Una colombiana en la F1: El ADN de Tatiana Calderón

Cómo llegó esta bogotana a ser piloto de desarrollo de la escudería Sauber. La familia, su motor.

Redacciòn deportiva
05 de marzo de 2017 - 02:57 a. m.
Una colombiana en la F1: El ADN de Tatiana Calderón

La novedad en la pista de Montmeló, en Barcelona, donde todos los equipos del campeonato mundial de Fórmula Uno hacen sus entrenamientos previos al comienzo de la temporada 2017, fue la presencia de una mujer de 1,63 de estatura, 24 años de edad y nacionalidad colombiana. Se llama Tatiana Calderón Noguera y es la quinta en la historia de este deporte en firmar un contrato como piloto, en su caso de desarrollo, con la escudería Sauber. (En imagénes, los pasos de Tatiana Calderón para llegar a la Fórmula 1)

Mucho se ha dicho y escrito sobre ella, pues se ha destacado por su talento detrás del volante en una carrera que completa 15 años desde los karts hasta la Fórmula 3. Su llegada a la Gran Carpa del automovilismo fue destacada en medios de comunicación de todo el mundo y mereció portada en revistas especializadas como Motorsport. Sin embargo, nadie ha contado por qué y cómo su familia constituyó un verdadero equipo humano y económico para dejarla a un paso de su máximo sueño: competir en un Gran Premio. Una historia comparable a la que ocurrió con Juan Pablo Montoya y Pablo, su papá en los años 80 y 90.

Tatiana es hija de Alberto Calderón Palau y de María Clara Noguera Calderón, hija de Rodrigo Noguera Laborde, fundador junto al dirigente político Álvaro Gómez Hurtado de la Universidad Sergio Arboleda, y hermana del actual rector, Rodrigo Noguera Calderón.

Alberto, que hace parte del consejo directivo de esa institución, siempre ha sido un empresario fanático de los automóviles en general y fue por él que la familia terminó de cuerpo y alma en el tema. Allegados lo definen con una palabra: emprendedor. A pesar de provenir de una familia con recursos económicos –es primo hermano del presidente Juan Manuel Santos Calderón–, desde el colegio hablaba de sus negocios, que entonces eran comercializar huevos y quesos. Apenas se graduó de bachiller, estudió Economía en la Universidad Javeriana junto con María Clara, su prima y ahora su esposa y socia en esta empresa a la que, en una primera fase, sumaron a un cuñado con el que empezaron a importar carros desde los antiguos países comunistas luego de que abrieran sus fronteras tras la caída del muro de Berlín. Por ellos llegaron a Colombia marcas como la rusa Lada y la serbia Zastava. Con esa experiencia y otros socios empezaron a buscar representación de marcas más comerciales y lograron la de la coreana KIA y la de la china JAC Motors, que han sido patrocinadores de Tatiana.

Justo por la época en que Montoya ganaba siete grandes premios de Fórmula Uno, la primera contagiada con el mundo de la velocidad fue Paula, la hermana mayor, y luego Tatiana, que cuando estudiaba en el colegio Helvetia vio que su hermana se destacaba en el deporte, quería ser piloto y ella no se quiso quedar atrás. Le hizo pataleta a su papá hasta que le armó su primer kart, patrocinado por KIA, con el número 250, a los 9 años de edad. Así empezó a competir y a ganarle a su hermana, siete años mayor, y a los hombres a los que le ponían al lado en las pistas, incluidos pilotos que hoy corren en la Fórmula Uno como Max Verstappen, desde el año pasado piloto de Red Bull y a quien venció en Estados Unidos, y a futuras estrellas como Mick Schumacher, el hijo de Michael Schumacher que está muy cerca de Ferrari.

Mientras ella dejaba huella allí y luego en Europa, a pesar del machismo del deporte a motor, su papá se dio a la tarea de ir por el mundo buscándole opciones de competición y patrocinios adicionales, porque en el automovilismo además de talento hay que poner plata, desde un promedio de 50 mil dólares para una carrera de una fórmula básica como la Mazda hasta un millón de euros para aspirar a un contrato de piloto de desarrollo F1.

El talento natural de Tatiana para tomar las curvas, aprovechar las rectas y, especialmente, para poner a punto un auto de carreras –el arte de diagnosticar la máquina en pista y comunicarlo para hacerla mejorable para los ingenieros de carrera– ha sido exaltado por expertos como el papá del campeón mundial británico Lewis Hamilton, Anthony Hamilton, quien la conoció en Estados Unidos y quedó impresionado con su talento, al punto que todavía la aconseja. Enseñanzas claves para ella como las que le ha venido dando el propio Juan Pablo Montoya. Incluso en los FIA Sport Americas Awards, el 17 de enero de 2015 en el Hotel Riu de ciudad de Panamá, el propio presidente de la Federación Internacional del Automóvil, Jean Todt, exaltó la carrera de Tatiana Calderón como la única mujer del continente en las grandes categorías.

Las decisiones empresariales y deportivas de Alberto Calderón, María Paula, Paula –quien desistió del pilotaje y ahora es la mánager de su hermana– y de Tatiana han sido las correctas para llegar a la cima. Hasta ahora todo les ha salido bien y lo agradecen porque a cada paso ven que a veces no basta el esfuerzo en equipo y el talento del deportista, sino que también se requiere suerte: que el día indicado las cosas se den y no sucedan accidentes. Esto porque vivieron de cerca la tragedia de María de Villota, hija de expiloto y la única española que llegó a ser piloto de pruebas en Fórmula Uno, con el equipo Marusia. El día de verano que empezó a trabajar (3 de julio de 2012), con todos los medios de comunicación españoles siguiéndole los pasos como la primera mujer en lograr tal reconocimiento, sufrió un grave accidente al chocar con la parte trasera de un camión de servicio en el aeródromo británico de Duxford, donde realizaba pruebas aerodinámicas para su equipo. Perdió un ojo, se fracturó el cráneo y salvó su vida luego de varias semanas en cuidados intensivos.

Precisamente ese año Tatiana llegó al equipo de Emilio de Villota, el hermano de María, que participaba en la Euroseries 3000. María pudo rehabilitarse, se casó con Rodrigo García Millán, su entrenador, pero el 10 de octubre de 2013 su cuerpo apareció sin vida en un hotel de Sevilla, en una muerte atribuida a causas naturales, consecuencia de su accidente previo. A los 33 años de edad seguía trabajando en la Fórmula 1, ya como asesora técnica, y se disponía a presentar un libro autobiográfico titulado La vida es un regalo. Por eso la familia Calderón Noguera valora el doble lo que han logrado juntos.

“Yo admiré y admiro a María por todo lo que logró, porque también era de las personas dedicadas que realmente amaban este deporte. Estuve muy cerca de ella, ya que corrí en su equipo. El primer año que me mudé a Europa fue muy difícil y ellos me acogieron como si fuera parte de su familia. Ahora que estoy más cerca de la Fórmula 1, ojalá pueda terminar lo que ella de cierta manera comenzó. Espero continuar con el legado que dejó”, le dice la piloto colombiana a El Espectador.

No son perfectos, han enfrentado derrotas y retos, pero en familia se han propuesto, aparte de buscar triunfos deportivos, pensar en los demás. Aunque Alberto Calderón Palau siempre ha preferido el bajo perfil, como gerente general de Autocom S.A. y junto a su primo Juan Manuel Santos, donó en 2012 a nombre de esa compañía –representante de la marca de automóviles Van Jinbei Colombia– una camioneta van Jinbei Travel H2, vehículo para transporte de pasajeros con capacidad para 16 personas, pero adaptada de forma especial para el extécnico de fútbol Luis Fernando Montoya, cuadripléjico luego de ser víctima de un atraco en Antioquia.

Tatiana califica de increíble todo lo que le está pasando y le da todo el crédito a los suyos: “Ha sido un trabajo por parte de toda la familia. Han estado en las buenas y en las malas. Tengo mucho que agradecerles y esto es el sueño que tenemos en conjunto. Estamos a un pasito. Nos queda lo más difícil”. La bogotana, sorprendida por tantos mensajes que ha recibido esta semana a través de sus redes sociales, nos cuenta que va a viajar a los Grandes Premios con Sauber, con el fin de aprender cómo trabajan, la parte técnica de los carros, estar con los ingenieros y en contacto en el simulador. “La idea es que a mediados o a finales de año pueda probar un carro de Fórmula 1. Aunque todavía falta lo más duro, que es el hecho de que a uno le den un asiento para competir. El paso que di es muy importante, ya me abrieron las puertas. Por ahora estaré corriendo en la GP3, que es una de las antesalas, por lo que estamos muy cerca”.

También le agradece a quienes la han respaldado en este proceso. Sobre el papá de Lewis Hamilton cuenta: “Trabajé un año con Anthony. Fue muy positivo, es el padre de un campeón mundial. Tenemos una buena relación, hablamos periódicamente. Aprendí muchísimo con él y eso demuestra que la gente se da cuenta del potencial que hay”. Lo han ratificado especialistas del deporte como el comentarista de Fox Sports Fernando Tornello y la firma mexicana Telmex.

De Juan Pablo Montoya dice desde España: “Siempre ha estado muy pendiente de mí. Está con muchas ganas y con toda la disposición de ayudar. Me ha dado varios consejos. Es un orgullo y un privilegio poder contar con él, porque lo admiro mucho y he seguido toda su carrera”.

Tatiana Calderón vive la vida al ritmo de Coldplay. Su lema es: más que encontrarse hay que crearse. Es impaciente pero perseverante. Mentalmente se fortalece con los triunfos de ídolos como Roger Federer. Y no olvida lo que le dijo Montoya: “Si ellos pueden, usted también”. Se despide, da las gracias. “Toca seguir con los pies bien puestos en la tierra y trabajando duro”.

* Con reportería de Juan Camilo Romero, Susana Noguera y Nelson Fredy Padilla

Por Redacciòn deportiva

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