difícil. Se puede mejorar con trabajo y para eso está el profesor Marcelo Roffé, que fue el psicólogo deportivo en tiempos de Pékerman.
Lo cierto es que hoy Colombia va a jugar contra Paraguay, un equipo que ha crecido precisamente desde ahí, desde lo espiritual. Su entrenador, Alfaro, no se ruboriza al decir que su éxito radica en la motivación como herramienta para lograr un equipo ordenado, aguerrido y concentrado. Para eso usa frases de Arjona, Sabina y Serrat, libros de autoayuda y mensajes positivos. Pero es que hay algo que los guaraníes siempre han tenido y es ese temple, esa jerarquía. Los nuestros tienen más talento, ojalá sea suficiente.