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El adiós de una leyenda

El paracortos de los Yanquis se despidió del béisbol profesional a los 40 años de edad.

Jesús Miguel de la Hoz
29 de septiembre de 2014 - 11:55 a. m.
Derek Jeter en su último partido en las Grandes Ligas.  / AFP
Derek Jeter en su último partido en las Grandes Ligas. / AFP
Foto: AFP - ELSA

“Representa todo lo bueno que debe tener un líder. Soy creyente de la historia y veo a los otros líderes que han pasado por el equipo, y Jeter está en ese nivel”. De esta manera, el difunto dueño de los Yanquis, George Steinbrenner, definió a Derek Jeter cuando lo nombró como capitán en 2003. Cinco títulos de Serie Mundial, único jugador en la historia de la franquicia dentro del selecto grupo de 3.000 imparables y su amor y respeto por el deporte, afirman esa idea.

La versatilidad con el bate, el esfuerzo y dedicación que siempre demostró Dave Winfield, jardinero de los Yanquis en la década de los 80 e ídolo de infancia de Jeter, fueron la principal inspiración para que el sueño del nacido en Pequannock el 26 de junio de 1974 fuera el de vestir la mítica camisa a rayas de la novena de Nueva York. Sus padres, Charles y Dorothy Jeter, fueron los encargados de formar y apoyar al pelotero por medio de un contrato de comportamiento.

La ética y el talento innato que demostró, llevaron al campocorto número 13 del Kalamazoo Central High School a ser seleccionado sexto en el draft de 1992 por el equipo de sus amores. “Al único sitio donde realmente irá Jeter es a Cooperstown”, fueron las palabras del scout que lo descubrió, Dick Grouch, para convencer a la oficina de los Yanquis para que lo escogieran. El ímpetu con el que jugó en los 42 estadios de Grandes Ligas en los que vio acción (contando los ya demolidos) y las ganas que siempre demostró por ganar todo en lo que compitió, le dieron la razón. Con el tiempo el campocorto se convirtió en la pieza perfecta para los Bombarderos del Bronx, equipo al cual llegó para ganarlo todo.

“Cuando compites, siempre quieres ganar, por eso estás allá afuera. Terminar segundo, tercero o simplemente llegar a la postemporada, no es suficiente. Hay que tener mentalidad ganadora: o ganas un campeonato, o la temporada no significa nada”, son las palabras de Jeter, quien apenas llegó, tocó el cielo con las manos: recibió votación unánime para el premio Novato del Año y celebró como campeón de la Serie Mundial. Un inicio por lo alto, para un jugador excepcional.

El final de la década de los 90 fue dominado por el equipo de Nueva York. La novena dirigida por Joe Torre se quedó con los máximos honores en 1996, 1998, 1999 y 2000. En esta última, el campocorto fue el Jugador Más Valioso y fue el comienzo del famoso ‘Core Four’ del cual hizo parte junto a Andy Pettitte, Mariano Rivera y Jorge Posada, únicos jugadores en lograr los últimos cinco anillos de Serie Mundial con los Yanquis.

Con el pasar de los años la leyenda de Jeter iba en alza, sus números ofensivos eran impresionantes, se convirtió en el líder en imparables de la historia de los Yanquis y tuvo 17 temporadas con 150 o más hits, lo cual lo hizo asistir a 14 Juegos de Estrellas en su carrera. No obstante, su defensiva siempre respondió, ganó cinco Guantes de Oro y en la postemporada 2001 realizó una de las mejores jugadas, la cual fue denominada ‘The Flip’.

En la parte baja de la séptima entrada del tercer juego de la Serie por el Campeonato de la Liga Americana, con el marcador a favor de los Yanquis 1-0, los Atléticos de Oakland tienen a Jeremy Giambi en primera y Terrence Long al bate conecta un imparable profundo al jardín derecho. Shane Spencer lo coge y tira la pelota al hombre intermedio, pero ésta pasa de largo; sin embargo, Jeter aparece, corta el tiro del jardinero y rápidamente lanza a home, donde Jorge Posada pone out al bateador designado, evitando así el empate y dándole a la novena de Nueva York su primer triunfo en la serie, que después ganarían 3-2.

Su amor por el juego y el cariño que siempre le tuvo a la institución más exigente y más galardonada de las Grandes Ligas hicieron que se convirtiera en el undécimo capitán de la historia de los Yanquis. Aunque jugó en una época en que la calidad y los números de muchos peloteros quedaron en duda por el uso de sustancias prohibidas, él nunca se vio involucrado. Sabía que no podía dar titulares cada día a los medios en Nueva York o su carrera no hubiera sido próspera.

Fueron 20 años y escribió una época. Su nombre se unirá a los legendarios del equipo como Babe Ruth, Yogi Berra, Lou Gehrig, Mickey Mantle, Joe DiMaggio, entre otros. De su carrera quedarán muchas imágenes. No obstante la más significativa, sin duda, será su último turno en el Nuevo Yankee Stadium, donde conectó un imparable para dejar tendidos a los Orioles en el terreno, y aunque el partido no significaba nada en el standing, le dijo adiós a Nueva York como llegó: por lo alto.

Así se acaba una era y las palabras con las que Dick Grouch convenció a la dirigencia de los Yanquis para firmar al campocorto se hacen realidad. La próxima parada de Derek Jeter, después de que su número sea retirado y quede inmortalizado junto con los grandes de la franquicia en el Monument Park del Yankee Stadium, será Cooperstown.

Por Jesús Miguel de la Hoz

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