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En los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Carlos Mario Oquendo brilló ante el mundo. Voló por la pista de BMX de la capital inglesa. Después de un difícil arranque aprovechó las curvas para ganar posiciones y al final, tras un duelo cerrado con el holandés Raymon van der Biezen, se terminó colgando la medalla de bronce. Ese recuerdo aún se repite en su cabeza una y otra vez como si tuviera un proyector que jamás se hubiera apagado. Y todavía lo hace sonreír.
Ese es el momento más emocionante de su carrera deportiva, tocó el cielo con las manos y su nombre se dio a conocer en el mundo. Lo sabía cuando se subió a ese tercer escalón del podio y en medio del ruido de los aficionados, en la garganta se le armaba un nudo y hacía todo el esfuerzo por contener las lágrimas. Un instante inolvidable, que tiene enmarcado entre pecho y espalda y carga con orgullo a todas partes.
No había vivido nada similar. Pocas vivencias se comparaban con el bronce olímpico. Pero todo cambió en 2016, cuando Manuela Zuluaga, su compañera sentimental, de una forma singular le hizo saber que iba a ser papá: le adornó la cama con bombas y un body de bebé. La alegría fue infinita, indescriptible. La tarea de ser papá era algo nuevo para Oquendo, quien asumió el papel con una sonrisa. Luciana se convirtió en la luz de sus ojos. Dos años después la alegría se triplicó con la llegada de los gemelos, Jerónimo y Emmanuel.
“Es algo maravilloso. Son mi vida entera. Sin embargo, tengo claro que tener hijos no te hace padre; educarlos, guiarlos, apoyarlos, amarlos, cuidarlos, hacerte responsable y criarlos, sí. En esas ando”, resaltó el pedalista, quien también describió con una sonrisa leve que las noches a veces son eternas y los días complejos. “El día a día es un colapso total porque uno no sabe a qué hora van a estar despiertos. No sabe a qué hora se levantan. Tipo 9:00 a.m. uno está saliendo, regresa a las 12:00 m., almuerza, los saca un tiempo, después sale a entrenar nuevamente y cuando vuelve, a las 7:00 p.m., uno cree que tiene tiempo para uno, pero no”.
No obstante, develó que la clave para combinar los cuidados con los entrenamientos es acoplarse a los horarios de los niños y aprender a conocerse como persona. “Uno no puede salir a entrenar cansado. Si me siento así, mejor me quedo en la casa y en la tarde voy, y si tengo doble jornada hago una sola. Y al otro día hago las dos. Porque si uno se pone estricto y entrena como lo hacía antes se puede lesionar, porque no hay un buen descanso ni una buena recuperación”, resalta con el ejemplo claro de que muchos deportistas de alto rendimiento cuando se lesionan, es cuando tienen hijos.
Precisamente, Carlos Oquendo arrancó 2018 por fuera de las pistas debido a una lesión en el hombro, fueron momentos difíciles, pero tuvo una buena recuperación y tomó el año como uno de transición, para retomar el nivel y arrancar 2019 enfocado en la clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “Esta temporada arrancamos en firme el objetivo para Tokio. El año pasado gané el torneo nacional de Colombia. Estuve en válidas latinoamericanas en las que finalicé en la segunda o tercera posición. Se hizo con tranquilidad y le dediqué mucho tiempo a la familia”.
Este 2019, más allá de los Olímpicos, el antioqueño se enfocará en el Mundial de BMX, que se realizará en Heusden-Zolder (Bélgica) del 23 al 27 de julio. “Mi sueño es vestirme con la camiseta arcoíris, más allá de ganar los Juegos Panamericanos. Me estoy preparando fuertemente para esta competencia”, dijo con ilusión. “Este año competiré en 25 carreras aproximadamente, 10 de ellas internacionales, las otras las haré en el país y me servirán para ponerme a punto para lograr los objetivos de la temporada”.
Una vez superado el Mundial la idea para Oquendo es seguir con la mente puesta en los Juegos Olímpicos. Competir por tercera vez y dejar de lado el mal sabor de boca de la competencia que corrió en Río de Janeiro, en la que no llegó a disputar la final. “No pararemos de sumar puntos hasta el próximo año. Es una carrera constante, puesto que hay que estar bien ubicados a un mes de las justas. Se clasifica por ranquin UCI, con un máximo de tres cupos por categoría por país. En otras palabras, los mejores países en la tabla pueden llevar a tres competidores, en este momento solo clasificaría uno, porque Colombia se ubica en el octavo puesto”.
Carlos Mario Oquendo tiene los objetivos claros, y aunque muchas veces debe dividir el cuidado de sus hijos con el entrenamiento, nunca ha pensado en desistir. El BMX es el deporte que ama, el que lo lleva a la estratosfera. Cuando está montado en una bicicleta vuela y siente un cúmulo de sensaciones que le es imposible describir con simples palabras. Esos sentimientos son los que quiere siempre transmitir cuando está corriendo y son los que lo han llevado a ser uno de los mejores del país.