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Camilo Gómez: “Hágale, que ya casi llegamos”

El pedalista de 18 años se consagró subcampeón mundial de ciclomontañismo juvenil en Val di Sole, Italia. Sigue la estela que dejó Egan Bernal.

Thomas Blanco
12 de diciembre de 2021 - 11:00 p. m.
Camilo Gómez: “Hágale, que ya casi llegamos”

El mecánico Luis Gómez, del municipio de Ubaté, fue uno de los primeros ciclomontañistas del país. Clásicas, recorridos largos en las montañas, sufrir. No era uno de los dotados, pero podía llegar con ellos. Y en medio de esas pasiones creció Camilo Gómez, su hijo, el nuevo subcampeón mundial juvenil de ciclomontañismo en la modalidad de cross country.

Y la relación de Camilo con su papá se marcó en una de sus primeras salidas juntos. “Ya estaba muerto, no podía más. Y él fue una motivación. Me dijo: ‘¡Hágale, hágale, que ya casi llegamos!’. Y ese ‘ya casi llegamos’ en el ciclismo son mil kilómetros más. Él es el que me motiva a hacer entrenamientos largos y llegar a la casa vaciado”.

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La principal virtud de Camilo es su motor, no se funde. Su resistencia en altas intensidades. Es un escalador completo de 1,74 metros de humanidad, fuerte, que rueda bien en el plano.

La pandemia puso su carrera en puntos suspensivos. Perdió la motivación, los entrenamientos ya no iban destinados a una fecha, a una competencia. Pensó dejarlo todo para estudiar Ingeniería de Sistemas... dudas. Una vez se reanudaron las competencias, lejos de su prime, de sus mejores números, de sus largos entrenamientos, Camilo igual estuvo con los mejores. Se le iluminó todo: decidió que iba a ser un ciclista profesional.

“Para 2021 sabíamos a qué tocaba apuntarle: al campeonato nacional, al panamericano y al campeonato del mundo... pero la mejor parte es que todo se logró. Todo salió perfecto, fue un año muy exitoso”.

Tan exitoso que se ganó su lugar en el Trinity Racing, equipo británico continental por el que pasó uno de los ciclistas más combativos del Ineos: Tom Pidcock, campeón del Giro de Italia sub-23 en 2020 y reciente subcampeón de la Amstel Gold Race, pero también medalla de oro olímpica de ciclomontañismo en Tokio.

Porque, aunque no se decide entre el ciclomontañismo y la ruta, sabe que su meta está en París 2024. Y por eso su próximo equipo es un gran destino: una escuadra multidisciplinaria que combina la ruta y el MTB. Podrá hacer ambas en la que será su primera temporada como sub-23. Llegó junto al hombre que le ganó la medalla de oro en el campeonato mundial, el francés Adrien Boichis.

Camilo se convirtió en el tercer ciclista colombiano de la historia en subirse al podio de un campeonato mundial juvenil de ciclomontañismo tras Laura Abril, oro en 2008, y Egan Bernal, segundo en 2014 y tercero en 2015. Y justamente, Gómez ha seguido la estela y un camino parecido al del jefe de filas del Ineos.

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Ambos se formaron en el ciclomontañismo en la Fundación Mezuena de Pablo Mazuera y pasaron por el equipo Specialized Tugó. “Camilo proviene de una familia humilde con unos valores muy bonitos. Como deportista es muy pulcro, muy disciplinado, organizado, todo lo mide con anticipación. Tiene un talento innato y lo sabe reconocer. Le gusta que lo guíen, siempre está escuchando. Es una gran persona y excelente deportista, esa mezcla lo va a hacer llegar muy lejos”, dice Mazuera.

Y Pablo Penagos, otro de sus entrenadores en la Fundación Mezuena, lo complementa: “Camilo es muy metódico, parece una maquinita. Es muy juicioso con su alimentación, sus entrenamientos, con todo. A veces hay que decirle: ‘Cami, ya, desordénate un poquito, por favor’. Eso lo hace muy completo y maduro. Se esfuerza muchísimo en todo lo que hace”.

Y Luis, su papá, es el ser más orgulloso por los logros de Camilo. “Él es de muy pocas palabras, se le corta la voz cuando habla de mí. Es mi motivación, porque por él estoy acá. Son muy pocos los que lo logran en ciclomontañismo y está feliz de que yo sea uno de ellos”.

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El camino es largo, montañoso, hasta ahora empieza. Y lejos, desde Europa, consciente de que le falta una vida por llegar, mientras pedalea con todas sus fuerzas, escucha la voz de su papá: “¡Hágale, hágale, mijo, que ya casi llegamos!”.

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