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Desde el mes de julio de 1.983 los colombianos soñamos con uno de los nuestros de amarillo en los Campos Elíseos. Desde ese entonces, cuando cinco de los nuestros llegaron maltrechos y doloridos a ese circuito mágico de adoquines grises que enmarcan el Arco del Triunfo y el Obelisco, nos metimos en el corazón de una carrera que desde los años cincuenta, cuando nuestro ciclismo daba los primeros pasos, considerábamos una leyenda fabulosa de héroes de otra estirpe y de otro mundo que se llamaban Fausto Coppi, Hugo Koblet, Louison Bobet, Jacques Anquetil, Charly Gaul, Eddy Merckx, Luis Ocaña, o Federico Martín Bahamontes. (Vea nuestro especial del Tour de Francia)
Pero a pesar de que en esa ocasión los nuestros fueron golpeados sin clemencia por los pavés del norte, por las cronómetros larguísimas, por una etapa de 325 kilómetros, por los finales enloquecidos, por los descensos de vértigo, por las caídas y por los errores de principiantes nos bastó ver a nuestros “escarabajos” en las imponentes cimas de los Pirineos y de los Alpes batiéndose a lo grande con los profesionales para que se nos metiera en el alma la ilusión de ganarlo algún día. (Vea: El histórico segundo lugar de Rigoberto Urán en el Tour de Francia)
Han pasado más de tres décadas en las que nuestros “escarabajos” consiguieron 16 victorias de etapa, 5 títulos de montaña, 4 camisetas blancas del mejor joven y hasta en los últimos cinco años subieron cuatro veces al podio de los mejores, tres veces al segundo escalón con Nairo Quintana en el 2.013 y 2.015 y Rigoberto Urán este año y una vez al tercero con Nairo en el 2.016. 29 años antes, en 1.988 Fabio Parra había sido el precursor con un tercer lugar que nos llenó de esperanzas. (Qué sería de Rigoberto sin Urrao)
Lo menos que se puede decir hoy al terminar la carrera es que los colombianos siguen siendo protagonista de primer orden en la más importante carrera del mundo, esta vez encabezados por Rigoberto Urán, que guapeando como él sabe hacerlo se ganó el subtítulo ratificando a nuestro país como una de las potencias del ciclismo orbital en las pruebas por etapas y en especial en las grandes Vueltas.
A ese segundo lugar sorpresivo y maravilloso que Rigoberto Urán se ganó ayer con una actuación que lo deja como uno de los más grandes de nuestra historia hay que agregar el que fue el vencedor de la novena etapa que terminó en Chambery y fue segundo en lanúmero 11 en la cima del Peyregudes y en la número 17 en Chevalier, mientras que Nairo Quintana fue segundo en la jornada 12 por los Pirineos que terminó en Foix y Darwin Atapuma también segundo en la 18 en la mítica cima alpina del Izoard.
Otra actuación que suma fue el importante papel que cumplió el antioqueño Sergio Luis Henao como uno de los soportes del campeón Chris Froome, como uno de los hombres más firmes y cumplidores en el poderoso equipo Sky.
Pero… ¿Cuándo vamos a ganar el Tour?
Estamos muy cerca, más de lo que se puede pensar, por ahora con un solo corredor, Nairo Quintana, el único con el potencial y la clase necesaria para batir al súper campeón de la década, el británico Chris Froome. El tiempo juega en favor del colombiano que está entrando a su etapa de madurez en el momento en que la edad juega en contra del líder del Sky. Este año, en el que el británico no fue aplastante, hubiera podido ser si el boyacense no hubiera llegado sobrepasado de días de competencia pero por equivocación o por un exceso de confianza en la planificación por parte del corredor, de sus técnicos y por conceptos de muchos otros que pensamos que estaba en condiciones de correr Giro y Tour, enfrentó la carrera en desigualdad de condiciones. Este Tour le ha mostrado sus límites y le ha permitido madurar como deportista, mejorar en la cronómetro y en forma especial en los descensos, le ha enseñado a perder lo que se requiere para aprender a ganar y le ha permitido manejar los comentarios adversos: "he recibido críticas fuertes, pero de todo se aprende, no nos podemos quedar sólo con los elogios. Uno se tiene que acostumbrar a los que les gustas, a los que no les gustas y a algunos de los que no saben".
Tal vez en dos o tres años podamos contar además en esta batalla que no termina con Esteban Chaves y con Miguel Angel López y detrás viene otra generación que puede ser aún mejor, la que es encabezada por Egan Bernal. Lo que tenemos es presente y futuro para seguir intentándolo.
Pero para que ese sueño aplazado una y otra vez se cumpla se requiere el respeto y el apoyo de los aficionados. Es incomprensible que haya gentes que quieran echar por tierra los éxitos del que ya se puede considerar como el mejor deportista de Colombia de todos los tiempos, por sus títulos en el Giro de Italia y en la Vuelta a España, por sus dos subtítulos del Tour y sus repetidas victorias en competencias de una semana. Con la misma mala leche con la que atacaron en momentos difíciles a Falcao y hasta a James Rodríguez quieren empañar los logros del boyacense. Si hay algo grande en Francia, en general en Europa y en países cultos, es su admiración y respeto por sus ídolos, hasta por los que batallaron en la búsqueda de la victoria sin conseguirla: por lo menos en tres o cuatro Tours pudimos ver en un carro descapotado que marchaba delante de la carrera, a Raymond Poulidor, tres veces segundo y tres veces tercero, quien era aclamado en la misma forma en que se vivaba a los campeones Eddy Merckx o a Bernard Hinault.
Y así mismo se necesita que quienes trabajamos en los medios no inflemos globos que al reventarse provocan el resquemor de los aficionados. No puedo entender, por ejemplo, que Caracol Televisión en su noticiero del viernes en la noche haya titulado “Urán va por el amarillo” y que en sus pronósticos para la contra reloj al final de la etapa 19 Santiago Botero y Georgina Sandoval, utilizando estadísticas desfasadas, hayan afirmado que Rigoberto podía superar en la cronómetro a Froome y ganar la carrera, cuando ellos sabían bien que eso era imposible… La sintonía hay que ganarla con objetividad en los relatos y veracidad en los comentarios. No se puede echar por tierra el trabajo brillante de 21 días, en el que tanto Caracol como ESPN le hicieron vivir intensamente a los colombianos la magnificencia, la dureza, la importancia y la repercusión que tiene en el mundo la carrera francesa que ya estamos a un paso de ganar.