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"Antes me temían, ahora me respetan": Lance Armstrong

El siete veces campeón del Tour de Francia se muestra más humano y reflexivo. Habla de su rivalidad con  Contador.

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Carlos Arribas / Especial de El País
22 de mayo de 2010 - 10:00 p. m.
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El ciclista estadounidense Lance Armstrong, de 38 años, no es el mismo que cuando mandaba con mano de hierro en el pelotón. Aunque dice sentirse más integrado, más humano, pero conserva la misma ambición y augura una gran pelea este año con Alberto Contador en el Tour de Francia.

Esta semana, sin embargo, se vio salpicado por su compatriota Floyd Landis, quien confesó que sí usó sustancias dopantes cuando ganó el Tour de Francia en 2006 y de paso acusó a Armstrong de hacer lo mismo.

¿Qué opina de las declaraciones de Landis?

No tengo nada que ocultar. Las acusaciones ni siquiera vale la pena comentarlas. No voy a perder mi tiempo. Creo que la historia habla por sí misma. Este es un hombre que ha estado bajo juramento en varias ocasiones y ha dado una versión diferente. Y ahora, cuando todo acaba, la historia cambia. Así que estamos un poco confundidos. Tema cancelado.

Leyendo su Twitter, en el que cuenta su vida, uno no puede evitar admirar su capacidad para dar con la expresión precisa, su chispa...

Lo único que he hecho en mi vida ha sido ser ciclista, pero creo que hay una gran diferencia entre los demás y yo. Y es que yo llevo haciéndolo casi 20 años. Y he conocido muchísimos sitios. El ciclismo me ha llevado a todos los continentes. Y se aprende de todo, a valorar a otras gentes, otras culturas, otras lenguas, arte...

¿Pero no piensa que la diferencia con los demás está en su mirada, no en lo que mira?

Sí, claro, es diferente a la de los demás. Sobre todo por mi experiencia vital. Soy un superviviente del cáncer. Haber pasado por ese período lo cambia todo. Eso les pasaría a todos. Cualquier ciclista que lo sufra ahora, dentro de 10 años, será otro; cualquier persona de la calle... Es un cambio de perspectiva inevitable.

¿Esa conciencia de su propia diferencia lo lleva a sentirse superior al resto del pelotón?

No. Ahora, no. Irónicamente, creo que ahora me siento más cercano a los compañeros. Tomemos el pelotón del Tour, 200 tipos. Ahora hablo más con ellos. Antes sólo hablaba con ocho muchachos, mis muchachos. Ni una palabra a los demás. Y les decía a esos ocho que no hablaran con nadie durante las tres semanas del Tour. Después, que hablaran con quien quisieran. Así que mi conexión con el ciclismo es mejor ahora que antes. De una manera extraña, ahora me preocupa más el deporte.

¿Se preocupaba más por usted mismo que por su deporte?

No diría eso. No me preocupaba de los otros equipos, pero me preocupaba del mío. Los rivales ni existían. Pero en aquellos años era un trabajo y ahora es más una pasión, una diversión. Hay una motivación diferente.

¿Cree que en el pelotón se le respeta o más bien se le teme? Eso es lo que pasaba con Tiger Woods en el golf...

Son deportes diferentes. El golf es un deporte individual. El ciclismo, no. El ciclismo es un deporte de equipo y, cuando uno no tiene equipo, tiene que buscarlo en el pelotón. Y un día puede que lo encuentre, pero, ¿al siguiente? Es imposible que yo sepa lo que sienten los demás. Sé que en los viejos tiempos me temían y quizás ahora me respetan.

A usted le temían. Incluso había corredores que le odiaban por su soberbia... Ahora parece domesticado...

Esa mirada... Y todavía la tengo. En la vida hay gente apasionada, comprometida, intensa..., y gente pasiva. Soy como los primeros. Incluso las líneas en el entrecejo las que marcan mi mirada, son ya permanentes. En los viejos tiempos podía mirar así a algún periodista loco como un ataque, pero también miro así a mis hijos en casa cuando no me obedecen. La misma mirada intensa.

¿Es muy importante para usted ganar por octava vez el Tour?

No es esencial. No lo necesito especialmente. Sólo, como una recompensa a un trabajo duro. Pero, honradamente, no hay diferencia entre ganar siete u ocho. El próximo Tour será una gran historia: la rivalidad con Alberto, lo que sucedió el año pasado. Eso será bueno para el Tour, pero no cambiará mi vida ganarlo o no, ni la vida de mis hijos.

Pero una persona tan competitiva como usted necesita ganar siempre.

Sí. Pero incluso así, lo primero de todo es que será difícil. Tengo 38 años. Alberto, 27, y mejora cada año. La respuesta no está a mi favor.

Pero usted ha sido capaz de ganar contra cualquier expectativa. En todo: en la vida, en el Tour...

Sí. Nadie tiene el trofeo  desde la salida. Se va a la carrera y se ve quién es el mejor.

Volviendo a las miradas, la imagen que resumió el pasado Tour fue la del podio, la forma en que usted miraba a Contador cuando recibía la copa. ¿Qué sentía en ese momento?

Pero no había emociones fuertes. Mi recuerdo de aquel tercer puesto, de todos los podios, es de alivio, de sentirme agradecido porque todo se acabó y de tener ganas de volver a casa. Son tres semanas de tanto agobio, tanta presión... Alberto fue el mejor del Tour y, para mí, fue lógico y honorable que él estuviera en lo más alto. Yo no estaba celoso, enfadado, amargado. Nada de eso. Él fue el mejor.

¿Su presencia en el podio dos escalones más abajo hizo más grande la victoria de Contador?

Quizá, desde su punto de vista o desde el de los medios, sí que le gustó que yo estuviera allí, debajo. Desde mi punto de vista, fue bueno. Cantidad de gente, incluidos algunos amigos míos como Eddy Merckx, no pensaban que sería capaz de terminar siquiera entre los 10 primeros. Y hay una gran diferencia entre terminar cuarto y terminar tercero. Por primera vez me di cuenta. Me alegró muchísimo no ser cuarto.

En 2009 dijo que en 2010 sería más fuerte. ¿Está más fuerte?

Sí. Diferente, al menos. Me siento más ciclista. Quizá tuviera más fuerza bruta el año pasado, pero en éste tengo más fuerza ciclística, que no es lo mismo. Soy mejor ciclista ahora. Hasta me puedo sentir cómodo en el pelotón. El año pasado, al principio, iba nervioso, con miedo.

Entonces, ¿será más frustrante no ganar el Tour?

Sólo me sentiría frustrado si cometiera un error. Si estoy al máximo de mi nivel de 38 años, no cometo errores, no sufro caídas, no me enfermo o pincho en un mal momento, no tengo mala suerte y gana el mejor, no me podré lamentar.

El que en el Tour pasado Contador y usted compartieran equipo facilitó la victoria de él. ¿Cómo entiende que Contador se quejara después del equipo?

Es mejor no comentarlo. Este es un deporte de equipo. Y siempre he creído que hay que valorar a los compañeros. Tú eres el jefe, tienes el maillot amarillo, estás en lo más alto del podio, tienes millones de dólares. Y ellos no tienen nada. Lo más honorable es, pues, respetarlos. Si no, no tendrás nada. Siempre lo he hecho con mis chicos: darles más dinero, respetarlos... Tenemos que ser una familia. Y no es una crítica a Alberto. Es como creo que deben hacerse las cosas.

¿No es posible que sucediera algo, que no sabemos, que hiciera reaccionar a Contador?

Alberto es una persona nerviosa, lo que no es malo. Yo también lo soy. Siempre pensamos que tenemos que hacer más, trabajar más, ser mejores. Todos los grandes campeones son así, todos tienen un pelín de inseguridad en la vida y tienen que compensarlo. Dije nervioso, pero que no se entienda como algo negativo. Y el resto no creo que sea Alberto, sino la gente que le rodea.  Es la primera vez que se lo digo: hay que ser cuidadoso con el entorno.

¿Contador debe madurar?

Alberto no es estúpido. Es una persona inteligente. Seguirá creciendo y adquiriendo experiencia en todo.

Por Carlos Arribas / Especial de El País

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